La adolescencia es un proceso que atraviesan y superan todos los padres y madres; una etapa que tiene un principio y un final, y que, por tanto, termina. Durante este tiempo, quienes más han de aprender son los progenitores, que deben estar dispuestos a adaptarse a esta faceta y a todos los cambios que traerá consigo...
Entre ellos se encuentra la crisis de identidad y la crisis de autoafirmación. ¿Pero qué significan cada uno de estos términos? Antonio Ríos, psicólogo y autor del libro ‘¡La adolescencia se termina!’ resuelve nuestras dudas:
“La adolescencia es un proceso en el que todo en la vida del niño cambia: su comportamiento, sentimientos, emociones, pensamientos, modelos, patrones de conducta... El hijo deja de ser niño y se convierte en “otro ser” que se siente mayor, en búsqueda de autonomía e independencia”, expone el experto.
Ríos, especialista en orientación y psicoterapia familiar, de pareja y con adolescentes, asegura que los padres han de seguir estando en la vida de sus hijos, pero de un modo diferente a como actuaban cuando eran niños: “Es fundamental que aprendan a relacionarse con sus hijos adolescentes desde otro prisma”. Es decir, aprender a tratarlos, hablarles, mirarlos, contar con ellos y dirigirse a ellos con un enfoque nuevo y diferente, dejando de lado el sistema de enseñanza que han adoptado hasta ahora.
Dos crisis o cambios: crisis de identidad y de autoafirmación
“La crisis de la identidad hace referencia a los cambios que vive y, en muchas ocasiones, sufre el adolescente al dejar la etapa de niño y pasar a una nueva fase desconocida que se abre ante ellos”, afirma el psicólogo.
Según nos explica, estos cambios fundamentalmente hacen referencia a transformaciones físicas, emocionales, sexuales, sociales, intelectuales, de valores y criterios. “El estilo, vivencias, emociones, sentimientos, valores, percepciones… la forma en que han vivido durante la infancia queda atrás y todo cambia. Todo ello les produce una gran inseguridad, que tienden a calmar con la presencia de los amigos”.
“La crisis de la autoafirmación, o de la afirmación del yo de la personalidad, hace referencia a la eclosión que se produce de la personalidad durante esta etapa, que les lleva a sentirse mayores y, por tanto, con la necesidad de experimentar, explorar o descubrir el mundo que les rodea”, añade Ríos.
“Esta afirmación del yo provoca que desafíe normas, límites, pautas; que cuestione criterios, valores, puntos de vista, etc. Además, y sobre todo, defenderá sus planes, criterios, gustos y sus deseos de un modo contundente desde un prisma emocional de todo o nada”, sentencia.
¿Cómo debe ser la relación de los padres con sus hijos?
El experto informa que en la crisis de la identidad se trata a los adolescentes desde ese nuevo prisma o enfoque: “Esto se hace no devaluando su opinión, no descalificando su punto de vista, no humillándolos, no cuestionándolos, no despreciando sus propuestas o proyectos... Simplemente respetando sus opiniones, gustos, criterios, proyectos, propuestas, etc. Haciéndoles sentir que cuentan con ellos y dan valor a su opinión”.
Y matiza que esto no significa que tengan que estar de acuerdo con ellos y otorgarles, concederles o apoyarles en aquellos criterios, gustos o propuestas: “Aquí entra la otra crisis de la afirmación del yo, por la que van a desafiar y cuestionar los criterios o pautas de los progenitores y tendrán que aprender ambos a negociar y llegar a acuerdos donde todos ganen... Aunque siempre habrá situaciones o realidades innegociables que los padres no deben consentir”.
Las crisis de autoafirmación, las que más sufren los padres
El experto comenta que la crisis de autoafirmación es la que más repercute en la convivencia con los padres, “porque la afirmación de su yo, y por lo tanto de lo que yo pienso, siento, deseo, planifico, decido, organizo, etc, les lleva a un constante desafío de lo que los “otros” (sus padres) desean, planifican, organizan, deciden, etc”.
Añade que esta afirmación del ‘yo’ suele realizarla en su gran mayoría frente a las figuras de autoridad y de amor, que son los progenitores. “Fuera de casa, tienden a comportarse de un modo mucho más contenido y, sobre todo, no desafiante”, sostiene.
La infancia puede determinar la adolescencia
La infancia es una etapa en la que se van construyendo los cimientos que luego se van a consolidar en la adolescencia. “Una infancia basada en la sobreprotección, en una educación sin normas, sin pautas y sin límites, puede provocar que el adolescente se tiranice”, asevera Ríos.
En la infancia también se va desarrollando la autoestimay la seguridad en sí mismo, por lo que, concluye, es muy importante fomentar estas cualidades desde pequeños para que, llegada la adolescencia, se puedan prevenir problemáticas de tipo social y personal.