Por todos es sabido que las verduras no son una de las comidas preferidas de los niños. A algunos papás se les hace muy cuesta arriba introducir algún vegetal en el plato del peque, porque, además, cuentan con que el niño, probablemente, ni lo pruebe.
Sabemos que existe la neofobia a limentaria (es decir, a probar alimentos nuevos) durante los primeros años de vida de los peques, pero, podríamos decir que ¿existe alguna aversión a las verduras que sea digna de estudio? La clave está en “insistir pacientemente” , nos dice la experta en nutrición infantil, Natalia Torres (@nutrimasmid). “Podemos ofrecerlas de diferentes maneras (al vapor, asadas, en sopa, en crema, ralladas), jugar mucho con los colores o en preparaciones como los hotcakes (pasteles calientes), aunque tampoco se recomienda ocultarlas siempre”, aconseja.
Otra opción puede ser dejar que el niño elija qué verdura quiere comer, pero “no cuenta como opción que diga ‘ninguna’, sino, entre todas las que haya disponibles en casa, permitirle decidirlo”, sugiere la experta. También se aconseja que participe (de acuerdo a su edad) tanto en la compra como en la preparación de las comidas y conviene hacer este recordatorio a los papás: “Entender que, aunque no coma la verdura en cuestión, el hecho de que la tolere en su plato es un avance. Primero debemos lograr la relación positiva con el alimento y después insistir en la ingestión. Y, sobre todo, ser su ejemplo”, recomienda la nutricionista.
La importancia de una base de hábitos alimenticios saludables
Parece un mito de tantas y tantas veces que lo hemos escuchado, pero, ¿eres consciente de todos los beneficios que nos aportan las verduras? Es muy importante que formen parte de nuestro menú diario por muchas razones. “Su aporte nutricional es crucial (vitaminas, nutrientes inorgánicos o minerales, agua, fibra…), y en lo que se refiere a los niños, tenemos que tener en cuenta que están en una etapa de crecimiento y desarrollo dónde estos nutrientes tienen una mayor importancia, ya que son necesarios para lograr que todos sus progresos se den de manera óptima”.
Además, tenemos la obligación de formar y educar a nuestros hijos, desde la infancia, sobre la importancia de unos buenos hábitos de alimentación . “Si logramos que se familiaricen y consuman de manera frecuente las verduras desde pequeños, es muy probable que mantengan esos hábitos hasta la etapa adulta, siempre que este consumo sea reforzado por el ejemplo. Lanzar un mensaje como ‘Los niños sí comen verduras porque son sanas y están creciendo, pero papá y mamá no comemos porque no nos gustan’, no nos beneficiará; siempre van a aprender con el ejemplo”, insiste.
Algunas pautas que recomienda la nutricionista infantil para construir las bases de una alimentación sana en la infancia son:
- Ofrecer gran variedad de colores, texturas y sabores.
- Incluirlos en la compra y preparación de alimentos, incluso en que elijan qué plato se va a comer algún día determinado.
- Siempre servir un plato que contenga los 5 grupos de alimentos, jugando con diferentes colores y texturas (si es posible, se pueden realizar figuras con los alimentos).
- Preparaciones y recetas ‘divertidas’ como, por ejemplo, las verduras en forma de espagueti, hotcakes verdes o rosas por la espinaca o la remolacha.
- Ser ejemplo de tus hijos.
¿Cuál es el verdadero secreto para que coman verduras?
Insistir, insistir e insistir. Efectivamente, cuantas más veces les ofrezcamos vegetales de todo tipo, colores, sabores y formas, más probabilidades tenemos de que el niño los acepte y comience a comerlos, e incluso ¡les guste!
Un estudio realizado al respecto recientemente, asegura que la recompensa (no alimentaria) es beneficiosa a la hora de introducir verduras en su alimentación. El estudio ‘Vegetables Box Program’, dividió a niños de entre 1 y 4 años en tres grupos: de exposición-recompensa, de exposición-no recompensa y no exposición-no recompensa. Aquellos que tenían recompensa, cuando probaban una verdura nueva, se llevaban un premio no comestible como una pegatina o una corona de papel. Al final del estudio, estos niños habían probado hasta 14 verduras distintas. Lo que se concluyó en el informe es que ofrecer verduras con regularidad incrementa su capacidad de reconocerlas y probarlas, y dar un premio también favorece; pero eso sí, “es importante que esta recompensa sea algo divertido y no comida”, asegura uno de los investigadores de dicho estudio.
Por otra parte, los expertos en nutrición infantil también plantean la teoría de que un alimento se puede llegar a ofrecer hasta en 15 ocasiones a un niño, hasta que este lo acepte o, al menos, lo pruebe. Preguntamos a la nutricionista infantil por ello, a lo que nos responde: “Esto es totalmente verdad, pueden ser 15, e incluso hasta 20 veces...”, asegura.
“Se trata de una educación del paladar para la aceptación de diversos sabores. Siempre les digo a los papás que recuerden cuando empezaron a beber alcohol, muy probablemente las primeras veces no les gustaba para nada, pero ahí seguían insistiendo hasta que mágicamente les encantó (ríe divertida). Pues algo así es lo que ocurre, el paladar se va acostumbrando y ‘tolerando’ el sabor hasta aceptarlo. Además, hay que recordar siempre tener paciencia, sobre todo, con las verduras ya que saben muy diferentes según su presentación o cocción, por ejemplo, no saben igual crudas, que si se sirven ralladas o cocidas. Los peques no asocian esto. No piensan: ‘¡Ah! Bueno, la zanahoria me encanta cocida, pero ahora está rallada y sabe totalmente diferente’; para ellos es como si fuera otro alimento totalmente distinto”, concluye.
Por tanto, el secreto para introducir las verduras en las comidas de los niños se basa en una buena educación en hábitos alimenticios, la paciencia e insistencia de los papás y por su puesto, predicar con el ejemplo.