El término binge-watching no es nuevo. Ya se usaba en los años 90, sobre todo, cuando se vendían colecciones de DVDs con las temporadas completas de alguna de las series más famosas . Aunque parecía haber quedado en desuso, las plataformas de streaming actuales han vuelto a utilizarlas. Y mucho. Es lo que en español conocemos como maratón de series (binge, en inglés, significa atracón, y watching es la acción de ver cualquier contenido audiovisual), es decir, consumir contenido televisivo de forma continuada: primero un capítulo, luego el siguiente y así sucesivamente.
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Algunas de las plataformas más conocidas, como Netflix, HBO o Disney+ han rescatado esta expresión para animar a los telespectadores a consumir una serie de televisión casi de principio a fin. Una iniciativa que puede llegar a ser peligrosa, pues los menores de edad ya pasan una media de 45 minutos al día consumiendo vídeos online , lo que supone, según Qustodio, plataforma líder en seguridad online y bienestar digital de las familias, “un incremento de casi el 30% con respecto a años anteriores”. Entre las apps favoritas de estos jóvenes telespectadores se encuentran YouTube, YouTube Kids y Netflix. Por lo que, cuando hablamos de atracón televisivo, cuidado, no solo nos debemos referir a la televisión, ahora los dispositivos móviles encabezan todas las listas .
Los expertos alertan del peligro de este tipo de consumo, pues es preocupante la cantidad de tiempo que los menores pasan frente a las pantallas en general, no solo de la televisión. Y su abuso, recordemos, puede provocar adicción, problemas de sueño, pérdida o aumento de peso debido al sedentarismo y, por tanto, una mejor autoestima, como indica el estudio realizado por esta misma plataforma. Las plataformas de visionado saben que gran parte de su público se encuentra entre los niños y preadolescentes y su contenido, cada vez, está más dirigido.
Por ello, hemos querido hablar con Rafa Guerrero, psicólogo y doctor en Educación, para que nos explique cuáles son los problemas más comunes a los que podemos enfrentarnos si a nuestro hijo se le escapa el control sobre las plataformas digitales, cómo se convierte en una adicción y cómo podemos detectarlo a tiempo. Y es que, sin darnos cuenta, las series pueden llegar a provocar una gran dependencia psicológica, sobre todo, entre los menores y adolescentes.
¿Por qué podemos considerar el abuso de televisión una adicción?
Se puede considerar, sin duda alguna, una adicción. Yo siempre que hablo de ellas, incluyo tanto las drogas, como robar o comprar, las relaciones sexuales, las redes sociales como Facebook o la televisión. Es algo que yo le digo a los padres, además. No se nos puede olvidar que la televisión es un dispositivo tecnológico; lo que ocurre es que, lo tenemos tan interiorizado en nuestro día a día, que no nos damos cuenta. Cuando hablamos de teléfonos móviles, en realidad, estamos ante algo que es relativamente nuevo. Sin embargo, en el caso de la televisión, es algo que nos acompaña a los padres de hoy desde que somos pequeños, la tenemos “inyectada en sangre”. Por ello, tendemos a pensar que como es algo habitual, no es negativo, y no es así. Cualquier persona que tenga una necesidad de consumir determinada sustancia, estímulo o persona es una adicción en toda regla. La diferencia la marca el “me apetece” y el “lo necesito”.
Y esto, se convierte en un problema en casa
Exacto. Todo el tiempo que tu hijo (o cualquier persona) está invirtiendo en satisfacer esa necesidad de la que hablamos es tiempo que no le dedica a su familia, a practicar deporte, a estudiar o a dormir. Incluso, no tienes tiempo ni de aburrirte. Y da igual que hablemos de adicción a la televisión que de adicción a la heroína. La neurociencia ha demostrado que todas las adicciones funcionan igual en nuestro cerebro, tienen los mismos efectos.
Los datos nos revelan una adicción creciente entre los jóvenes, adolescentes y preadolescentes, ¿quiénes estamos en casa más expuestos a esta adicción? ¿son ellos realmente?¿por qué?
En realidad, no depende tanto de la edad como de las posibles carencias que podamos tener. Una persona tiene más tendencia a desarrollar una adicción si tiene ciertas carencias emocionales, y puede ser un niño o un adolescente, nos da igual.
El niño que se siente protegido y atendido por sus padres, que es querido en un hogar en el que hay normas, límites y en el que se les explican las cosas, que es democrático y se pasa bastante tiempo juntos tiene una probabilidad mucho menor de desarrollar una adicción. Sin embargo, los niños o adolescentes que ven cómo sus padres llegan muy tarde a casa después de trabajar, apenas conversan juntos y el cariño no es que no exista pero apenas se nota, tienen mucha más posiblidades de aislarse en, por ejemplo, vídeos de YouTube.
Si depende, sobre todo, de este tipo de factores, yo, como padre, ¿cómo me doy cuenta de que esto ha llegado a su límite, de que es posible que mi hijo tenga una adicción con la televisión?
Te puedes dar cuenta de que esto empieza a ser peligroso porque cada vez necesita un mayor consumo de televisión o vídeos en YouTube. Además, ante la retirada de este estímulo aparece la rabia, la frustración y la agresividad. Ahí debes entender que está pasando algo. Una cosa es que a ti te debe cierta rabia que te digan que tienes que apagar e irte a estudiar, que te enfades y no te apetezca; y otra muy distinta es una reacción exagerada.
Cuando este problema aparece, se le asocian otros síntomas que nos pueden ayudar a detectarlo: bajada significativa del rendimiento académico, aparece una mayor agresividad en su comportamiento, que cambia, se frusta más fácilmente y tiende a no salir, a disminuir sus momentos sociales. Además, sufren cansancio durante el día, porque cuando mis padres se van a la cama, yo me conecto.
Y, por último, si nos damos cuenta de que nos está pasando en casa, ¿qué hacemos?
En primer lugar, hay que entender, como he explicado antes, que, en estos casos, hay una falta de tiempo dedicado, una carencia de afecto, además de límites. Hay algo a nivel emocional que falla. Lo más probable es que sea en casa, aunque nadie nos pueda garantizar que ocurra por factores externos, como la compañía y amigos que tiene, pero lo cierto es que existen una serie de predictores, que son los que hemos citado. Por ello, la intervención ha de ser familiar.
No es el adolescente el que está desarrollando una adicción y es el único culpable, sino que hay que trabajar con él, pero también con los padres y la familia en conjunto. La primera pregunta que se ha de resolver es la siguiente: ¿qué le falta a este adolescente que no lo encuentra ni en sus padres ni en sus hermanos o en su entorno? A partir de aquí, por supuesto, otras medidas complementarias: un buen control parental, un registro del tiempo que dedican a la televisión y de lo que ven, poner determinadas normas para el uso de los dispositivos e, incluso, quitar de vez en cuando la conexión a Internet.