El método Montessori , nos cuenta Julia Palmarola, autora del libro publicado recientemente, Educar en Montessori (Zenith), “se puede resumir en permitir que sea el niño o la niña quien, guiado por su maestro interior y sus periodos sensibles, explore un entorno controlado de manera independiente, respetando sus elecciones y animándolo a tomar decisiones autónomas”. Tomando como referencia esta definición, parece fácil aplicarlo en casa, pero cuando nos queremos poner a ello, no sabemos por dónde empezar. En realidad, “ no importa si tus hijos van o no a un colegio Montessori y cuál sea la situación concreta de cada familia”, nos dice esta experta en divulgación y creación de materiales deeste método pedagógico, dedicándoles un rato cada día se pueden realizar muchas actividades en casa que nos ayudan a crecer y aprender con nuestros hijos.
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De hecho, en esta guía práctica que acaba de publicar, destinada a niños y niñas de 4 a 8 años, nos presenta más de 70 actividades muy sencillas en las que se descubren las letras, los números y el mundo que nos rodea. Todo parte de los puntos básicos de este método -la estimulación de los sentidos y el fomento de la autonomía, la paciencia y la curiosidad- para trabajar aspectos de la vida práctica y sensorial, la lectoescritura, las matemáticas, las ciencias, la música, el arte e, incluso, los idiomas. Por tanto, si tu hijo tiene esta edad, te animamos a que dejes un rato los cuadernos de verano de lado y pongas en práctica alguna de las ideas que nos deja Julia Palmarola.
Actividad matemática: el conteo
Una de las actividades para practicar matemáticas que nos propone la autora es contar números e ir haciéndolo poco a poco. Es decir, primero del 1 al 10, después del 1 al 20 y, así, sucesivamente. “Contar del uno al diez es la base del sistema decimal y es muy importante dominar estos diez primeros dígitos antes de seguir adelante”, explica. Es una actividad, además, muy económica, pues no necesita nada más que objetos que tengamos en casa. Es mejor hacerlo con objetos que sobre un papel.
Si preferimos tener a mano algún material Montessori, la experta nos recomienda las barras numéricas, los números de papel de lija (que te explicamos a continuación con las letras), tarjetas y contadores o cadenas con perlas (que puede ser también una manualidad previa muy divertida). Una vez se tengan los diez primeros dígitos controlados, se podrá pasar al conteo del 11 al 19.
Las barras numéricas
Contar también puede hacerse con barras de madera de tamaño creciente. Así, además de los beneficios anteriormente descritos, “se comprende la secuencia de los números”, nos explica la experta en su libro. Para crear el material tan solo necesitas cartulina roja y azul, bastante gruesa, tijeras y pegamento. Se han de recortar un total de 55 rectángulos de cartulina (28 rojos y 27 azules) de 2,5 x 5 cm y, con ellos, se crean diez barras de longitud creciente: uno, dos barras pegadas, luego tres y así hasta diez; alternando el rojo y el azul.
La secuencia de lectoescritura
Por lo general, existe la creencia de que debemos enseñar a los niños primero a leer y después a escribir, pero en Montessori, “consideramos el aprendizaje de la lectoescritura un proceso orgánico en el que el niño primero aprende a escribir y más tarde a leer”. Por ello, la autora nos propone comenzar por orden y aprender primero a trazar las letras, después aprender el sonido de los fonemas sueltos y, después, pasar a crear sílabas con el mismo proceso. Para ello, se pueden utilizar pequeñas tarjetas hechas con papel de lija.
En este caso, se trabaja con las letras minúsculas de tacto rugoso (debido al material que usamos) para que el niño pueda trazar con el dedo su silueta mientras aprende su sonido. De esta forma, se aprende a identificar las letras usando los sentidos de la vista, el oído y el tacto. Además, al trazarlas, “el niño desarrolla la memoria muscular, de modo que le será más fácil recordarlas y escribirlas más adelante”, apunta la autora en su libro.
Con unos rectángulos de cartulina para la base, fijando el papel de lija sobre ellas, y pegando las letras en fieltro sobre ellas (azul para las vocales y rojo para las consonantes), ya tenemos nuestras tarjetas. Primero será el adulto quien realice el silueteado con el dedo índice y corazón (como si lo estuviese escribiendo), pronunciando su sonido, para después dejar al niño. Importante, nos recuerda la autora, “pronunciar el sonido, es decir, en la letra M, diremos ‘mmm’ no ‘eme’”.
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Rutinas de casa: poner la mesa
La actividad, en este caso, es muy sencilla, el niño tiene que poner la mesa con todos los utensilios necesarios para una comida, siguiendo o bien un ejemplo nuestro o un diagrama que le dejemos. De esta forma, se aprende una habilidad necesaria en la vida diaria, mejora la atención en el detalle y la concentración, además de la capacidad de abstracción nos explica la autora, “pues compara un diagrama o ejemplo con la actividad terminada para el control del error”. En Montessori, la autora nos dice que se anima a los niños “a usar vajilla de loza y vasos de cristal, en vez de utensilios de plástico desde que comienzan a comer solos, pues aunque se rompa alguno, el niño aprende lo que pasa si se cae al suelo y los tratará con el debido cuidado”. Así enseñamos también responsabilidad e independencia.
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Crear un álbum de botánica
Una actividad estupenda al aire libre es la de salir a la naturaleza para recolectar hojas y flores, observando las especies de nuestro entorno, reconocerlas y clasificarlas. Algunas de las más comunes son la encina, el pino, el roble, las margaritas, el jazmín o el castaño. Dejaremos que las hojas se sequen y crearemos ese álbum de botánica. Podemos hacerlo sobre una cartulina en blanco grande o por colores.
Transferencia de sólidos con una cuchara
Una de las actividades que más versatilidad tiene es la de transferir sólidos con una cuchara, además de muy típica en la pedagogía Montessori. Consiste en pasar pequeños objetos de un recipiente a otro, como garbanzos. Una vez el niño domina la técnica de los más grandes, podemos pasar a los más pequeños, como arena o sal y, después, a líquidos. De nuevo, el material que necesitas es económico y fácil de encontrar por casa, pero mantienen al niño muy concentrado en su tarea durante un largo rato. Se tiene que esforzar, trabaja su motricidad y su paciencia.
Para ello, utiliza dos boles de cerámica, uno lleno y otro vacío, colocados uno al lado del otro y pídele que pase los garbanzos de uno a otro con una cuchara sopera. El ingrediente, en realidad, puede ser muy variado. Primero le enseñamos cómo hacerlo (si se nos cae alguno, lo recogemos con el índice y el pulgar para que él haga lo mismo) y dejamos que haga todo el bol él solo.
Clasificación de semillas
Otra actividad económica y muy sencilla es la de clasificar las semillas que tengamos por casa y pedir a nuestro hijo que las coloque en diferentes boles. Además de trabajar la coordinación de mano y ojo, la presión en pinza con los dedos, fomentaremos el orden, la concentración y la paciencia. Los materiales son una bandeja con tantos boles como semillas tengas y uno extra para mezclarlos todos. El niño deberá ir tomando una a una las semillas con sus dedos índice y pulgar para separarlas y clasificarlas. De nuevo, como en el caso anterior, primero serán semillas más grandes y después semillas más pequeñas.
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Bordar con hilo y aguja
Para esta actividad, el niño o niña tendrá que tener un poco más de edad que en las que hemos visto anteriormente, pero aprender a coser debe ser algo divertido y, de nuevo, por pasos: primero se darán puntadas libres, luego puntos en línea y, por último, en punto de cruz. Una vez dominada la técnica, nos dice la autora, “se puede pasar a coser botones y crear bolsitas”. Aunque era un pasatiempo muy común antiguamente, ahora es raro ver niños que sepan coser o bordar.
¿Qué necesitas? Un bastidor, varios rectángulos de tela de saco, una aguja saquera de punta roma (de metal o plástico), hilo de bordar grueso (para que sea más sencillo) y unas tijeras. Primero mostraremos al niño cómo colocar la tela en el bastidor, como enhebrar la aguja, cortar el hilo, colocarlo (doble con un nudo al final) y proceder al bordado. Hay materiales Montessori como el de la imagen ya preparado para esas primeras puntadas.
La bolsa cuentacuentos
Por último, una de las actividades que más nos gusta es esta que propone la autora, con la que se fomenta la imaginación, la expresión oral y escrita, además de ampliar el vocabulario de los niños. Dentro de una bolsa se meten varios objetos pequeños, pueden ser juguetes (por ejemplo, muñecos, frutas, etc.), y con el primer objeto que saquemos de la bolsa se ha de inventar una historia. Si el niño sabe escribir bien, se puede usar lápiz y papel, si no, se puede usar el alfabeto móvil para escribir las palabras principales de la historia o el que hemos explicado anteriormente con papel de lija.