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Embarazo

Cómo protegerte de los contaminantes en el embarazo

Plásticos, pesticidas, químicos, metales... algunas sustancias pueden representar un peligro para el embarazo y para la salud del recién nacido. ¿Cómo puede la madre proteger a su bebé?


1 de julio de 2022 - 16:36 CEST

Los factores medioambientales ocupan un lugar destacado dentro de la carga de enfermedad en todos los países. Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que un 24% de la morbilidad (enfermedades) y un 23% de la mortalidad son atribuibles a esta causa medioambiental. Esto es especialmente delicado en los niños en sus primeras etapas de vida desde la gestación.

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Así, algunos estudios han observado cómo en niños de cuatro años se puede detectar la presencia destacada de contaminantes, que se puede explicar por la transmisión que ha habido de los mismos durante los meses de embarazo. En este sentido, la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP) señala la importancia de llevar a cabo una serie de precauciones para reducir la exposición, sobre todo en embarazadas y recién nacidos.

Los contaminantes más peligrosos

Dentro de estos contaminantes medioambientales, los más peligrosos son los denominados contaminantes orgánicos persistentes (COP), en inglés POPs (persistent organic pollutants). Se trata de sustancias químicas que suponen una amenaza tanto para la salud humana como para el medio ambiente, tal como advierte la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica.

Son compuestos químicos, en su mayor parte sintéticos, como pueden ser los pesticidas químicos, los plásticos, productos químicos industriales y determinados metales. Estos contaminantes  pueden actuar como disruptores endocrinos, que alteran algunas funciones del organismo,  provocando distintos problemas de salud, entre ellos, una menor fertilidad. Los disruptores endocrinos también pueden afectar al funcionamiento metabólico, al neurodesarrollo y a la función normal del tiroides, además de afectar al sistema cardiovascular.

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¿Qué sucede en el embarazo?

Durante el embarazo, los contaminates orgánicos persistentes que se han ido acumulando en el cuerpo de la madre a lo largo de toda su vidapueden movilizarse y pasar al feto. “Características maternas y  los cambios fisiológicos durante la gestación, como aumento de peso, podrían tener una influencia en la carga global del los COP en los recién nacidos”,  alerta la Dra. Adonina Tardón, investigadora y directora del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo.

Esto explicaría por qué en un estudio realizado en Asturias todos los recién nacidos presentaban niveles detectables de contaminantes organoclorados (entre los que estaba el metabolito principal del insecticida DDT). Tal como destaca la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica, “la concentración de COP en niños y niñas a la edad de 4 años se explica en el 65-93% por la concentración materna, lo que resalta la importancia de prevenir la contaminación ya durante el embarazo”.

¿Cómo reducir la exposición a estos contaminantes?

Contaminantes ambientales y disruptores endocrinos están muy presentes en el día a día en productos de alimentación, aseo... Tal como indica la SEEP, estamos muy expuestos a ellos, ingiriéndolos, inhalándolos e incluso a través de la piel.

Es muy difícil no entrar en contacto con ninguno, pero sí se puede intentar seguir una serie de precauciones para que embarazadas y niños recién nacidos se expongan lo menos posible a ellos. Es un aspecto que necesita una regulación legal mayor, pero ante el que se pueden ir tomando algunas medidas preventivas.

Son las siguientes, tal como detalla la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica:

  1. Llevar una alimentación lo más sana y natural posible, huyendo, sobre todo, de comida procesada y ultraprocesada, latas, envoltorios de plástico, agua embotellada en plástico, lavando bien las frutas y verduras frescas...
  2. Optar por  cosméticos naturales libres de parabenos. 
  3. Evitar los ambientadores artificiales, sobre todo en espray.
  4. Optar por muebles y  juguetes de madera  en lugar de sintéticos y de plástico.
  5. Elegir alimentos frescos sobre productos procesados que tienen listas largas de ingredientes en la etiqueta; cuanto más larga es la lista, es más probable que el producto contenga obesógenos (sustancias que favorecen la obesidad).
  6. Comprar frutas y verduras producidas sin pesticidas, como productos certificados orgánicos o ecológicos, o productos locales libres de pesticidas.
  7. Reducir el uso de plástico, especialmente al calentar o almacenar alimentos, usando, en su lugar, recipientes de vidrio o aluminio para los alimentos y bebidas.
  8. Quitarse los zapatos al entrar en la casa para evitar introducir contaminantes en la suela de los zapatos.
  9. Pasar la aspiradora con frecuencia, usar filtros de partículas de aire de alta eficiencia y un paño húmedo para quitar el polvo de la casa de manera habitual.
  10. Quitar o minimizar la presencia de alfombras de plástico en el hogar o en el trabajo.
  11. Evitar productos de limpieza agresivos con una larga lista de componentes químicos cuando sea posible.