La sobreprotección no es aconsejable en ningún momento. En cada etapa del desarrollo puede tener unas consecuencias concretas, dejando un efecto claro sobre la personalidad y las habilidades del hijo. Aunque en la adolescencia, el chico inicia un camino de separación con respecto a sus padres, muchos se aferran al niño que fue sobreprotegiéndolo.
Hemos hablado de las consecuencias de ello con Sonia Martínez Lomas, psicóloga y directora de los Centros Crece Bien, especializados en el desarrollo de habilidades emocionales, sociales y de aprendizaje.
¿Por qué los adolescentes necesitan separarse de sus padres para crecer?
Si hay un periodo convulso en el desarrollo del menor, ese es la adolescencia. El niño debe hacer la transición desde ese estado hasta el de adulto, y eso conlleva muchos cambios en su interior que se reflejan en el exterior. En esa transformación intensa que vive la sobreprotección no es buena aliada, a pesar de las inseguridades que pueda mostrar el adolescente.
“El adolescente se siente inseguro: por un lado quiere seguir siendo niño y, por otro, evoluciona inexorablemente a adulto. Esto lleva a que se comporte a veces de forma contradictoria, no siempre como el adulto que quiere ser independiente de sus padres”, explica la experta. Así, puede oponerse a los pensamientos paternos, expresar lo contrario de lo que piensa o rechazar su cariño o su afecto para sentir su individualidad.
La forma correcta de actuar de los progenitores es mantenerse cerca, comprendiendo por qué actúan así y validando todo ese nuevo universo emocional. De esta manera, “serán de gran ayuda en este paso, ya que les aportará seguridad y entendimiento de sí mismo”, destaca.
Formas de sobreproteger a un adolescente
La sobreprotección tiene muchas formas de materializarse. Algunas de ellas son más sutiles y pueden pasar inadvertidas. Estas son algunas de las que cita Sonia Martínez Lomas:
- No dejar que se equivoquen. Sucede cuando los padres se adelantan, actuando por sus hijos o diciéndoles lo que tienen que hacer para que no haya error. “De esta manera aseguramos el éxito presente, pero no el futuro”, advierte la especialista de www.crecebien.es. El problema surge porque al decidir por ellos, “les haremos dependientes de la decisión de los demás e inseguros ante el error ”. Y esto es problemático porque es imposible que los padres estén siempre presentes para supervisarlo todo.
- Hacer las pequeñas tareas cotidianas por ellos. No dejarles que sean autónomos, por ejemplo, haciendo su cama, recogiendo su ropa, ordenando sus cosas... es también una forma de sobreproteger.
- Negar el error. No hay que proteger al menor de haberse equivocado. Al contrario, es bueno que sepa que puede mejorar y reparar lo que aún no hace correctamente. Si se le transmite que todo lo que hace está bien, se le refuerza la otra idea. El problema es que “cuando le digan que no hace las cosas bien o las vea él mismo, no será capaz de reconocerlo, pensará que los demás no están siendo justos con él y su frustración crecerá a pasos agigantados”, alerta la psiócologa.
Los efectos de la sobreprotección
Los niños que han sido sobreprotegidos pueden llegar a la adolescencia con una gran necesidad de seguir contando con ese apoyo por parte de la familia, de la pareja o de las amistades. Incluso, como destaca Sonia Martínez Lomas, pueden llegar a buscar a otras personas “que les ‘limiten’ para no tener nunca que asumir una responsabilidad ante la que no se sienten preparados. No será capaz de tomar decisiones, por lo que buscará que alguien las tome por él o ella”.
Así, puede darse este bloqueo constante en la toma de decisiones, pero también el efecto contrario: buscar el límite y el riesgo extremo, buscando el peligro más de lo necesario por la necesidad de probarse a sí mismo.
Aunque hay que intentar huir de la sobreprotección en niños y adolescentes, muchos progenitores no se dan cuenta de que han incurrido en ese error hasta pasado un tiempo. ¿Qué hacer entonces? “Pueden comenzar a dar pequeñas responsabilidades que le vayan haciendo sentirse seguro y capaz”, recomienda la experta de Centros Crece Bien.
También es aconsejable que el menor vaya tomando pequeñas decisiones, como elegir la ropa para una ocasión especial, escoger qué actividad va a realizar un día concreto... Y, no menos importante, considerar el error como algo positivo: “Cuando te equivocas puedes aprender del error; si en la familia se ve como oportunidades para mejorar lo verá así y se atreverá a equivocarse”, asegura la psicóloga.