Pasan los años, nacen muchos niños y hay debates que siempre van a estar ahí: tu bebé llora y tú, como padre y madre, no sabes si dejarle que siga llorando un rato y aprenda a calmarse solo o acudir corriendo en cuanto asoma la primera lágrima. Algunos os dirán que si hacéis lo primero sois malos padres y otros que haciendo lo segundo sois todavía peor. El miedo a que se acostumbren demasiado a tus brazos existe . ¿Qué haces entonces? Buscar lo que ahora leemos tanto en la información que encontramos: la evidencia científica. Y esta lo que nos dice es que los bebés, y más aún los recién nacidos, no saben ni deben calmarse solos.
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¿Qué es el llanto para un bebé?
Cuando un bebé llora, sobre todo durante los primeros meses de vida, lo que haces es hablar. Es decir, trata de comunicarse. Su función es muy clara: expresar que algo le pasa para que sus cuidadores se mantengan lo más cerca posible y, por supuesto, alerta.
Así, “el llanto es un medio de expresión de nuestros recién nacidos y supone, al igual que en otras especies con cuidado parental, un elemento esencial para la supervivencia”, nos explica la Dra. Pilar Bas, neonatóloga y especialista del Servicio de Pediatría de Vithas Las Palmas. Cuando eres padre te aprendes las cinco causas por las que puede llegar a llorar un recién nacido, quien no lo hace solo por hambre, sino que puede tener frío o calor (sería la segunda), el pañal mojado o sucio (la tercera causa), tener sueño y o poder conciliarlo (la cuarta) o, simplemente, necesitar el contacto de sus cuidadores (la quinta). Por esto último, muchos padres y madres se plantean si puede llegar a ser perjudicial dejar llorar sin consuelo a un recién nacido. Pero el llanto no es más que una cuestión de supervivencia. Algo no va bien.
¿Por qué no debo dejar llorar a un recién nacido?
Si acudimos a lo que nos dice la ciencia, “el llanto de un recién nacido implica estrés y el organismo, ante esta situación, reacciona segregando una hormona que se llama cortisol”, nos explica la doctora. Esta hormona, que nos permite mantenernos en un estado de alerta, “cuando llega a niveles elevados puede implicar daño en estructuras y sistemas neuronales”, nos dice. Si atendemos a que durante los dos primeros años de vida de una persona es cuando se configura gran parte de la red neuronal, sabremos que “no, no es bueno dejar llorar a un bebé”. Si a un bebé se le deja desatendido y llorando en una cuna, se sentirá desprotegido y, por tanto, “tendrá implicaciones en su desarrollo emocional ulterior”.
La teoría del apego también opina
Al margen de lo que nos dice en sí la ciencia, nos explica la especialista, “debemos tener en cuenta el desarrollo emocional que he comentado anteriormente”. Así, la teoría del apego defendida por el psiquiatra John Bowlby nos ofrece información clara al respecto. Según ella, nos dice la doctora, “los recién nacidos y los lactantes que carecían de un vínculo afectivo de al menos un cuidador presentaban alteraciones en su desarrollo social y emocional a largo plazo, incluyendo una psicopatía sin afecto”.
Explicado de forma sencilla, si un padre o una madre no atiende las necesidades de su hijo (que es lo que nos advierte el llanto del bebé, una necesidad), tendrá repercusiones en su patrón de apego. ¿Cómo? Llevando al niño o niña a desarrollar un estado de indefensión aprendida y a la resignación de que, aunque llore porque le pasa algo, nadie va a atender y nada va a cambiar. Y esto, llegados a la adolescencia, puede convertirse en un problema. Por tanto, la doctora es rotunda, “hoy en día, dejar a un bebé llorando en una cuna sin consuelo, no solo no es recomendable, sino que es perjudicial, y dicho perjuicio será peor cuanto más pequeño sea el recién nacido”.