Desde la aparición de internet, hace más de 30 años, se están realizando numerosos estudios para valorar de qué manera la tecnología digital ha cambiado nuestra conducta y sistema cognitivo frente al de nuestros predecesores.
A lo largo de la evolución en la historia, nuestros sistemas cognitivos se han ido modificando con la aparición de la tecnología; la forma en la que hablamos, escribimos o hacemos cálculos matemáticos se ha ido adaptando a la evolución de nuestro entorno.
“Recientes estudios con neuroimagen han detectado que los nativos digitales (definidos como los nacidos a partir de 1989), se caracterizan por procesar la información de forma muy rápida y poco profunda, además de realizar una toma de decisiones más rápida y menos reflexiva”, sentencia Candy Hernández Albarrán, neuropsicóloga experta en desarrollo de funciones ejecutivas.
Estos nativos digitales, muchos ahora convertidos en padres, se ven involucrados con facilidad en la “multitarea” (entendida como el cambio alternante, rápido y superficial en la ejecución de diferentes tareas), lo que les lleva a un aumento de la distracción y una disminución de las habilidades de control ejecutivo (actividades mentales complejas necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar regularizar y evaluar el comportamiento necesario para adaptarse eficazmente al entorno y alcanzar metas).
La experta reitera que no podemos dejar de analizar a los “nativos digitales” desde su perfil de estudiantes, ya que sus cerebros están expuestos a los medios digitales desde una etapa muy temprana en la que su cerebro está en desarrollo y la plasticidad neuronal es mayor.
“En este sentido, numerosas publicaciones inciden en que estos alumnos aprenden de forma diferente. En concreto, existen patrones que relacionan el uso de la tecnología con el estilo de aprendizaje y se ha pasado a un aprendizaje por intereses frente a un aprendizaje para un objetivo”, añade.
Según nos informa, este perfil se caracteriza por tener poca tolerancia a un ritmo lento de lectura o procesamiento de la información, preferencia por imágenes frente a textos, tendencia al procesamiento no lineal de la información, búsqueda de conectividad de forma constante, preferencia por el aprendizaje por actividades, frente al aprendizaje por la lectura, necesidad de feedback inmediato, y dificultad para manejarse en entornos con poca tecnología.
Una generación con una ‘vida online’
“Hablamos de una generación que modifica su vida diaria y actividades por el uso de la tecnología. Tienen una vida ‘online’ en la que construyen su forma de comunicación, ocio y aprendizaje. A su vez, dentro de esta nueva forma de comunicarse, crean también sus propios códigos, como pueden ser el uso de abreviaturas, o connotaciones como, por ejemplo, escribir en mayúsculas”, expone la orientadora psicopedagógica en el Colegio Brains de Madrid.
Existen también más cambios en comparación con sus padres, desde la forma de comprar y vender, a la de encontrar trabajo o la de compartir contenido intelectual... incluso la conducta en cuanto a las relaciones sociales: “La forma de conocerse ha cambiado, y el tiempo compartido, también; utilizan los mecanismos de encuentro online para establecer citas y utilizan juegos multijugador donde se pueden encontrar con un millón de jugadores más de todo el mundo”.
Para este perfil, esta socialización online está mediada por su reputación, que obtienen gracias a valoraciones e influencia que consiguen en sus publicaciones.
¿Una generación incapaz de tener un aprendizaje profundo?
“Preocupa que esta generación no pueda ser capaz de un aprendizaje profundo y con productividad en el trabajo (entendida a través de la capacidad de atención sostenida, procesamiento elaborado de la información y persistencia en la tarea)”, desarrolla la experta.
Sin embargo, reconoce que el punto optimista en esta valoración es que este conjunto de habilidades se puede seguir desarrollando de forma positiva si, a través del aprendizaje, los educadores adaptan las instrucciones comprendiendo este perfil.
“Esta generación tiene grandes potenciales derivados del contexto en el que se encuentran, como por ejemplo, ser capaces de valorar de forma simultánea varias perspectivas, uso de redes de trabajo online, crear hipótesis de forma imaginativa, y tienen una gran motivación cuando existe un feedback inmediato”.
En definitiva, Hernández Albarrán, doctorando en Psicología y Educación, explica que se trata de utilizar la tecnología como herramienta pedagógica y ayudar a que esta generación desarrolle hábitos productivos, relacionados con creación de contenido escrito, o el uso amplio de diferentes recursos tecnológicos.
Y afirma que si se estimula en la producción de proyectos con alto contenido tecnológico, a parte de que los estudiantes puedan estar más motivados, podrán llegar a ser muy competentes y autodirigirse de forma adecuada en el uso de la tecnología”.
Bienvenido, co-viewing
“Otra posible solución es lo que se ha denominado co-viewing o co-use, término referido al uso compartido de la tecnología y las pantallas dentro de la familia, entendido como una forma de generar un tiempo de ocio conjunto y un modelo positivo en cuanto al uso”. Por ejemplo:
- Elegir y ver una película en familia: “Tiene un impacto positivo en la comunicación y genera oportunidades de conversación en torno a los temas que surgen en la película, para que puedan comprender el contenido”.
- Tener la oportunidad de utilizar los videojuegos en familia: “Facilita que podamos explicar lo que sucede en la pantalla; si es real o no, si existen comportamientos inadecuados, etc”.