“La maniobra de Kristeller consiste en ejercer presión en el fondo uterino, presión dirigida hacia la pelvis, durante el segundo período del parto o período expulsivo (previo al nacimiento). Es una maniobra que data desde hace más de un siglo y era ampliamente practicada a nivel mundial”, nos cuenta la doctora María Baldallo, Ginecóloga y Obstetra. Se trata de una de las maniobras más controvertidas utilizadas en los partos, que se comenzó a aplicar allá por el año 1867, de la mano del doctor Samuel Kristeller, ginecólogo que la creó. Sin embargo, desde hace años, no se aconseja su ejecución por no haber evidencia científica sobre sus beneficios. La ginecóloga puntualiza: “Actualmente, está proscrita, aunque en su momento se indicaba con la finalidad de acortar el período expulsivo cuando las contracciones ya no resultan efectivas; siendo que esta maniobra, en teoría, ‘acelera’ el proceso de descenso del feto para su nacimiento”, nos explica.
Parece ser que, en su época, esta maniobra era de gran ayuda cuando se presentaban casos de partos por cesárea, pero estas intervenciones, todavía suponían un grave problema para la madre, debido a varios factores como quirófanos no preparados, la no existencia de medicamentos ni de anestesistas especializados… En la actualidad, se sigue practicando, aunque en muchos países está prohibida. En España, solo está indicada si es para acortar el parto en la segunda fase del mismo , y siempre y cuando, se sigan las recomendaciones de la guía de la SEGO (Sociedad española de Ginecología y Obstetricia): “La presión sobre el fondo uterino, podrá ser utilizada sólo con la intención de ayudar al desprendimiento de la cabeza, pero en ningún caso para facilitar el descenso de la presentación (es decir, la bajada de la cabeza por el canal del parto)”.
Los riesgos que entraña la maniobra de Kristeller
“Realmente, se ha demostrado que esta maniobra trae graves consecuencias físicas y psicológicas. Al ser una medida de presión, en muchas oportunidades no controlada, puede causar complicaciones obstétricas tales como: rotura uterina, desprendimiento prematuro de placenta, desgarros perineales, sufrimiento fetal, inclusive hematomas hepáticos o traumatismos de otras vísceras”, enumera la experta.
La evidencia científica se aleja, por tanto, de las ventajas de realizar esta maniobra basándose en un estudio realizado a embarazadas, hace unos años, en el que se intentó determinar cuál era el efecto de realizar esta maniobra en la segunda fase del parto. En esta publicación, se comparó la realización de la maniobra en unas embarazadas y en otras no, con partos de curso ‘normal’, llegando a la conclusión de que no había diferencias significativas entre unas gestantes y otras en la duración de la segunda fase del parto.
Como decíamos, la SEGO sí permite su uso con la observación de que siempre sea para “ayudar al desprendimiento de la cabeza, pero en ningún caso la bajada de la cabeza por el canal de parto”. Por su parte, la doctora Baldallo la desaconseja totalmente, y advierte que en caso de llevarla a cabo: “Debe ser realizada por un especialista en Obstetricia y Ginecología, durante el período expulsivo del trabajo de parto, al momento de la contracción, ejerciendo presión con la palma de la mano en el fondo uterino y hacia la pelvis. Al relajar el músculo uterino (cese de la contracción) debe dejar de realizarse”.
Cómo evitar esta maniobra
La maniobra de Kristeller resulta “sumamente dolorosa para la madre, muchas veces es realizada sin su consentimiento ni explicación previa, y es considerada actualmente como un acto de Violencia Obstétrica. Está prohibida en varios países europeos y USA”, advierte la ginecóloga. ¿Cómo podemos evitar su ejecución?
La doctora nos da una serie de situaciones que considera estrategias alternativas a la ejecución de la maniobra de Kristeller: “Para poder evitarla, tendremos que valorar situaciones básicas como pacientes que tengan un adecuado control prenatal para poder identificar posibles factores que nos dificulten un trabajo de parto. Por ejemplo: las madres que son primigestas, es decir, que sea su primer hijo, para aquellas que tengan pelvis límite, cuyos hijos son fetos macrosómicos (que pesan más de 4kg)”, nos cuenta la doctora. También, cuando hay patologías como miomatosis uterina, cuando hay circulares de cordón (que, normalmente, no ocasiona ninguna dificultad) puede hacer que el feto descienda dentro del tiempo esperado, ya que se puede alargar ese momento del expulsivo si no se realiza alguna maniobra en el periné, como una episotomía para evitar desgarros, entre otras causas…”, nos explica.
Pero lo ideal para evitarla “es observar muy bien las pacientes que van a trabajo de parto y, a la hora de diagnosticar algún inconveniente, usar otras alternativas como emplear el goteo de oxitocina, en aquellos casos que no se haya hecho desde el principio, para lograr contracciones efectivas, cambiar de posición a la madre, y ponerla en ‘marcha’ o en posición vertical, con educación, por supuesto. Ayudarla a que pueda distinguir cuándo son contracciones efectivas y cuándo no, monitorizar el trabajo de parto de forma adecuada… Cuando notemos que el expulsivo está resultando más prolongado, hay otras maniobras, como el uso de las espátulas, que resultan de gran utilidad evitando el parto instrumental con fórceps convencionales”, concluye la especialista.