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alumnos en clase tdah © Istock

Educación

Alumnos con TDAH, ¿por qué es bueno no separarles de sus compañeros en clase?

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad suele detectarse en la primera infancia y, con un plan adaptado a su educación, no tiene por qué generar mayores problemas. El aula se convierte con él en un lugar activo, dinámico y más responsable.


14 de julio de 2022 - 12:37 CEST

El  TDAH  (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es un trastorno del desarrollo caracterizado por niveles altos de falta de atención, sobreactividad e impulsividad inapropiados desde un punto de vista evolutivo. Es de naturaleza crónica y, por lo general, suele iniciarse durante la primera infancia y es de los más habituales. Es un trastorno que no puede atribuirse a alteraciones neurológicas, sensoriales o del lenguaje a un nivel grave, pero tampoco a un retraso mental o trastorno emocional importantes.

Señales de aparición de TDAH

Según nos expone Arancha Fernández, psicóloga con 20 años de experiencia en el ámbito de la educación y responsable del Departamento de Orientación JOYFE para Educación Infantil y Educación Primaria, hay señales que nos permiten detectar de una manera temprana este trastorno:

  • En primer lugar, cuando un niño se distrae con facilidad.
  • Cuando tiene dificultad para mantener la atención en las tareas escolares o, incluso, durante el juego.
  • No prestan atención a los detalles y cometen muchos errores por descuido.
  • Con frecuencia, suelen olvidar cosas en actividades que hacen a diario. Además, tienen dificultad para organizarse.
  • Les cuesta seguir instrucciones o finalizar las tareas.
  • Pierden objetos con frecuencia.
  • No les gustan las tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido en el tiempo, por lo que tratan de evitarlas.

Cuando se observan este tipo de señales, “es muy importante que en los colegios se disponga de protocolos de detección en los que participe todo el claustro de profesores, pero también los psicólogos, pedagogos y logopedas que formen el departamento de orientación del centro escolar”, nos señala la experta. Además, por supuesto, de los propios padres, pues este trastorno infantil puede llegar a causar un bajo rendimiento en el colegio.

¿Qué necesitan estos niños?

Nada más y nada menos que, nos dice la experta, “un apoyo específico en su entorno familiar y escolar”. Con este apoyo se consigue vencer las posibles dificultades a las que se van a enfrentar por falta de concentración o, en algunos casos, una menor capacidad para relacionarse.

Como nos confirma la experta, “no se trata tanto de tener herramientas específicas para este tipo de alumnos, sino que, lo fundamental, es la adaptación. Esto es, adaptar las tareas aumentando el tiempo en el que pueden realizarlas, marcando su desarrollo por pasos para facilitar la consecución parcial y global, llegando a la adquisición de las competencias necesarias. Por supuesto, nos dice, “es beneficioso trabajar con cualquier tipo de juego su atención y otras funciones ejecutivas en momentos específicos”. No necesitan accesorios educativos, sino un plan complementario a su educación.

“La experiencia nos demuestra que no importan tanto las características del niño, como que los diferentes especialistas, la escuela y la familia trabajen en la misma línea, con un desarrollo coherente de las mismas y dedicación”, nos dice la experta. En este caso, los objetivos se consiguen.

Los alumnos TDAH, una ventana de oportunidad hacia la aceptación

Teniendo en cuenta que los alumnos con TDAH no necesitan un aula especial, sino que su educación puede continuar su curso en la misma clase y con los mismos compañeros que tenía, solo nos queda ver, nos explica la experta, “una ventana de oportunidad con estos niños”. La diversidad existe, no solo en la educación, sino en todos los niveles de la sociedad

Cada vez es más frecuente encontrar aulas donde se concentran grupos de alumnos que son diferentes por razones étnicas, culturales, religiosas o de género, pero también alumnos con necesidades educativas especiales, con altas capacidades. Todo esto, nos dice, “nos lleva a la necesidad de realizar cambios importantes, pero aprovechar la diversidad para observar cómo el alumno puede llegar al aprendizaje de diversas formas”. El reto es aprovechar estas diferencias como puente a nuevas oportunidades, puesto que “el aula se vuelve más activa, dinámica y responsable”. Y es que, “una de las grandes ventajas de un aula abierta en el que estos niños siguen con su educación, nos proporciona un espacio social con muchas oportunidades de interacción donde se trabaja el respeto, la tolerancia y la empatía”.