Las ecografías durante el embarazo se convierten en uno de los momentos más esperados de los futuros padres , pero no siempre sabemos por qué se hace una u otra, de qué nos va a informar cada una de ellas o por qué nuestro ginecólogo insiste en que hay que acudir en una semana u otra, con apenas flexibilidad. Por lo general, son necesarias tres ecografías a lo largo de las 40 semanas de gestación aunque, en algunos casos excepcionales, puede ser necesario realizar alguna más.
Todas ellas nos permiten ver una imagen en blanco y negro del interior del útero, gracias a la conversión de las ondas de sonido de alta frecuencia que se envían y rebotan en él. Se realizan para conocer la evolución, tanto del feto como de las estructuras embrionarias que lo protegen y alimentan durante el embarazo, valorando también la situación de la placenta. Y, muy importante, saber el número de bebés con los que contamos . Pero no todas nos informan exactamente de lo mismo ni se realizan con un fin idéntico, sino que a medida que evoluciona el feto, se va buscando confirmar o descartar ciertos aspectos. Por ello, es importante hacerlas cuando se nos indican.
Primera ecografía. Semana 12
Como nos dice la Dra. María de la Calle, Jefa de la Sección de Obstetricia Médica y Tocología de Alto Riesgo en el Hospital de La Paz de Madrid, en su libro Embarazo. Semana a semana (Almuzara), “la ecografía en la semana 12 es la primera que se realiza en la mayoría de los centros públicos” y se hace entre la semana 11+0 y la semana 13+6 (13 semanas y 6 días, sin llegar a la semana 14), estos son los límites que tenemos. La llamada ecografía del primer trimestre nos ayuda comprobar:
- La viabilidad fetal, es decir, el latido del corazón del bebé.
- Medir la longitud del cuerpo del bebé: longitud cráneo-caudal o longitud céfalo-nalgas, lo que permite establecer la edad gestacional con exactitud.
- Diagnosticar grandes malformaciones en el feto y patologías en el útero y en los ovarios.
- Detección y medida del pliegue nucal (translucencia nucal): es el marcado de alteraciones genéticas como el síndrome de Down (trisomía 21) o del Síndrome de Turner. Para poder confirmar un diagnóstico positivo en este sentido, hace falta combinar los resultados de esta medida (datos ecográficos) con los de un análisis de sangre (datos bioquímicos) que te pedirán te realices en estas mismas semanas.
Segunda ecografía. Semana 20
Esta es conocida como ecografía morfológica y, como nos confirma la doctora, “se realiza entre las semanas 18+0 y 21+6, es rutinaria, pero debe hacerse en todas las gestantes, independientemente de su edad o de posibles factores de riesgo”. Con esta ecografía lo que conseguimos es descartar tanto malformaciones graves como leves. Y se realiza en estas semanas porque “si se detecta una malformación incompatible con la vida, está contemplado legalmente -y así se les expone a los padres- la posibilidad de interrumpir el embarazo hasta la semana 22”.
Pero no solo se debe realizar en este momento, sino que existen casos en los que los fetos necesitan un tratamiento dentro del útero materno o “el hecho de diagnosticar alguna anomalía en el feto nos permite llevar un control más exhaustivo de ese embarazo, con ecografías más frecuentes”. Por ello, es quizás la ecografía más esperada por las gestantes, pero también necesita de una muy buena preparación por parte de los ecografistas. En ella, además:
- Se estima el peso del bebé para diagnosticar posibles retrasos de crecimiento de manera precoz. Lo hace mediante las medidas que recoge del cuerpo del feto: circunferencia cefálica, circunferencia abdominal y longitud del fémur.
- Se estudia el líquido amniótico, tanto la cantidad como el aspecto.
- Se evalúa la placenta, principalmente, donde está situada (si es placenta anterior, posterior, previa, etc.).
- Se estudia también el cordón umbilical, viendo si tiene sus dos arterias y su vena.
Tercera ecografía. Semana 32
Por último, la tercera ecografía que se entiende de rutina se realiza entre la semana 32 y la semana 36, con la que se valora fundamentalmente el tamaño del bebé y el bienestar fetal. “No requiere un grado de especialización tan alto ni un equipo de alta calidad como en el caso de la semana 20”, explica la doctora. En la imagen, eso sí, veremos al bebé por partes, siendo más difícil identificarlo, ya que o bien la cabeza o bien el abdomen o las piernas ocupan toda la pantalla. En esta ecografía lo que vemos es lo siguiente:
- Viabilidad fetal, con presencia de latido cardiaco.
- Estática fetal o colocación del bebé dentro del útero.
- Tamaño del feto, que es lo más importante, para poder dar un peso aproximado y comprobar el correcto crecimiento del bebé. Pero, nos recalca la doctora, “es una estimación”.
- Observamos de nuevo la placenta, su localización y su grado de envejecimiento, puesto que si envejece de manera prematura “puede acarrear problemas de oxigenación y nutrición”.
- Cantidad de líquido amniótico, ya que su disminución o ausencia podría deberse a una rotura.
- Cordón umbilical, sobre todo, la zona de intersección de la placenta y si existen circulares del cordón, más frecuentemente en el cuello, lo que nos obliga a estar más pendientes durante la dilatación posterior.
- Observación, aunque ya es complicado, de anomalías de aparición tardías o no detectadas en la semana 20, fetos pequeños o con retraso de crecimiento.
Al margen de estas tres ecografías rutinarias, realizadas en España en todos los hospitales, puede ser que tu ginecólogo decida realizar alguna otra para que puedas ver a tu bebé o por algún motivo médico.