Que un bebé duerma bien y del tirón, nos dirán muchos padres, es solo cosa de unos pocos afortunados. Y aunque sea así, seguro que ese pequeño porcentaje que consigue que su pequeño no se despierte durante toda la noche ha tenido que pasar por alguna de las crisis del sueño que se conocen (sí, son varias), como también conocerán las diferentes etapas del crecimiento y las posibles regresiones del desarrollo de un bebé. Todas ellas entran dentro de la normalidad y, además, se sale de ellas.
La regresión del sueño de los ocho meses es una de las que más nos asusta como padres, pues su duración es variable y puede hacernos volver a empezar en lo que a rutina se refiere. Además, suele coincidir con que los dos progenitores ya se han reincorporado a la vida laboral y compaginar la vida diurna en la oficina con la vida nocturna de llantos en casa puede llegar a ser agotador. Conocer por qué se produce y cómo enfrentarte a ella puede hacer que lo llevéis mucho mejor. Para ello, hemos hablado con Laura Pazos, psicóloga infantil especializada en el sueño del bebé y directora de Sleepykids (@sleepykids_pro).
¿En qué consiste una regresión del sueño?
Una regresión del sueño es, como nos explica la psicóloga, “un empeoramiento repentino del sueño de nuestros bebés sin una causa aparente que lo justifique” y se caracteriza por:
- Una gran resistencia a dormir las siestas, lo que hace que, por las noches, se nos descuadren los horarios.
- Aumentan los despertares nocturnos o aparecen si antes no los había.
- Tardan mucho en dormir por la noche o se despiertan muy temprano.
“Son totalmente normales”, nos dice la experta, “y están asociadas a la aparición de hitos evolutivos”. Por ello, a ella le gusta mucho más llamarlas “progresiones del sueño”, ya que lo que sucede es que, en realidad, los niños progresan. Su duración es variable, suele estar entre las dos y las seis semanas, aunque como bien sabemos no todos los niños son iguales y, por tanto, las acusan de la misma manera. Y hay varias: a los cuatro meses, entre los ocho y las diez meses y al cumplir el año. Además, vendrá una a los 18 meses y, por último, al cumplir los dos años.
Por qué ocurre la regresión de los 8 meses
De entre todas las regresiones citadas, una de las que más nos cuesta a los padres es la de los 8 meses. Es una de las más largas y, según nos dice nuestra experta, “se vive de forma más intensa por las familias, ya que vienen de un periodo largo de descansar poco y, cuando parece que empiezan a ver la luz, vuelven los múltiples despertarse, el bebé no para de moverse en la cuna, incluso gatea, y hay mucha resistencia a dormir”. Viene presidida por los siguientes hitos evolutivos:
- Dentición.
- Aparición de nuevas habilidades motoras, como el gateo o el inicio de marcha.
- Aparición de ansiedad o angustia por separación.
En este momento, nos dice la experta, “las familias tienen la sensación de que le han cambiado al bebé o que están haciendo algo mal”. Aparece la frustración en los progenitores, que además se han reincorporado al trabajo y el cansancio se agudiza.
Herramientas para afrontar la regresión del sueño
Lo más importante, nos recuerda la experta, “es tener el conocimiento necesario para saber en qué consiste, cuánto dura y qué podemos esperar del sueño del bebé en esta etapa”. Como siempre, el conocer a qué nos enfrentamos nos prepara mentalmente para afrontarlo. Cuando una familia sabe que esto puede ocurrir, “seguramente podrá transitar esta etapa con más tranquilidad que otra a la que le coge desprevenida, buscando, sin éxito, la forma de remediar ese empeoramiento que parece haber venido como por arte de magia”.
Por lo general, nos dice la psicóloga, “la mejor herramienta es la paciencia y mantener todo lo adquirido previamente”. Es decir, si nuestro pequeño descansaba bien antes, volverá a hacerlo del mismo modo tras la regresión, pero es importante que nos centremos “en no cambiar el modo en el que se duerme, aunque nos resulta más difícil hacerlo durante esas semanas”. También, nos dice, podemos ayudarnos de algunas estrategias para acompañar esos hitos evolutivos que la desencadenan, intentando que pase un poco más rápido y mejor, como por ejemplo:
- Para la dentición: ofrecer mordedores fríos, fruta fresca o masajear las encías.
- En cuanto a la aparición de nuevas habilidades motoras, es decir, el gateo: practicar mucho durante el día las nuevas habilidades para que gane destreza y pierda el interés de practicar constantemente.
- Y, con respecto a la aparición de ansiedad o angustia por separación: jugar a juegos tipo “cucú-trás”, esconder parcialmente objetos, hablarle o cantarle cuando no estemos en su campo de visión, etc.
Por último, nos apunta la experta, esta regresión, que viene encabezada por el desarrollo de esta angustia por separación, no es el momento más adecuado para hacer el cambio desde el cuarto de los padres a su propio cuarto, “ya que el bebé vivirá esta separación con mucha angustia y, probablemente, se traduzca en un empeoramiento del descanso”. La recomendación de nuestra experta es hacerlo “a partir de los diez meses, una vez ha pasado ya esta re(pro)gresión y siempre que la familia decida que es su momento”.