Cuando llegan a esa fase en la que no quieren que les trates como un niño, pero tampoco son todavía tan mayores como para hacer determinadas cosas, o en la que sus gustos cambian y, lo que antes les parecían planes ‘guays’ ahora son un ‘rollo’, como, por ejemplo, que ya no quieran ir al parque o hacer planes en familia… es complicado de sobrellevar y es que ¡solo quieren estar con sus amigos!
En primer lugar, ¡ármate de paciencia! Es una etapa por la que tu hijo debe pasar para madurar, pero no te preocupes, porque el psicólogo, especializado en adolescencia, Javier Martínez (@adolesientes), nos va a dar las claves para saber qué hacer en cada en momento y cómo gestionar las situaciones que se pueden tornar más complicadas.
Para empezar, nos explica: “El querer estar todo el tiempo con los amigos es parte del proceso de formación de la identidad e individuación que ocurre en la adolescencia. A lo largo de la infancia nuestro sentido de identidad, de quiénes somos, se construye en función de nuestra familia; somos hijos o hijas de alguien, hermanos o hermanas, sobrinos o nietos de alguien, somos una referencia de alguien más. Pero, al llegar a la adolescencia, queremos formar una identidad propia, ser nosotros mismos y rodearnos de personas que nos acepten por quiénes somos nosotros y no por nuestra familia. Para ello nos volcamos hacia nuestros grupos de pares y amigos con los que compartimos gustos e intereses y nos alejamos un poco de la familia”.
Y es que, como el dicho que se solemos decir: ‘A nuestros amigos los elegimos’, algo que es algo recíproco porque ellos también nos eligen a nosotros, lo que proporciona al adolescente un valor de individualidad. “Es una parte natural del proceso de crecer y definirnos como personas y es una preparación para el paso futuro de dejar el hogar cuando llega el momento”, nos dice el experto.
Cómo fomentar que pase tiempo en casa
Debes ser consciente que para tu hijo adolescente no es un capricho, sino que se hace fundamental pasar tiempo con sus amigos y esto no tiene que significar alejarse de la familia o cortar las relaciones por completo. Según el psicólogo, “mantener los vínculos y espacios familiares sigue siendo clave para el adolescente en su vida emocional”. Algunas estrategias que nos brinda el experto son:
- Acercarnos a los gustos del adolescente: interesarnos por su mundo y sus hobbies (los videojuegos que juega e intentar jugar con ellos, ver películas o series que sean elegidas por ellos, etc.), hacer una escucha activa.
- Establecer espacios de pasar tiempo en familia que sean parte de la rutina: una noche de juegos de mesa, un almuerzo familiar el fin de semana, ver algún evento deportivo juntos.
- Respetar los espacios de salida con los amigos. Si se convierte en una competencia es probable que termine en conflicto.
- Permitir que los adolescentes puedan compartir tiempo con sus amigos en el hogar también. Abrir las puertas a las amistades en casa puede generar cercanía con los amigos, y que estos valoren a los padres del adolescente, ayuda a mantener los vínculos.
Consejos para inculcar la importancia de la familia
Pero al final, lo que tu hijo va a valorar y lo que le va a calar durante toda la vida, aunque sus comportamientos sean un tanto ‘diferentes’ durante la adolescencia, es inculcarle la importancia y el respeto por la familia desde la infancia. Pasar tiempo de calidad con el niño, estimularle en su aprendizaje, interesarse por sus gustos y opiniones… son algunas de las cosas que más demandan y que debemos ‘estar ahí’ para ayudarles y acompañarlos, en todos sus cambios. El psicólogo, además, añade una serie de cosas que considera importantes:
- Mantener vínculos estrechos con otros familiares (abuelos, tíos, primos, etc.). La cercanía con la familia debe ser parte de la vida cotidiana familiar y los padres deben ser ejemplo de ello.
- Empezar desde temprano. No esperar a que llegue la crisis en la adolescencia para comenzar a reforzar el mensaje de la importancia de la familia y los vínculos.
- Fomentar la resolución de conflictos en el hogar. Es importante demostrar que hay soluciones a las diferencias y que después de una discusión o conflicto se busca reparar lo sucedido, los vínculos se valoran cuándo los cuidamos y rectificamos nuestros errores.
- Mantener espacios de compartir en común. Cuando cada miembro de la familia hace su vida separada desde temprano y no hay momentos o espacios donde coinciden para hablar, pasar ratos juntos, comentar el día de cada uno… se va creando un distanciamiento progresivo. Puede ser desde compartir una comida al día hasta una salida a la semana.
- Tratar de tener los espacios de compartir libres de otras distracciones o interrupciones. Dejar los teléfonos de lado en la mesa o durante las conversaciones, el foco debe estar en compartir y vivir el momento.
¿Qué hacer si sus ‘nuevas compañías’ no nos gustan?
Los expertos siempre dicen que en estos casos debemos priorizar el respeto y la confianza en el joven. Pero, por supuesto, no despreocuparnos sino permanecer atentos a cualquier signo o llamada de atención que pueda hacer saltar las alarmas de relaciones tóxicas de amistad o indeseadas. El experto nos previene de las que considera “principales señales que pueden ser indicadores de algunas influencias nocivas a las que hay que prestar atención”:
- Si hay cambios bruscos en la forma de actuar, gustos, apariencia y estado de ánimo del adolescente.
- Comenzar a transgredir normas y reglas en el hogar y la escuela, dejando de lado las responsabilidades.
- Descenso marcado en el desempeño académico.
- Pérdida de interés en hobbies y gustos anteriores.
- Cambios en las amistades : dejar amigos y amigas de mucho tiempo y comenzar a estar con grupos nuevos.
Y si esto está sucediendo, el psicólogo recomienda “abordar el tema cuanto antes y no dejarlo pasar. Mantener la calma para hablar de ello con el joven, no criticar a los nuevos amigos o compañías, sino poner el énfasis en las conductas para dejar claro que eso es lo que no se va a aceptar, esas conductas”. Y si vemos que no podemos con ello, nunca está demás consultar qué hacer o pedir consejo a un profesional que nos pueda ayudar a marcar pautas o límites.