El colecho es “un comportamiento innato en los mamíferos (como somos los seres humanos) que se desarrolla por la cría por una razón clara: pura supervivencia”, nos explica Gema Magdaleno, matrona de Atención Primaria y especialista asesora de Chicco. El colecho le ofrece a la cría o, en este caso, al bebé, el calor, protección, seguridad y alimento que necesita. Son numerosos los estudios que demuestran, nos explica, que “ cuando el niño duerme cerca de su madre obtiene grandes beneficios ”, como son:
- Mejora su ritmo de sueño.
- Mejoran también sus constantes vitales, como la respiración y la frecuencia cardíaca.
- Se favorece una lactancia materna exclusiva más fácil y satisfactoria , ya que las tomas nocturnas, en principio, son más sencillas: “el bebé tiene el pecho cerca, lo identifica por el olor y puede mamar a oscuras mientras la madre duerme”, nos dice.
- Mejora el vínculo de los padres con sus hijos.
- Y, si el niño descansa mejor, los padres también lo harán.
Sin embargo, como nos dice la experta, “no todo colecho es seguro y es importante atender a aquellas señales que pueden significar que el niño está preparado para dar un salto de autonomía”, momento en el que deberíamos empezar a dar respuesta a su necesidad.
Casos en los que no es seguro el colecho
Cuando el recién nacido llega a casa, colechar o no colechar es una opción que los padres deben decidir sin ningún tipo de presión, “pero sabiendo que, aunque es beneficioso y seguro, hay determinadas circunstancias en las que no”, nos advierte la experta. Estas son:
- El bebé es prematuro o de bajo peso.
- Cuando alguno de los progenitores está enfermo.
- Los progenitores consumen tabaco, alcohol, drogas o algún tipo de fármaco sedante.
- Situaciones de cansancio extremo, como puede ser el postparto inmediato.
Cuándo hay que llevarle a su propia cuna
Según nos explica nuestra experta, “es fundamental atender a aquellos hitos o señales que se van percibiendo y que pueden significar que el niño está preparado ya para dar un salto de autonomía y no colechar”. Estas señales podrían ser:
- El bebé hace ya pocas tomas nocturnas y duerme sin despertarse, lo cual suele ocurrir, por norma general, a los 6 meses de edad.
- Su nivel de juego e interacción con otros niños es elevado, acude a la escuela infantil o ya sabe comer solo, un gran paso que también suele darse en torno a los 6 meses de edad.
Por ello, nos explica la experta, los 6 meses se presentan como una edad determinante en el desarrollo y crecimiento del bebé. “El bebé, fruto de su propio proceso evolutivo, continúa despertándose en ciertas ocasiones y puede seguir o no mamando, con lo que el colecho satisface necesidades reales de comodidad, tranquilidad y descanso por ambas partes”. Pero, en ocasiones, el bebé comienza a estar incómodo o demanda una mayor libertad. En este momento, ya no lo necesitan. Por tanto, estar preparados para el colecho también es estar preparados para saber cuándo comenzar a darle más espacio a nuestro hijo.
Entonces, se nos plantea la pregunta: como padre, ¿qué debo elegir? Aunque los beneficios del colecho son claros y están respaldados por expertos, “debemos adaptarnos al crecimiento de nuestro hijo y entender las diferentes etapas del desarrollo del niño”, lo que nos puede provocar alargar ese colecho o, por el contrario, “buscar una transición hacia una mayor autonomía en caso necesario”. Según nos dice nuestra experta, “el desarrollo y la adquisición de autonomía del bebé es, en realidad, un proceso flexible, no debe ser estricto, por lo que es muy variable de unos niños a otros, de la misma forma que es variable la edad de consecución de estos hitos, pueden ser los 6 meses, un poco antes o un poco más adelante”.
En el momento en el que creamos que nuestro bebé está preparado para dar ese paso, “el paso del colecho a la cuna (al igual que de la cuna a la cama más adelante) debe favorecerse siguiendo estos indicios, sin castigos ni comparaciones”. No queremos que sea un paso traumático. Ha de llevarse a cabo con la misma naturalidad con la que se instauró, por eso, veréis que vuestros hijos, de manera autónoma empieza a demandar su propio espacio.