En la gran mayoría de las ocasiones, los embarazos son planificados . O, al menos, se intenta que lo sean. Las parejas saben que se van a enfrentar a un gran desafío y quieren cuadrar lo mejor posible la fecha del nacimiento de su bebé con su vida laboral y personal . Está claro que la naturaleza está por encima de cualquier decisión, pero también se puede comenzar la búsqueda en un momento concreto y esperar tener suerte. Si ya lo tienes claro, no esperamos convencerte, pero, si no, quizás leyendo este artículo te animes este verano. Sí, según los expertos, la época estival puede ser uno de los mejores momentos para intentarlo. Y tienen motivos suficientes para asegurarlo.
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La primera razón, sin duda, convencerá a cualquier futura mamá, sobre todo, si ya ha pasado por algún embarazo previo: no pasarás ni este verano ni el que viene embarazada, no tendrás barriga en los meses de más calor, ni los pies hinchados ni una sudoración excesiva. Las molestias asociadas al incremento de peso, además, llegarán entrando en la primavera. Para contarte más, hemos querido hablar con la Dra. Isabel Vielsa, directora médica de Clínicas EVA de reproducción asistida.
En verano, menos angustia, estrés y fatiga
En los meses de julio y agosto, por lo general, disfrutamos de una época de menor estrés, pues pasamos menos tiempo en el entorno laboral y más en casa, relajados. Y es que, uno de los motivos por los que los ginecólogos y expertos en reproducción asistida están de acuerdo en que el verano es un momento muy bueno, es la disminución de los niveles de angustia y ansiedad por la llegada de las vacaciones y la reducción de la jornada laboral. En muchos casos, nos dice la experta, “la ansiedad supone una traba, pues afecta a la libido de la pareja y a las ganas de tener relaciones sexuales”.
El estrés provoca, según nos explica, “desajustes orgánicos, ansiedad y nerviosismo que influye negativamente en la fertilidad”. Un estado que:
- En las mujeres provoca perjuicios en la ovulación, ya que “se relaciona con fluctuaciones irregulares de la menstruación y una menor ovulación”. Esto se produce porque ese estado de ansiedad o nerviosismo, “induce un retraso e, incluso, una inhibición de la hormona que desencadena la ovulación, se produce un aumento de glucocorticoides, adrenalina y noradrenalina que, además, disminuye la receptividad del útero a los embriones”.
- En los hombres, por su parte, “se da una menor calidad de su líquido seminal”. Además, si el varón está tranquilo, los espermatozoides están mucho más activos y su movilidad es mayor.
Si eliminamos el estrés y la ansiedad, (o, al menos, lo disminuimos), “estaremos teniendo una repercusión positiva en la fertilidad”. Por ello, entre la reducción de jornada, que desconectamos de vacaciones y, en algunos casos, aparece el teletrabajo para estos meses, estamos ante un entorno de tranquilidad favorable.
La alimentación de verano, un plus
Otro de los aspectos positivos del verano, en cuanto a fertilidad se refiere, según nos explica nuestra experta, “es que, en estos meses, contamos con una alimentación en la que, por regla general, existe un mayor consumo de frutas y verduras”. Estos alimentos son ricos en antioxidantes, vitaminas, minerales y ácido fólico, indispensable para toda aquella mujer que está buscando un embarazo. Además, se produce “una mayor ingesta de líquidos, debido a las altas temperaturas, lo que suma puntos al éxito en la búsqueda de un embarazo de manera natural”.
Una gran cantidad de vitamina D
La vitamina D, casi igual de importante que el consumo de ácido fólico, se puede encontrar en los pescados de temporada, como las sardinas o los jureles. “Es fundamental para garantizar una buena salud reproductiva”, nos explica, pero también es algo que podemos encontrar mediante la exposición solar. Por ello, el verano es de nuevo una época ideal para intentar la concepción. Eso sí, nos recuerda la doctora, “con las precauciones habituales, pues hay que evitar los efectos nocivos de los rayos UVA”. Si no tenemos cuidado, podemos provocar el efecto contrario y encontrarnos con una deshidratación, por ejemplo.
Pasamos más tiempo al aire libre, somos más activos
Durante los meses de verano, aunque con las altas temperaturas creamos que es justo al contrario, pasamos más tiempo al aire libre. Hay más horas de luz y más momentos para practicar algo de ejercicio, otro de los motivos para, según nos explica la experta, “conseguir un positivo en el test de embarazo”. Un deporte como ejemplo, nos dice, es la natación o, simplemente, nadar en la piscina. Nos relaja, nos activa y nos llena de vitamina D. Piensa también en el yoga, “que se puede practicar al aire libre y fortalece toda la musculatura, incluyendo la zona pélvica, de vital importancia durante un embarazo”.
Si te quedas embarazada ahora, tu bebé nacerá en primavera
Como hemos planteado al inicio, el nacimiento de un bebé que ha sido concebido en estos meses será, por lo general, durante los meses de primavera. De esta forma, el primer trimestre de tu embarazo será en otoño, con lo que el calor ya no hará estragos en esas primeras náuseas. Pasarás el segundo trimestre en invierno y, por último, los meses de primavera será en los que tengas más barriga y soportes un peso mayor, pero no sufrirás el calor del verano en ningún caso. Si le preguntas a cualquier madre, te dirá que evites estos meses de altas temperaturas.
Además, la primavera es el mejor momento de pasear o portear a tu bebé recién nacido sin abrigarlo en exceso, pero sin tener que soportar un calor horrible. Los virus respiratorios que les afectan, como la bronquiolitis, suelen tener más incidencia en invierno y, si te pones a contar, tu baja de maternidad transcurrirá en la piscina, la playa o la montaña.
Más tiempo para descansar e informarse
En el caso de que tengas que someterte a un proceso de estimulación ovárica, nos dice la experta, “el estrés de no haber logrado un embarazo de forma natural se suma al que ya de por sí llevamos en nuestra vida diaria”. Por tanto, el descanso es vital. Por eso, nuestra experta recomienda de nuevo el verano, “para llevar con más calma estas primeras fases de la reproducción que tanto inquietan a las futuras mamás”. Y es que: mayor tranquilidad, mayor número de óvulos, mayores posibilidades de fecundación.
El descanso y la información, nos recuerda. “Tener más tiempo para acudir a las consultas e informarse ayuda a afrontar pruebas, diagnósticos y técnicas hasta el momento desconocidas”. Y la información, en este caso, es poder. Si además, el entorno de la mujer “tiene tiempo de acompañarla y ayudarla en esta espera, es otro punto positivo”. De nuevo, volvemos a lo primero, se trata de disminuir el estrés o la angustia al máximo.