La primera pregunta que nos deberíamos plantear es, ¿deberíamos tener en cuenta la falta de respeto de los niños? ¿Hasta que edad podemos ser más permisivos? ¿Cómo actuar según van creciendo y tienen estas reacciones? Son muchas las dudas que se proponen, ya que se trata de un tema bastante controvertido y, sobre todo, subjetivo para los padres, puesto que cada uno pone los límites a sus hijos donde cree necesario.
La psicóloga clínica familiar, Elisa Ramos Gil (www.elisaramosgil.com), hace una reflexión antes de comenzar a abordar el tema y lanza la siguiente cuestión: “ ‘¿Qué es para ti una falta de respeto?’ Solemos cometer un error común que es tratar al niño como si fuera un adulto, esperando comportamientos y actitudes de ellos que ni siquiera han aprendido. No podemos tomar como falta de respeto que un niño de año y medio no te mire a los ojos cuando le hablas ya que aún no ha aprendido que eso es una norma básica social. Entonces, será imprescindible que, cuando sintamos que nos están faltando al respeto pensemos si es realmente cierto o es algo que aún no les hemos llegado a enseñar o necesitan más tiempo para aprender”.
Sin embargo, la psicóloga nos cuenta que, a edades tempranas, es decir, entre los 2 y 4 años, sí que pueden comenzar a expresar comportamientos irrespetuosos como son pegar, gritar o insultar: “Estas acciones las aprenden de los adultos o de los niños de su entorno y es tarea de los padres que vayamos poniendo límites y redirigiéndoles hacia conductas y comportamientos más adaptativos”, sugiere. “Las faltas de respeto no se aprenden solas. Tuve algunas sesiones con una madre que me decía que su hija de 4 años no paraba de decirle ‘tonta’, comenzó diciéndoselo a ella, pero, después, comenzó a decirlo a todo el mundo. Tras profundizar un poco más en lo que contaba, nos dimos cuenta que esa palabra la repetían su hermano mayor (7 años) y su padre de manera constante hacia la madre y la niña. La madre explicaba que el tono que empleaban era distinto a como lo decía la niña y que, por lo tanto, lo de ellos no era una falta de respeto”, nos cuenta. Y, continúa analizando: “Y ahí está nuestro error: un grito, un manotazo o un insulto es una falta de respeto da igual el tono o la forma en la que se diga. Pasa lo mismo con los tortazos: ‘Mi hijo me pega’, a lo que yo pregunto: ‘¿Hay alguien en casa que haga eso’: ‘Sí, nosotros lo hacemos cuando hace algo mal’… Esa es la respuesta”, nos cuenta.
Cuáles son los desencadenantes de las faltas de respeto
El centro de la cuestión (y de la solución) está en saber cómo gestionar esos sentimientos de frustración, enfado, rabia, llantos… cuando aparezcan y proporcionarles las herramientas para hacerlo. Y es que estas situaciones se les presentan a los peques muy frecuentemente en su día a día, pero un niño en sus primeros años de vida: en primer lugar, no sabe regular estos comportamiento porque su cerebro todavía no está maduro y en segundo lugar, hay que sumar la falta de gestión emocional. Por lo que: “Será muy importante que les enseñemos desde muy pequeños una buena educación emocional con el objetivo de que sean capaces de gestionar y regular sus emociones”, recomienda la psicóloga.
La falta de límites es otro de los problemas más comunes que puede actuar como desencadenante y es que, saber poner las líneas rojas que no se deben traspasar es difícil para los padres, tanto o más, como cumplirlas por parte de los hijos. Pero solo de esta manera será cómo aprenderán, de la forma más correcta, a entender que traspasar esas líneas será un indicativo de que están haciendo algo mal. “Si el niño no está acostumbrado a tener unos límites claros, a la mínima que se frustre, será incapaz de gestionar sus emociones y empleará comportamientos irrespetuosos”, asegura la psicóloga.
¿Qué podemos hacer ante estos comportamientos?
La experta nos da una serie de pautas que pueden ayudarnos a reconducir estas reacciones:
- Redirigir las conductas inapropiadas a otras más adaptativas: enseñarles que, en lugar de pegar cuando estén enfadados, será mejor irse a un lugar tranquilo y volver cuando esté más calmado o hablar de lo que les ocurre.
- Mantener la calma en todo momento y no explotar, si lo haces, lo repetirán.
- Mantente firme, si lo hacen ante alguna petición a la que te has negado o límite que le has puesto.
- Exprésale cómo te sientes para que aprendan que esos actos hacen daño a los demás.
¿Cómo prevenir esas actitudes?
Y, además, la experta añade una serie de pautas para intentar que estas situaciones no se den en casa:
- Lo primero de todo es ‘educar en el respeto’: “parece que a los niños no se les debe pedir perdón, ni dar las gracias, ni ser respetuosos con ellos y este es el gran error del que partimos. Todos merecemos amor, cariño y respeto, da igual la edad que tengamos. Siendo respetados, sabrán cómo ser respetuosos con los demás”, asegura la psicóloga.
- Dar ejemplo siempre.
- Enseñarles a gestionar sus emociones desde muy pequeños.
- Haz un análisis mental de las palabras o conductas que empleas y si hay alguna que podrías eliminar para ser más respetuoso con ellos.
- Los cuentos son un recurso maravilloso para educar en el respeto de manera divertida y de forma que lo comprendan bien.