“Los bebes no tienen que dormir nunca boca abajo, ni tampoco de lado”, una recomendación que todos los padres del mundo se aprenden antes incluso de que su recién nacido llegue a casa. Todos los organismos oficiales, incluyendo la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos dicen que la posición más segura para su descanso es siempre boca arriba y con la cabeza hacia un lado (intentando, eso sí, evitar que sea siempre para el mismo lado). De esta forma, aunque se desconoce la razón, se reduce el riesgo del conocido Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL). Así lo confirman muchos de los estudios que sugieren que un bebé que duerme sobre su estómago, (es decir, boca abajo), inhala menos oxígeno y exhala menos dióxido de carbono, lo que le impide despertarse o llorar para alertar del peligro.
Por ello, la Academia Americana de Pediatría (AAP) lanzó hace unos años esta recomendación y, detrás de ella, vino también la Asociación Española de Pediatría (AEP), “la mejor postura para que el bebé duerma es boca arriba; dormir boca abajo o de lado no es tan seguro”. Esto es algo que interiorizamos fácilmente, pero las recomendaciones para garantizar un sueño seguro para el bebé no se quedan ahí y son igualmente importantes. Por eso, te contamos qué otras consideraciones deberías tener en cuenta respecto a lo que sí y lo que no puede tener el bebé en la cuna (donde se pide, por estas mismas asociaciones, que duerman hasta los seis meses) para que no tenga problemas.
Tener huecos y distancias seguras entre barrotes, entre los 45 mm y los 65 mm.
Si la cuna tiene ruedas, al menos dos de ellas deben llevar frenos.
Que contengan barandillas con seguros de cierre.
Cantos redondeados, para que no existan ni enganches ni cortes ni arañazos.
La distancia que se encuentra entre el colchón y la barandilla no puede ser superior a los 2,5 cm.
La estructura ha de ser estable, resistente y no haber utilizado en ellas pinturas tóxicas.
Un colchón firme y que se ajuste bien
La superficie en la que duerme el bebé, nos dice la AEP, “debe ser firme”. Pero además, debe ser adecuado a las medidas de la cuna. De esta forma, evitamos que el bebé se ahogue con él o que queden huecos entre el colchón y los límites de la cuna y el bebé pueda encajar sus extremidades o su nariz.
Por otro lado, algo que quizás pueda ayudarte con el reflujo gastroesofágico de tu bebé es inclinar ligeramente la superficie de descanso de tu bebé, en este caso, el colchón. Y, aunque te resulte raro, no está contraindicado.
Las almohadas no están recomendadas
Por mucho que los juegos de sábanas se empeñen en incluir una funda de almohada; no, no están recomendadas, al menos, hasta los dos años de edad. Así nos lo dice la propia AEP o la AAP en las últimas recomendaciones publicadas. El motivo es que, de nuevo, el bebé puede asfixiarse con ellas (sobre todo, si se hunden contra ella). Pero es que, además, no favorecen una adecuada postura para su cuello y espalda. A partir de los dos años, si se quiere, se pueden utilizar, pero siempre delgadas y no demasiado blandas.
Evitar los protectores de cuna
Las famosas chichoneras eran y son muy utilizadas como herramienta para proteger de los posibles golpes contra los barrotes de la cuna mientras nuestros bebés duermen. Son acolchados y rodean toda o parcialmente los laterales de la misma. Sin embargo, al igual que en el caso anterior, podrían aumentar el riesgo de asfixia, por lo que la recomendación general es, en la medida de lo posible, evitarlos.
Los polémicos cojines antivuelco
La gran mayoría de los bebés, cuando llegan a una edad que se sitúa en torno a los seis meses, deciden que de lado o boca abajo están mucho más cómodos para dormir. Los padres, como sabemos que esto incrementa el riesgo del citado SMSL, en cuanto nos damos cuenta, les giramos. Muchos aprovechan los cojines antivuelcos para ahorrarles la tarea, pues se venden como objetos de seguridad para los bebés, pero también aumentaría el riesgo de asfixia, como afirma la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), que realizó un estudio sobre los productos para bebés y su seguridad hace unos años.
Una cantidad excesiva de muñecos y peluches
Además de lo visto anteriormente, la seguridad del bebé en la cuna pasa por no cubrir su cabeza y dejar el espacio que queda a su alrededor bien despejado. Un error que solemos cometer es llenar la cuna de peluches y dejarlos en ella cuando el bebé se acuesta para dormir. Sin embargo, los materiales con los que están hechos podrían bloquear sus vías respiratorias si hunden su cabeza en ellos. Si puedes retirarlos cuando tu bebé se duerma, mucho mejor.
Mucho abrigo provoca una temperatura elevada peligrosa
Abrigar a los bebés en exceso no es tampoco recomendable. De nuevo, la subida de temperatura mientras el bebé duerme se relaciona directamente con el SMSL, pues puede provocar fiebre y ser tan peligroso como que pase demasiado frío. Además, en verano puede provocar el desarrollo de sudamina, como nos dice la AEP, o extenderse hasta el invierno si la ropa que le ponemos es excesiva. Por ello, vístele para dormir con lo necesario.
Además, no se recomienda que sean prendas pesadas, voluminosas o con cientos de detalles, como lazos y puntillas, porque, de nuevo, podría asfixiarse con ellos.
Los móviles colgantes solo para jugar
Se aconseja no ponerlos en la cuna para dormir, porque el niño puede agarrarlos si ya tiene la destreza suficiente o pueden desprenderse sus piezas. Sin embargo, puedes ponerlos cuando esté despierto, dejarle jugar con ellos y, después, quitarlos. Y es que, la cuna más segura es la que está libre de objetos, porque algunos podrían convertirse en auténticas trampas para bebés y provocar lesiones. A un bebé, que la cuna sea aburrida, no le importa, es su espacio para dormir.
NO TE LO PIERDAS
Colocar al bebé bien también es importante
Por último, saber dónde colocar al bebé en la cuna es importante. Al contrario de lo que hacemos los adultos, los bebés no deben situarse al inicio de la cuna, sino a los pies de la misma. Situándole en la zona inferior se reduce el riesgo de asfixia, se evita que el bebé se pierda entre las sábanas y mantas (que, de nuevo, deben utilizarse las mínimas y lo más ligeras posibles, son mejores los sacos para dormir) y se previene que su cabeza choque contra los barrotes superiores.