El riesgo de atragantamiento en niños aumenta por el pequeño diámetro que tienen sus vías respiratorias. En los adultos, los casos se reducen al ser más grandes. A partir de los tres años de edad, nos dicen los expertos, ya están preparados para comer esos alimentos que se definen como potencialmente peligrosos y que hemos debido evitar durante el inicio de la alimentación complementaria, ya sea escogiendo el modelo de alimentación con triturados o el conocido Baby Led Weaning (BLW). Sin embargo, en este último caso es más fácil que ocurra, por la técnica que utilizamos.
El riesgo principal es aquí el atragantamiento. Para poder evitarlo, lo mejor es presentar estos alimentos potencialmente peligrosos en diferentes texturas y con el tamaño o corte adecuado -triturados, rallados, cocidos o en crema-. Pero también hay que tener cuidado con estas texturas, pues algunas no se recomiendan ingerir en solitario.
¿Qué es la alimentación regulada por el bebé?
El denominado Baby Led Weaning es una forma de introducir la alimentación complementaria de nuestros hijos en el que se produce:
- Una incorporación progresiva de alimentos complementarios a la dieta, manteniendo la lactancia como alimento principal.
- Sin la necesidad de pasar por una etapa de exclusiva alimentación con triturados.
Por tanto, después de la leche materna o artificial, es el bebé quien decide qué alimento comer y cuánta cantidad, además del ritmo de alimentación, siempre con sus propias manos. Para ello, el bebé debe sentarse a la mesa con el resto de la familia, viendo la comida como una experiencia en positivo e interactiva . Es decir, comen por instinto. Y, a nosotros, nos debe guiar el nuestro para saber qué ofrecerles y qué no, por el riesgo de atragantamiento que conlleva.
La forma correcta de ofrecer el alimento
De manera general y antes de comenzar nuestro repaso de alimentos prohibidos, la textura de la comida que le ofrezcamos al bebé debe ser blanda y suave, nunca alimentos duros o crujientes. Además, debemos evitar cortar los alimentos con formas redondeadas o esféricas. Los alimentos untuosos o pegajosos, por último, no deben ingerirse en solitario. Veamos cuáles son esos alimentos que tanto el Estudio Bliss (Baby Led Introduction to Solids, triturados y sólidos mezclados) como las asociaciones de pediatría, como la Asociación de Pediatría Española (AEP) desaconsejan hasta los tres o cuatro años.
Palomitas de maíz
Son muy tentadoras para los más pequeños, además de que, por su olor, les llamarán mucho la atención. Sin embargo, por su riesgo de asfixia es recomendable evitarlas. Un grano de maíz puede alojarse en alguna zona del pulmón de nuestros bebés y provocar una infección importante por tener un cuerpo extraño en ellos. Por mucho que hagas un estricto control de las palomitas que sí se han abierto y las que no al calentarlas, nunca podrás estar seguro de haber revisado hasta el interior de todas ellas.
Salchichas
Cuando hablamos de niños y una cena que sea rápida de preparar y todo un éxito de aceptación nos vienen a la cabeza las salchichas. Además de ser un alimento procesado que deberíamos evitar, no podemos ofrecerlas cuando nuestro bebé se inicia en la alimentación complementaria. Debido a su forma, su textura y tamaño tienen mucho riesgo de atragantamiento. Si aún así, decides introducirlas, que sea cortándolas longitudinalmente o en trozos muy pequeños.
Copos de maíz tostados
Los frutos secos en general están desaconsejados los primeros meses (e, incluso, años) de nuestro bebé. Y, mucho menos, ofrecérselos enteros. En todo caso, en formato mantequilla o harina. Una tentación que nos surge a muchos es ofrecerles a nuestros hijos los copos de maíz tostados que los adultos tomamos para desayunar. Pero, si no tienen la edad suficiente, es otro gran error hacerlo, porque pueden, de nuevo, provocar atragantamiento. No significa que no puedas incluirlos, pero debes hacerlo en porridge bien blanditos, por ejemplo, y desde el inicio de la alimentación complementaria.
Uvas y cerezas
Estas dos frutas es mejor evitarlas, al menos, al principio de la alimentación complementaria. El motivo no es otro que su forma esférica, siendo muy fácil que se queden en la garganta de nuestro bebé. Y lo mismo nos ocurre con las aceitunas o los tomates cherry. Se pueden ofrecer cuando nuestro hijo ya haga la pinza con los dedos y siempre partidos en cuatro partes de manera longitudinal o bien triturados formando parte de otros alimentos, como tortillas.
Trozos de queso
El queso, al igual que el yogur, está recomendado por la Asociación Española de Pediatría (AEP) a partir de los 9 o 10 meses de edad, siempre en pequeñas cantidades y no se recomienda que sea en trozos demasiado grandes. Por su textura, es considerado un alimento de alto riesgo. Por ello, lo mejor es queso fresco o tierno, en trozos muy pequeños cuando comience a practicar el agarre de pinza.
Crema de cacahuete
Tanto la crema de cacahuete o cualquier otro tipo de crema de frutos secos se puede ingerir desde el primer momento en el que iniciamos la alimentación complementaria. Lo que no se recomienda es ofrecérsela a los niños sin otro alimento. ¿Por qué? Porque por su textura pegajosa podría obstruir las vías aéreas si se consume de manera aislada. Por tanto, se les puede dar, pero siempre acompañando otra receta. Por ejemplo, untada en un poco de fruta.
Apio y zanahoria en crudo
Estos dos vegetales no están contraindicados, puesto que se pueden incluir desde el primer día, pero sí que estarían prohibidos si se ofrecen en crudo a nuestro bebé. Es decir, pelados y en palito, como hacemos los adultos en las típicas crudités. La razón no es otra que el atragantamiento si consiguen desprender un trozo demasiado grande con sus encías o dientes. Mejor rallada y cuando el bebé sepa hacer la pinza o cortada en bastones, nunca en rodajas.
Manzana en crudo
Y, de la misma forma que en el caso anterior, hay una fruta que nos viene a la cabeza como una de las más comunes y que más pronto queremos introducir a nuestro bebé al inicio de la alimentación complementaria. Se debe evitar hacerlo en crudo, tanto entera como laminada, da igual. Igual que con la zanahoria, se la podemos dar rallada cuando sepan hacer la pinza o cocinada, muy blanda, en textura de compota. La recomendación llega hasta los tres años.
Gominolas y caramelos
El azúcar está desaconsejado, por no decir prohibido, hasta traspasar la barrera de los 24 meses . Pero si conseguimos que sea más tarde, mejor. Los expertos inciden en que, de esta forma, los niños se acostumbran a sabores tan dulces que luego pueden rechazar otros alimentos como las verduras. Pero además, en el caso de las gominolas y los caramelos se pueden tragar sin deshacerse (hasta una típica nube) y obstruir las vías aéreas de nuestro pequeño.
Pipas
Da igual que sean de calabaza o de girasol, por muy pequeñas que las veamos y pensemos que no puede llegar a perjudicar a nuestro bebé. Cualquier tipo de semilla es potencialmente peligrosa y, al igual que en el caso de la manzana cruda, debemos evitarlas hasta que el niño haya cumplido los 3 años.