No son pocos los padres que, cuando cambian el pañal de su bebé, se sorprenden al comprobar que sus heces son de color verde. Habitualmente, asociamos el marrón (o el mostaza) como el color que deberían tener sus excrementos, y por ello, en cuanto nos percatamos de un ligero cambio, cunde el pánico. Pero, ¿debería ser la caca verde un motivo de preocupación? ¿Denota algún problema de salud? El doctor Ramón Tormo Carnicé, especialista en Aparato digestivo infantil en la consulta ‘Doctor Ramón Tormo Carnicé Gastroenterología y Nutrición’, y miembro de Top Doctors, nos lo explica.
El color es un indicador de la velocidad del tránsito intestinal
Como bien detalla el doctor Gonzalo Oñoro, de ‘Dos pediatras en casa’, las heces son esa parte de la alimentación que, después de la digestión, no ha sido absorbida por el intestino, y el cuerpo lo elimina al hacer de vientre.
Durante esa digestión, el hígado y la vesícula biliar segregan bilis, una sustancia que permite que se digieran y absorban las grasas, pero que también excreta otras sustancias como la bilirrubina (color rubio) y la biliverdina (color verde). Productos de deshecho que proceden del metabolismo del hierro y que se mezcan con el bolo alimenticio en el intestino, dándole color. De ahí que los colores sean marrones, verdes o amarillos.
Tal y como nos destaca el doctor Tormo Carnicé, el color verde de las heces suele indicar una velocidad de tránsito acelerada. Es decir, que se trata de un marcador de velocidad de tránsito intestinal.
Por qué un bebé puede expulsar heces verdes
El médico nos detalla que la causa es la insuficiente transformación de la bilis, que a lo largo de su paso por el intestino pasa de biliverdina a estercobilinógeno, y finalmente a estercobilina, que es la que confiere el color marrón a las heces.
Si el tránsito intestinal es rápido, la bilis de color verde que se excreta en la segunda porción del duodeno (la primera parte del intestino delgado) al contraerse la vesícula cuando comemos, no da tiempo a que aparezca la estercobilina, apareciendo productos intermedios como el estercobilinógeno, que es de color verde o, más aún, la biliverdina.
Las causas generalmente son banales, y señala algunas de las más frecuentes:
- Un exceso de fibra en la dieta.
- Un exceso de lactosa, o de lactosa y galactooligosacáridos (un grupo de azúcares complejos que se encuentran en la leche materna). De hecho, ésta es rica en lactosa y tiene pocas grasas, por lo que es habitual que los pequeños que toman el pecho tengan heces de un color más verdoso que los que toman leche de fórmula.
Por otro lado, indica que, en muy raras ocasiones, podría deberse una afectación más o menos seria del intestino, además de una velocidad de tránsito acelerada.
¿Debería ser motivo de consulta?
El doctor nos explica que se puede consultar con el pediatra, pero sin urgencia. Lo importante es que estado general del pequeño sea bueno, y que no presente problemas.
En cambio, sí se debería llevar al pequeño al pediatra con la máxima celeridad posible si las deposiciones presentan las siguientes tonalidades, según nos indica la pediatra Leticia González Vives, @pediatem_encasa en redes sociales:
- Blancas, dado que esto puede ser un signo de que el hígado no secrete suficiente bilis.
- Rojas. Normalmente, la causa principal es un sagrado en la parte baja del intestino. Hay veces que las heces contendrán sangre (hematoquecia), o directamente expulse sangre. Tanto en uno como en otro caso, es muy importante que los apdres llamen al médico, ya que podría ser debido, simplemente, a una gastroenteritis o fisura anal, o ser síntoma de algo más grave, como una enfermedad inflamatoria intestinal.
- Negras. Se adiverte que cuando se habla de color negro no tiene que confundirse con el verde oscuro (como, por ejemplo, cuando se trata de su primera caca, el meconio). Esta vez, la causa podría ser un sangrado en el estómago o la primera mitad el intestino, y adquiere esta tonalidad tan oscura porque la sangre se oxida durante el tránsito.
Así que, en caso de detectar cualquiera de estos tonos, resulta fundamental que los padres llamen de forma inmediata al especialista.
El tratamiento dependerá de sus causas
El doctor Tormo nos detalla que lo más importante es que los padres lo pongan en conocimiento del pediatra, quien debe valorar las posibles causas, y en consecuencia, su tratamiento:
- Si recibe lactancia materna, asegura que se debe continuar con ella y no interrumpirla.
- En el supuesto de que el pequeño no reciba lactancia, se puede valorar la cantidad de fibra de la dieta, y procurar disminuirla. Para ello, deberán hablarlo con su pediatra, que les indicará la mejor forma de hacerlo.
- El especialista también podrá estudiar una malabsorción de azúcares, lo que se hace a través de una prueba fisiológica de sobrecarga de azúcares, naturales, como, por ejemplo, en el caso de la lactosa, los que aporta un vaso de leche en su contexto natural. Asimismo, si se sospecha de la sacarosa o fructosa, se le administrarán dos frutas para comprobarlo.
- Otra opción será realizar una investigación de parásitos en heces, recientemente emitidas, o plantearse la posibilidad de alergias alimentarias, sobrecrecimiento bacteriano, o la intolerancia al gluten, entre otros.