Todo lo que genera cambios en la vida de un niño supone un desajuste para ellos a muchos niveles. Las mudanzas, el inicio y el término de las vacaciones de verano, un cambio de colegio… Esto ocurre “debido a que el cerebro percibe que no puede predecir lo que va a ocurrir y esa incertidumbre le genera ansiedad”, nos cuenta la psicóloga infantil especializada en crianza, Emilia Aguilera (@criarsinmorirenelintento).
Es por ello que las rutinas estables y los días predecibles son la base de su estabilidad, así como, la importancia de la anticipación. Por este motivo, con la vuelta al cole, los niños necesitan recuperar dichas rutinas y horarios establecidos con anterioridad a las vacaciones de verano. “Lo ideal es hacer la transición desde antes de empezar las clases, para que el cambio de la rutina no sea tan abrupto, por ejemplo, ajustando los horarios durante la última semana de vacaciones para que sean similares a los que se tendrán una vez iniciadas las clases. Mientras más estables sean los días y mayor claridad tengan los niños y niñas acerca de cómo transcurrirán las jornadas, mejor. Siempre teniendo claro que los niños son muy concretos y que, por lo general, no basta solo con anunciárselo verbalmente, sino que en caso de niños pequeños es útil también utilizar apoyos visuales”, recomienda la psicóloga.
Cómo reajustar rutinas de estudio
La vuelta al cole significa también vuelta a las responsabilidades, entre las cuales se encuentran hacer los deberes. Es fundamental que desde las primeras semanas se comiencen a establecer unos hábitos que generen en el niño motivación, al mismo tiempo que responsabilidad. Los expertos recomiendan que esto siempre se haga después de llegar del cole, antes de comenzar a jugar o dedicar su tiempo al ocio, porque, de este modo, tendrán la motivación del juego tras hacer y acabar sus tareas.
Pero, sin duda, los padres deben ser estrictos y comprometidos con estos horarios y rutinas porque sino de nada sirve. Tal y como argumenta la experta: “El primer llamado es a la sensatez por parte de los padres. A entender que no puedo hacer que un niño pase de 0 horas de estudio a 6 horas de colegio y 3 horas de hacer tareas en casa. Estos horarios deben ser estables y, además, aumentarlos de forma progresiva, sin dejar de tener en cuenta que está demostrado que hacer tareas en casa es innecesario y más que aportar al aprendizaje les estresa, por lo que es mejor organizar sesiones cortas que largas horas de tareas”.
Y, no hay que olvidar la importancia del juego y es que ¡cuanto más ocio tengan los niños, mejor! “El juego libre es el principal motor de aprendizaje para los niños, por lo que privarles de la posibilidad de jugar para dedicar más tiempo al colegio o a las tareas es absolutamente contraproducente para el desarrollo del cerebro, y lo mismo ocurre con el uso de pantallas”, asegura la psicóloga.
Cómo reajustar horarios de sueño en los peques
Quizás una de las cosas mas difíciles es cambiar su reloj biológico al que hay que ‘decirle’ que ya no se puede levantar a las 10 o a las 11 de la mañana, sino que hay que volver a madrugar como hacía antes de verano. Si esto ya resulta duro para los adultos, ¡más todavía para los peques! Aunque no olvidemos que, según la edad, el madrugar no es algo raro para ellos, sino más bien una constante.
Por eso, “es necesario que tomemos en cuenta los ritmos circadianos de los niños. Las mañanas son más activas y después de comer, la curva de activación irá bajando. Por lo que, idealmente, debemos acomodar la rutina para que se ajuste a esos ritmos”, indica la psicóloga. “Llevar a un niño a correr al parque justo antes de la hora de dormir no va le a aportar a un sueño más profundo, como se suele creer, sino que hará que la hora de descanso sea menos reparador, e incluso, podría dar paso a pesadillas, terrores nocturnos o problemas de conciliación”, asegura.
Por ello, los padres han de tener en cuenta que por la tarde se deben fijar actividades que progresivamente vayan bajando el nivel de activación conforme se acerque el atardecer y respetando siempre la siguiente ‘regla de oro’: “Cero uso de pantallas desde el atardecer o desde dos horas antes de dormir y evitar el consumo de azúcar en el mismo tramo de tiempo”, advierte la experta.
Asimismo, las rutinas vuelven a ser la base para que los peques tengan un sueño reparador. De nuevo, permitir al cerebro anticiparse y prepararse, en este caso para descansar, será el hábito perfecto para conseguirlo, ¿cómo? Con un baño relajante, después la cena, por último, un cuento antes de ir a dormir, por ejemplo. “El mejor indicador de que un niño está durmiendo bien y lo suficiente, es el propio niño. Cuando el peque despierta como enojado, le cuesta despertar o durante el día anda irritable, es indicador de que es necesario revisar sus hábitos e higiene del sueño”, afirma.
Para finalizar, la experta advierte que el cerebro infantil tarda aproximadamente hasta tres semanas en adaptarse a estos cambios y, durante este tiempo, es normal que los niños puedan mostrarse más abrumados, olvidadizos, irritables o reactivos. “Es un buen ejercicio recordar que no es nada personal contra los papás, que no tiene que ver con ellos ni es un ataque directo, sino que simplemente es un cerebro desplegando todas las estrategias que tiene para poder adaptarse a la adversidad”, concluye la psicóloga.