Quizás te haya pasado, que tu bebé esté durmiendo por la noche y ¡de repente! se ponga a llorar descontrolado y sin consuelo. Según nos explica la experta en sueño infantil, Irene Moreno de Baby Koala (@babykoala.coach), se trata de “despertares en los que los peques se levantan en mitad de la noche llorando y chillando. Y, nosotros, los papás, damos un brinco de la cama, sobresaltados, porque escuchamos llorar a nuestro peque como si algo malo le pasara”. Aunque también puede suceder que, por ejemplo, el bebé está durmiendo una siesta diurna y su despertar sea algo enrabietado, se levante irascible o más intranquilo e inquieto… ¿Por qué sucede esto?
Principales motivos que propician los ‘malos despertares’
Tenemos que partir de la base de que cada niño es un mundo, pero en cuestiones de sueño infantil, existen una serie de motivos que son clave y normalmente, los causantes de que los niños se despierten de esta manera. La coach nos enumera cuáles los principales:
- Pueden ser causados por algún tipo de molestia: “Son muy comunes los despertares causados por la salida de los dientes, por ejemplo”, nos dice. “Por otro lado, es habitual que los peques despierten por molestias digestivas. Los menores de 6 meses, que tienen un sistema digestivo inmaduro y pueden tener muchos gases. A partir de los 6 meses, las molestias en el aparato digestivo están relacionadas con la introducción de la alimentación complementaria. Por supuesto, el malestar que acompaña a cualquier enfermedad es también causante de estos despertares”.
- Por hambre: “Los despertares nutritivos pueden traer llanto fuerte. ¡Hay peques muy glotones!”, asegura.
- Por escuchar algún ruido: “Muchos niños son sensibles a los ruidos fuertes y el ruido de una moto, por ejemplo, o de cualquier golpe inesperado puede ocasionar un despertar con sobresalto para ellos”, señala.
- Por parasomnias: “Las más comunes son los terrores nocturnos y las pesadillas. La diferencia está en que las pesadillas, aparecen a partir de los dos años de edad y los terrores pueden aparecer antes (aunque no es lo más habitual). Las pesadillas son más frecuentes que los terrores nocturnos y ocurren en la segunda mitad de la noche, mientras que los terrores son durante la primera mitad de la noche (fase no REM)”, nos explica la experta. “Cuando el peque tiene una pesadilla es capaz de recordar el mal sueño, contarlo (cuando saben hablar) y una vez se sienta seguro y tranquilo volverá a conciliar el sueño. En los episodios de terrores nocturnos no hay consuelo, el peque no sabe que está acompañado, está dormido (aunque se siente y se mueva de manera violenta) y no es consciente de nada. Se calmará solo a los pocos minutos y volverá a dormirse sin ayuda. Es importante saber que cuando los peques tienen terrores nocturnos es aconsejable no despertarlos, pueden desorientarse y asustarse. Es mejor acompañarlos y vigilar que no se hagan daño”, advierte.
¿Cómo podemos ayudarles a evitar estos sobresaltos?
La coach de sueño infantil, nos da una serie de pautas que nos pueden ayudar a aliviar la intesidad de estos sucesos, e incluso, evitarlos:
- Asegurarnos de que están descansados: “Unas horas adecuadas de sueño diurno son fundamentales para su descanso nocturno. Cuando están ‘sobre cansados’ las probabilidades de sufrir terrores nocturnos o pesadillas aumentan”, afirma.
- Seguir una buena rutina y ritual de sueño previo a la hora de dormir: “Esto les aporta seguridad y se irán a la cama/cuna más tranquilos”.
- No utilizar pantallas una hora antes de dormir: puesto que “la luz azul interfiere con la producción de la hormona del sueño, la melatonina, dificultando la conciliación del sueño nocturno”, señala.
¿Cómo calmarles en los despertares nocturnos?
“De la manera que sea más fácil para cada bebé, porque cada bebé es un mundo. Hay algunos que no les gusta que les cojan en brazos, por ejemplo, porque tienen un apego diferente, ambivalente, inseguro... incluso, ¡no les gusta que les toquen! En ese caso, le acompañas, le cantas una canción... Hay otros que les encanta el contacto físico y cuando les coges en brazos se calman”, explica la coach.
Y, por último, para ayudar a los peques en el caso de que el despertar sobresaltado sea en una siesta diurna, lo mejor es poco a poco ir devolviéndoles a la tranquilidad. Esto lo podemos conseguir, por ejemplo: “Calmándole y volviéndole a dormir. Yo siempre utilizo el contacto: abrazos, besos... y canciones. Si no se duerme, puedes ir subiendo las persianas con él en brazos poco a poco y cuando consigamos que se calme, ¡empezar la tarde!”, recomienda. Por ejemplo, realizando junto a él una actividad que le guste mucho, como pintar o jugar con sus juguetes favoritos durante un rato, ofrecerle ir a dar un paseo, ir al parque… En definitiva, hacerle cambiar el chip para que supere ese bache y cambie su humor.
En ocasiones, estos sobresaltos son incontrolables por parte del pequeño y suelen coincidir con sus ‘crisis madurativas’: “Esos despertares complicados también pueden estar causados por las ‘regresiones del sueño’. Estas afectan a las siestas y hacen que los peques las peleen, estén más inquietos... por eso, es tan importante que tengan una buena higiene del sueño y la importancia de inisistir en que hagan las siestas, que tanto necesitan”.