ni o enfadado con su madre© AdobeStock

Psicología

‘Mi hijo me rechaza cuando nos reencontramos, ¿qué hago ante esa situación?’

Este tipo de conductas suelen ocurrir entre los 2 y los 4 años, edad en la que el cerebro del niño todavía es inmaduro y no es capaz de gestionar sus emociones. Así es cómo deberemos reconducir la situación.


26 de mayo de 2022 - 12:56 CEST

No es difícil encontrarnos a la salida de la escuela infantil  o del cole, a niños que, al ver a su mamá o papá esperándoles a la salida, les rechacen. Algunas de las reacciones más comunes suelen ser esconderse tras la puerta del colegio, correr hacia dentro de nuevo o montar una pataleta sin motivo aparente. Y esta escena se puede ampliar a la casa de los abuelos cuando los padres van a recogerles después de su jornada laboral, o incluso cuando llegas a casa y él peque ya está allí con su cuidador.

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Lo cierto es que para el niño no conlleva consecuencias de mayor profundidad (si esto ocurre en determinadas edades), pero a los papás puede romperles el corazón y hacerse sentir mal. En primer lugar, no te preocupes si tu hijo tiene este tipo de conductas porque es algo que ocurre con frecuencia. “Es habitual que los padres nos comuniquen este hecho. Ir a recoger a su hijo a la salida del colegio y sentir que el niño les rechaza. En ocasiones, los niños muestran indiferencia o ignoran a sus padres, pero en otras ocasiones, pueden darse conductas realmente hostiles, con rechazo expreso”, nos cuenta la psicóloga infantil, Verónica Pérez Ruano, directora del Centro Raíces Psicología (www.raicespsicologia.com). “También es muy habitual ser recibido con una rabieta nada más recogerle de la escuela infantil o el colegio; rabieta que se produce por motivos muy pequeños que no parecen justificar tanto malestar, como que no le guste la merienda que le hemos llevado, el juguete que tiene o si hay que subirse al coche”, nos pone como ejemplos.

¿A qué edades es más común que ocurra?

Cuanto más pequeño es el niño, más común será este comportamiento, y es que las edades comprendidas entre los 2 años y los 4 es cuando se produce con mayor fuerza. Según nos cuenta la experta: “Los niños de esta edad llevan muy mal la separación de sus figuras de referencia, que suelen ser sus padres, y periodos prolongados de separación son vividos con mucho malestar. Al no encontrarse en un espacio de seguridad rodeado de sus figuras de apego principales, suelen contener su emoción y malestar. Pero cuando su madre o padre viene a recogerles, se sienten seguros y acompañados y, por lo tanto, se relajan. Es entonces cuando la emoción que ha estado contenida sale”, argumenta.

Esto se debe a que su cerebro es aún inmaduro, “especialmente su corteza frontal”, indica la experta, lo que no les permite tener la capacidad necesaria para regular sus emociones, y les hace perder el control en forma de rabieta, llanto o enfado descontrolado. “Cuanto más larga sea la separación y más horas estemos sin verlos, con mayor probabilidad se producirá este aparente rechazo, que como hemos visto no es tal, simplemente es una emoción que ha estado contenida y se desborda al estar en compañía de sus personas de referencia”, asegura.

Al contrario de los que podamos pensar, este comportamiento nos está indicando la buena relación existente entre el niño y sus progenitores, ya que nos confirma que son en quiénes el niño confía y se permite expresar sus emociones en todo su esplendor y sin tapujos.

Sin embargo, tal y como nos cuenta la psicóloga infantil, “progresivamente, este comportamiento irá disminuyendo con la edad, ya que su cerebro va madurando y pueden regular mejor su emoción. Además, van ganando autonomía, lo que permite que toleren mejor las separaciones de sus figuras de apego”. Y añade: “Otra cuestión sería que el rechazo no esté asociado al reencuentro, si no que se dé de manera habitual, o que el niño sea mayor de 8 años y siga presentando estas conductas. Entonces, sí sería recomendable explorar un poquito más si puede existir alguna causa que esté debajo y que pueda estar causando el malestar”, recomienda.

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¿Cómo actuar frente una situación así?

En primer lugar, los padres deben entender que se trata de una reacción de un cerebro todavía inmaduro y, por tanto, con dificultades para gestionar las emociones. No podemos tomar ese comportamiento como una venganza del pequeño hacia nosotros por haberle dejado ‘solo’, ni malinterpretar esa conducta como una manipulación porque entonces serán los padres los que terminen sintiéndose mal consigo mismos sin razón. “Pero si entendemos que es una conducta normal, fruto de una emoción subyacente y que nada tiene que ver con la situación actual ni con un rechazo real hacia nosotros, si no que es una necesidad de regularse emocionalmente, tendremos más paciencia, podremos acompañar este rechazo desde la calma , sin sentirlo como algo personal, y ofreciendo cariño y contención hasta que se pase”, asegura la experta.

Por tanto, ¿cómo reaccionar como padre ante tal situación? Sabemos que no es fácil cuando probablemente, además, haya más papás delante, o incluso las profesoras del pequeño, pero la psicóloga aconseja: “Es muy recomendable después continuar con la tarde sin darle más importancia, no recordar continuamente el episodio, castigar o cambiar nuestros planes ‘para que aprenda’ que eso no se hace. No hay nada que aprender, porque no se puede enseñar a un cerebro a madurar más deprisa. Simplemente se puede acompañar con cariño y afecto, sin ceder a sus exigencias, pero siendo cercanos y mostrándonos disponibles para él, dándole la seguridad que necesita”.