La placenta es un órgano con todas las letras. Así, para las madres embarazadas comienza su existencia en el momento de la concepción, por lo que es algo nuevo, pero para los bebés es fundamental. Les acompaña desde el principio y es la encargada de proporcionarles el oxígeno que necesitan, el alimento y eliminar todos los desechos del feto cuando han pasado las primeras semanas.
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Por lo general, la placenta se localiza en la zona alta del útero o en uno de sus laterales. Sin embargo, hay ocasiones en las que se inserta en otros lugares que, podemos decir, no son los más adecuados. En este caso, hablamos de placenta previa o placenta de inserción baja. Y tiene algunas implicaciones para el transcurso de la gestación y el parto, pero ni es peligrosa ni impide el correcto desarrollo del feto . Así lo ha confirmado la influencer Iera Paperlight en sus redes sociales, quien padece la primera de ellas.
Placenta previa, ¿qué implicaciones tiene?
En primer lugar, hay que distinguir qué tipo de placenta previa se ha detectado. Puede ser de tres clases:
- Placenta previa oclusiva parcial: aquella que no ocupa todo el canal del parto.
- Placenta previa oclusiva marginal: en este caso, la placenta se sitúa en el lateral del cuello del útero, pero sin llegar a cubrirlo.
- Placenta previa oclusiva total: ocupa todo el canal del parto.
Por tanto, la diferencia entre ellas es el nivel de taponamiento que sufre el canal del parto o, antes de que este aparezca, el cuello del útero. Así, según explica la Dra. Yoana Chiverto, ginecóloga adjunta del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja (Madrid), “si nos encontramos ante una placenta previa oclusiva total y se mantiene de esta forma durante todo el embarazo, el bebé no podrá nacer por vía vaginal”.
En el caso de encontrarnos con una parcial, “puede implicar un parto por cesárea por el alto riesgo de sangrado”. Por ello, es importante controlarla desde el momento del diagnóstico, “porque las contracciones podrían desencadenar sangrados importantes con riesgo para la madre y el bebé”. Si hay control y diagnóstico, no tiene por qué haber problemas. Y, el feto, en ningún caso sufre, porque la placenta, independientemente de su colocación, sabe cumplir con su función.
Factores de aparición de la placenta previa
Como en otras muchas ocasiones, no sabemos los motivos exactos por los cuales la placenta se inserta en un lugar diferente al que, en principio, le corresponde. Sin embargo, sí que existen algunos factores que podrían predisponer a la madre a tener placenta previa:
- Cesáreas anteriores o haber tenido ya placenta previa en un embarazo anterior.
- Las mujeres de raza negra o asiática tienen una mayor predisposición.
- Tabaquismo
- Mujeres con cirugías de útero con apertura de la cavidad cervial.
¿Cómo se detecta la placenta previa?
La placenta previa, en la gran mayoría de los casos, es asintomática. Es decir, la mujer embarazada no siente que la tiene. Por tanto, la forma de diagnosticarla es a través de las ecografías que se realizan durante toda la gestación . En la primera de ellas, en la de la semana 12, es más complicado detectarlo, pero sí que se percibe ya en la conocida como ecografía morfológica , es decir, “en la que se realiza entre las semanas 18+0 y 21+6, considerada de rutina y que debe hacerse a todas las gestantes, independientemente de su edad o de posibles factores de riesgo”, explica la Dra. María de la Calle, Jefa de la Sección de Obstetricia Médica y Tocología de Alto Riesgo en el Hospital de La Paz (Madrid).
Así, además de detectar posibles malformaciones graves o leves con esta ecografía, se observa también el lugar de colocación de la placenta y si es necesario un seguimiento en concreto o no. Sin embargo, no será hasta la última ecografía, la que se realiza entre las semanas 32 y 34, cuando se confirme la situación de la placenta y se decida si existen o no contraindicaciones para el parto vaginal. Y es que, aunque se diagnostica ya en la semana 20, “la gran mayoría de las placentas previas acaban insertándose bien según avanza la gestación”.