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c mo elegir el calzado adecuado para mi beb © AdobeStock

Salud infantil

‘¿Cómo deben ser los zapatos de mi bebé?’

¿Hay que ponerle zapatos para que aprenda a caminar? ¿Qué tipo de calzado es el mejor cuando empiezan a dar sus primeros pasos? ¿Cómo sé cuál es su talla para garantizar que no le hagan daño? Los expertos lo tienen claro: los zapatos deben adaptarse al pie del bebé y garantizar unas condiciones lo más parecidas posibles a las de caminar descalzo


31 de mayo de 2022 - 14:59 CEST

Existen muchas teorías y falsos mitos en torno a los zapatos de los bebés y niños. Hay quienes afirman que utilizar calzado les ayuda a que se forme el arco del pie o a que aprendan a caminar. Sin embargo, la opinión de los expertos difiere de esta idea: los zapatos sirven para proteger el pie, pero no son necesarios (ni recomendables) para aprender a caminar (excepto si, evidentemente, gatea en el exterior y hay riesgo de que se haga daño).

“Desde el punto de vista de la ergonomía, la mejor forma de dar estabilidad y seguridad a los niños en su fase de gateo y en la de los primeros pasos es garantizar unas condiciones de calzado lo más parecidas posibles a las de caminar descalzo”, afirma la pediatra Lucía Galán (@luciamipediatra).

“Los zapatos no ayudan a que los pies se desarrollen ni colaboran a que el bebé aprenda a caminar o a ponerse de pie, ya que éstos son desarrollos madurativos que no dependen de factores externos”, añade la pediatra Mar López Sureda (@marlopez_pediatra). Por tanto, la recomendación es que el niño, dentro de casa, camine descalzo.

Los zapatos deben adaptarse al pie y no al revés

López Sureda indica que los niños empiezan a andar entre los 10 y 18 meses, la mayoría entre 12-15. Existen muchos interrogantes sobre la idea de cómo debe ser el zapato:

  • No debe rozar (revisar el pie del niño en busca de roces).
  • Amplitud adecuada (no debe apretar, es importante revisar también la anchura).
  • Ligero (poco pesado).
  • “Suela fina o ligera de menos de 5mm, y que sea igual de plana por delante y por detrás”, puntualiza López Sureda. Una suela delgada ayudará a una mejor percepción del suelo al caminar.
  • Flexible en las dos direcciones (especialmente en la zona donde nacen los dedos).
  • Plantilla extraíble (nos ayudará a comprobar si es su número, si le va pequeño...). De esta forma podremos airear mejor el zapato. La plantilla debe ser fina, blanda y sin arco plantar porque los bebés a estas edades aún no tienen el arco desarrollado (con lo cual, si tenemos una almohadilla en la plantilla les puede generar molestias).
  • Con puntera flexible (para proteger las uñas).
  • Con sistema de regulación (por ejemplo, con velcro).
  • Hecho con materiales naturales: piel, algodón...(de esta manera conseguiremos que el pie transpire, que no sude en exceso y conseguiremos un adecuado control térmico de la temperatura del pie). “También sería interesante que no tengan compuestos como el cromo o el níquel que, a veces, producen reacciones de hipersensibilidad en la piel de los más pequeños”, enfatiza Galán.
  • “Cuando el niño ha iniciado la marcha y ésta ya está establecida es muy importante que la horma del zapato se adapte al crecimiento irregular del pie del niño. Para eso, tanto el empeine como la puntera deben tener una holgura grande y ancha que permita el correcto crecimiento tanto del pie como de los niños”, añade.
Cómo elegir el zapato perfecto para mi bebé© AdobeStock

¿Cuál es su talla?

Para calcular la talla exacta del pie del zapato, López Sureda nos propone dibujar el contorno de sus dos pies con un lápiz recto y medir la distancia mayor. También es importante revisar la guía de tallas de la marca: “Se recomienda que sobre espacio entre su dedo gordo y el final del zapato (dependiendo de la edad y del modelo se puede recomendar más o menos pero suele ser 0.7-1,2 cm)”. Para comprobar si se le ha quedado pequeño un zapato prueba a extraer la plantilla.

¿Le pongo los zapatos de su hermano?

Mar López advierte que no se deben heredar los zapatos en ninguna circunstancia: “La forma de andar de un niño y de otro es distinta. El zapato va a estar deformado por la forma que ha adquirido el primer niño y puede producir alteraciones en el siguiente”.