El verano, a pesar del calor, es un gran momento para salir a disfrutar de la naturaleza. En España tenemos la suerte de contar con muchos espacios verdes, porque no todo va a ser siempre la playa. Las cordilleras, lagos y bosques del interior nos invitan a desconectar y a pasar un rato entre la diversa fauna y flora que puebla nuestra geografía. Si aún a pesar de haber programado ya tu agenda veraniega, te queda un hueco para alguna escapada nacional o vives relativamente cerca, no dejes de pasear por alguno de estos rincones. Además, los que hemos elegido son perfectos para ir en familia. Deben tener rutas accesibles, algo interesante para no aburrirnos y, por supuesto, una gran variedad de especies naturales para aprender algo nuevo.
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Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón, (Cantabria)
Las secuoyas son, en realidad, una especie común de la Costa Oeste de Estados Unidos, pero no en Europa. Sin embargo, por necesidades industriales, en torno al año 1940 se plantaron un gran número de ellas en esta zona. Concretamente, 848 secuoyas. El motivo no era otro que la rapidez con la que crecen, que permitió hacer frente a la demanda de la industria sin la necesidad de importar esta materia prima. Lo que fue una necesidad se ha convertido en todo un punto de referencia turística de la zona, pues nadie quiso cortarlas, con 2,5 hectáreas de plantación que merecen una visita.
¿Por qué para los niños? Además de por su fácil acceso y recorrido, por su singularidad.
Fragas do Eume, (Galicia)
En la provincia de A Coruña, se localiza el Parque Natural de las Fragas del Eume, un impresionante espacio natural con más de 9000 hectáreas en verde y habitado, eso sí, por no más de 500 personas. Su vegetación es muy densa y hay zonas en las que no pasa la luz, lo que hace que su conservación sea estupenda. Es un clásico bosque atlántico al que escaparse si lo que se busca es un descanso de las altas temperaturas en verano. En algunos de sus rincones existen aún ruinas de antiguos molinos y monasterios. Existen desniveles de hasta 300 metros, pero la verdad es que es un espacio asequible con niños en los que descubrir muchas especies de anfibios, entre otros animales.
¿Por qué con niños? Tiene seis puntos de acceso diferentes y varias rutas circulares en las que las ruinas hacen ameno el trayecto.
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Hayedo de Otzarreta, (Vizcaya)
Este bosque es uno de los lugares más visitados del País Vasco y se encuentra en el interior del Parque Natural de Gorbeia, entre las provincias de Álava y Vizcaya. No tiene mucha extensión y, antiguamente, era utilizado para realizar podas y obtener carbón de leña. Una práctica que en la actualidad no se hace y, por ello, se encuentra protegido. La belleza de sus hayas es la excusa perfecta para perderse una mañana.
¿Por qué con niños? Porque las ramas de sus árboles crecen apuntando hacia el cielo, lo que le da cierto toque mágico.
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Hayedo de Montejo, (Comunidad de Madrid)
Este hayedo primigenio (es decir, que está preservado de la actividad humana y no puede ser explotado) se encuentra situado en la zona norte de la Comunidad de Madrid y ha sido declarado Bosque de Interés Nacional. Por ello, las visitas que se aceptan están muy limitadas. Por tanto, la reserva es necesaria. La fauna es bastante atípica para lo que podemos encontrar en esta zona: hay nutrias, corzos o jabalíes, entre otras especies.
¿Por qué para los niños? Por su tamaño reducido, se puede ver en pocas horas.
Bosque de Gamueta de Ansó, (Huesca)
Mucho más al norte se sitúa este bosque, concretamente, en el Pirineo Aragonés, siendo reconocido como uno de los bosques atlánticos mejor conservados de nuestro país. La fotografía la llenan sus miles de hayas y abetos, convirtiéndose en un refugio, no solo de animales, sino también de plantas en peligro de extinción. Su extensión está en torno a las 100 hectáreas con diferentes sendas creadas, entre las que destaca la que se inicia en el refugio de Linza.
¿Por qué para los niños? Porque en poca extensión tienes muchos caminos y hasta un bonito salto de agua, la cascada de Gamueta.
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Abedular de Canencia, (Comunidad de Madrid)
De nuevo, en la Sierra Norte de Madrid nos encontramos con la Sierra de la Morcuera, que incluye este abedular que se ha convertido en uno de los puntos de acceso a esta zona de la capital. Es un espacio repleto de pinares, pero también de otras muchas especies de árboles, como abetos, abedules o robles. El tejo y el acebo, especies protegidas, también tienen su hueco. Es, realmente, una joya natural para descubrir.
¿Por qué para los niños? Por la gran cantidad de áreas recreativas que tiene para disfrutar en familia.
Braña de los Tejos, (Cantabria)
Este bosque se une al reconocido Parque Nacional de los Picos de Europa, aunque por su ubicación se incluye, en realidad, en la comarca de La Liébana, en Cantabria. Desde aquí se pueden observar, por ejemplo, las sierras de Asturias y Cantabria, además de los propios Picos de Europa. Su nombre lo recibe gracias a su longeva población de tejos, con más de mil años de edad. Un árbol que, para los cántabros, es sagrado.
¿Por qué para los niños? Porque aún a pesar de su altitud (1400 metros), posee una gran ruta circular que nos permite observar un sinfín de árboles, valles y, a lo lejos, algunos pueblos costeros.
Bosque de Muniellos, (Asturias)
Dentro del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, al sureste de la provincia de Asturias se sitúa esta reserva natural, con una flora y fauna que dicen ser única en toda Europa. Lo que sí es cierto es que es uno de los parques más coloridos de los que te recomendamos, con osos pardos, lobos y zorros escondidos en sus rincones. Senderos hay muchos, con diferentes niveles, pero todos guardan algún secreto.
¿Por qué para los niños? Porque además de los animales mencionados, su colección de aves, de diferentes tamaños y colores, es inmensa.
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Bosque de los Alcornocales, (Cádiz)
El Parque Natural de los Alcornocales, con cerca de 170.000 hectáreas de terreno, se sitúa entre las provincias de Cádiz y Málaga, siendo una de las poblaciones de alcornoques más grandes del mundo. Esto es gracias a la humedad del suelo, que permite no solo su nacimiento, sino su conservación, así como la flora más singular que contiene: la Laurisilva, perteneciente a la Era Terciaria, con hojas lisas y brillantes que aprovechan la humedad y escasa luz que dejan pasar los árboles que bordean los canutos. Entre las aves que lo habitan están las cigüeñas y las águilas.
¿Por qué para los niños? Por la altura impresionante de los alcornoques y por su gran extensión, que te permite escaparte en más de una ocasión sin aburrirte.