Tras leer el libro de Laura Cañete quedan varias ideas muy claras. Una es el amor por encima de todo. Porque reivindica la adopción como acto de amor, por delante de otras consideraciones. Otra es la positividad. La adopción puede ser un proceso complejo, pero ella destaca su lado más amable, aportando recomendaciones para guiar a las familias que se enfrentan a él.
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En Mis hilos rojos (Ed. Ciudadela) cuenta su experiencia, pero, sobre todo, lanza una visión integral sobre lo que supone tener hijos a través de la adopción llena de optimismo.
En el libro hablas de que la adopción no es un acto de solidaridad sino de amor. ¿Cómo se puede saber que se está preparado para adoptar?
Me atrevo a decir que ningún padre o madre se siente preparado para serlo, si lo piensas… es una responsabilidad tan grande que da vértigo y nunca se está preparado. En el caso de la adopción debemos tomar la decisión sin saber si estamos preparados. Nosotros iniciamos el proceso con muchos miedos, como es lógico.
Creo que de alguna manera estamos preparados para adoptar cuando somos conscientes de las necesidades y especialidades que pueda tener nuestro hijo por el hecho de ser adoptado. Si somos conscientes de eso, nos formamos durante el proceso y estamos dispuestos a seguir haciéndolo toda la vida, entonces estamos preparados.
Defiendes en tu libro que la adopción no debería considerarse con un plan B...
Lo que defiendo en el libro es que a mí personalmente no me gusta que se considere de forma automática la adopción como un plan B. Es decir, no pueden tener hijos: adoptan. En mi caso, la adopción entraba en mis planes desde antes incluso de conocer a mi marido, luego la vida misma nos lo puso en bandeja.
Algunas familias acuden a la adopción después de haber tenido hijos biológicos o naturales (la terminología da igual). Hay tantos casos como familias y personas, por eso defiendo que no se saquen conclusiones precipitadas porque esas conclusiones pueden hacer daño a la familia y en especial al niño. Si se ve como un plan B, los niños adoptados se convierten en un mal menor. “Como no podían tener hijos, se conformaron con la adopción”, niego categóricamente que eso sea así.
¿Qué consideras que es lo más duro de los procesos de adopción?
Es complicado decir qué es lo más duro, ya que hay muchas dificultades. A nivel personal es duro gestionar la soledad ya que muchas veces a lo largo del proceso te sientes incomprendido y solo. La incertidumbre es otra dificultad, siempre faltan datos, nunca sabes si el proceso va a llegar a término, los plazos siempre suelen ser inciertos… En el caso de adopción internacional, como es nuestro caso, sin duda, el momento más duro del proceso es el momento en el que te hacen la asignación y ves por primera vez en foto a tu hijo. En ese momento quieres estar con él, abrazarle, tocarle, pero hay que esperar unos meses. Ese tiempo es muy difícil de gestionar.
¿Cómo se debe acompañar emocionalmente a una familia que está inmersa en una adopción?
Como en muchas situaciones, a veces es suficiente estar y acompañar. Empatizar con la familia para conocer qué está sintiendo y estar disponible para escuchar. Muchas veces no necesitamos un consejo sino simplemente que nos escuchen y sentirnos comprendidos. O simplemente que se alegren cuando nosotros estamos felices ya que a veces, como no se entiende la adopción, tampoco te acompañan en los buenos momentos.
Destacas el derecho a saber de los hijos. ¿Cómo se debe abordar un tema tan duro como el del abandono?
Nuestros hijos tienen derecho a saber todo lo relativo a su historia de vida. Habrá datos que habrá que gestionar con más delicadeza que otros. Por ejemplo, el tema del abandono es un tema sensible que hay que abordar. Primero debemos escuchar y estar muy atentos a lo que dicen y cómo lo interiorizan y manifiestan y, por otro lado, nosotros tratar el tema sin miedo, con mucho respeto, mucho cariño y mucha empatía. En una familia no hay temas que no se pueden tratar, se puede hablar de todo y cuando duele hay que hacerlo porque debemos darles herramientas para gestionarlo. Considero que es un tema importante, por eso en el libro le dedico un capítulo entero solo a este tema.
¿Cuáles son los problemas a los que se enfrentan vuestros hijos en el día a día por el hecho de ser adoptados?
Nosotros en el día a día no tenemos que enfrentar problemas diferentes al resto de niños que no son adoptados. Lo que sí que creo es que en el día a día hay que trabajar para que realmente no haya problemas. Me explico, si sabemos que se pueden sentir inseguros en determinadas situaciones, debemos trabajarlo. Nosotros celebramos cada fecha relacionada con sus adopciones y hablamos mucho de su historia para que la conozcan y se sientan seguros y felices.
En nuestro caso, las dificultades no vienen tanto por el hecho de ser adoptados como por el hecho de tener rasgos raciales distintos. Vivimos en una sociedad en la que, por desgracia, hay racismo. Es una asignatura que tenemos pendiente y debemos mejorar como sociedad. Esto lo trabajamos en casa para que sepan cómo reaccionar en esos casos y, por otro lado, es importante también ir trabajándolo cada uno en su entorno, por ello quise incluir en el libro un capítulo sobre racismo.
¿Cuál es el consejo que darías a unos padres que van a vivir en breve el primer encuentro con su hijo adoptado?
Siempre digo que no me gusta dar consejos porque cada familia y cada persona es única y por tanto cada encuentro también lo es. Recomendaría ir con el corazón y la mente muy abierta para estar preparados para acoger a nuestro hijo como venga. Independientemente de su edad y de la preparación que haya tenido, ya que le han podido contar algo, puede llegar muy feliz o con miedo o bloqueado, no podemos perder de vista que es un niño y que en un acto de fe, entendiendo más bien poco, nos da su manita y se viene con nosotros. Nuestro hijo no sabe que somos las personas que más le quieren y le van a querer en el mundo. Debemos estar preparados para hacerles ese momento lo más fácil posible.
Por otro lado, a mí me ha funcionado tratar de no pensar en lo que han vivido con anterioridad. Siempre hago el ejercicio de visualizarme frente a ellos pensando que hasta ese momento han vivido muchas cosas que yo no conozco, pero a partir de ese momento en que ya estamos juntos para siempre, empieza lo bueno. Vamos a vivir momentos buenos y malos pero los vamos a vivir juntos.
¿Qué es lo más urgente que debería cambiar socialmente en torno a la visión sobre la adopción?
Para que se entienda mejor la adopción creo que es importante que los padres adoptantes seamos capaces de hablar de adopción con naturalidad, facilitando a los demás que pregunten y hablen, con educación por supuesto, pero sin miedo a equivocarse por utilizar una terminología que a nosotros nos pueda parecer no adecuada, por ejemplo.
Habría que conseguir que se viera la adopción como una forma más de constituir una familia. Es decir, desterrar la idea de que es un acto de solidaridad. Volvemos a la pregunta del principio, es un acto de amor no de solidaridad. Todas las personas implicadas en la adopción se entregan, no hay mayor acto de amor que darse uno mismo. Los padres adoptamos porque queremos proyectar nuestro amor en un hijo y por supuesto que le vamos a dar lo mejor de nosotros, pero por amor, no por solidaridad.