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7 de cada 10 llamadas para solicitar atenci n psicol gica infantil las realizan las madres© AdobeStock

Psicología

La carga mental de ‘llegar a todo’, una losa que todavía recae en las mujeres

Pese a los últimos avances en materia de igualdad, las madres siguen encargándose del grueso de tareas relacionadas con el cuidado de los hijos. Una experta en psicología nos da las pautas necesarias para reducir los niveles de estrés que genera, en muchas ocasiones, la maternidad


10 de mayo de 2022 - 15:52 CEST

A pesar de los múltiples esfuerzos por lograr una sociedad más equitativa e igualitaria, y siendo conscientes del aumento de la implicación de los padres en la crianza de sus hijos, a día de hoy es evidente que las madres siguen asumiendo la gran responsabilidad de los cuidados de los hijos y el hogar. “Esto se traduce en que siguen acusando la carga mental que cae sobre ellas y que genera ansiedad, malestar y tristeza”, explica Gema Fuentes, psicóloga de los Centros Crece Bien de Madrid

Como consecuencia, desde el centro aportan un dato relevante: 7 de cada 10 llamadas para solicitar atención psicológica infantil las realizan las madres. “En las tutorías sobre el seguimiento terapéutico del menor, son las madres quienes acuden y quienes, durante las sesiones, están más receptivas”, apunta la experta.

“Quizá la educación que han tenido hombres y mujeres en cuanto a inteligencia emocional haya sido, por desgracia, distinta, provocando que los hombres sean más reticentes a hablar de emociones. Aquí entran en juego las expectativas sociales, ya que se espera que la mujer se ocupe de las emociones del niño y el padre de los límites, por ejemplo. También se espera que la madre llegue a todo”, cuenta Gema Fuentes. Analizamos esta situación con el fin de acompañar a estas mujeres, disminuir el estrés generado y lograr, al fin, un   consenso real  .

Cómo reducir la carga mental que repercute en altos niveles de estrés

Según informa la experta, esta carga mental por intentar llegar a todo genera altos niveles de estrés que se relacionan con muchas enfermedades físicas, como por ejemplo, úlceras, migrañas, problemas estomacales, etc.

“También nos provoca un gran cansancio y causa grandes dificultades para dormir. A nivel psicológico, se relaciona con trastornos de ansiedad o depresión y nos puede llevar a estar más irascibles, menos satisfechos… lo que a su vez puede afectar a nuestras relaciones sociales”, sostiene.

1. Rebajar las expectativas y la autoexigencia

“Actualmente, llegar a todo no sólo significa tener un trabajo de éxito, una casa impecable, una relación de pareja perfecta, hijos que no tengan ningún problema, cuidar a nuestros padres y, por supuesto, estar guapas y de buen humor... También significa no conformarse con ello ya que siempre hay que querer más”, detalla Gema Fuentes. ¿Qué pueden hacer las madres que se sientan así? La psicóloga da algunas claves:

Aunque, según advierte, sabemos que conseguir este escenario de mundo perfecto es imposible, “muchas veces nos lo seguimos exigiendo”. Además, nuestro entorno más cercano, por desgracia, no ayuda en absoluto, más bien todo lo contrario. “Incluso las redes sociales juegan un papel importante por la imagen distorsionada que nos envían”, añade.

2. Identificar nuestras emociones

Tal y como reconoce la psicóloga, identificar nuestras emociones nos ayuda a saber qué nos está pasando y manejar así la frustración: “Por ejemplo, si vemos que tenemos problemas para conciliar el sueño, por la mañana es normal que nos encontremos más irascibles, y esto puede deberse al estrés que estamos sufriendo”.

7 de cada 10 llamadas para solicitar atención psicológica infantil las realizan las madres© AdobeStock

3. Pedir ayuda (o aprender a pedirla)

“Aunque muchas veces nos cuesta pedir ayuda, hacerlo nos libera de la carga mental que estamos padeciendo”, garantiza la experta.

Podemos apoyarnos en nuestro entorno más íntimo, como son los amigos, familiares cercanos y, por supuesto, nuestra pareja. “El problema es que existen muchas personas que tienen miedo a pedir ayuda, bien por vergüenza, reparo o incluso por el sentimiento de culpa que les genera pensar que no pueden con todo”, explica la experta. 

Uno de los ejercicios que podemos entrenar para ello consiste en aprender a tratarnos a nosotras mismas como si fuéramos una amiga especial. ¿Le diríamos a nuestra amiga que no nos pida ayuda? ¿Pensaríamos que un amigo es débil por pedirla? “Acostumbrarnos a tratarnos a nosotros mismos como a alguien a quien queremos mucho es un hábito que puede ser muy positivo”, asevera Fuentes.

4. Buscar estrategias que nos ayuden a gestionar el estrés

“El ejercicio físico es un buen compañero para poder llevar a cabo esta tarea. Buscar un momento a la semana para dedicarnos a nosotras mismas, a relajarnos, a lo que nos gusta, es fundamental para una buena salud mental”, añade.

Sin embargo, si cuando veamos que nuestro sufrimiento, aunque no sea muy intenso, no cesa y es continuado, quizá sea el momento de buscar ayuda profesional. “Si, por ejemplo, notamos que llevamos meses decaídas, de peor humor, con más días malos que buenos. También si sentimos un sufrimiento muy grande, con días que nos cuesta muchísimo levantarnos de la cama o que nuestro humor es muy malo, que gritamos por cosas pequeñas o que estamos muy agitadas... Ir al psicólogo es una gran muestra de quererse a uno mismo”.

¿Qué podemos hacer para cambiar las estadísticas?

En el primer trimestre de 2021 el 85% de las personas que dejaron su empleo de manera temporal para cuidar de sus hijos fueron mujeres. Para llegar a un consenso real y acabar con estas cifras, la experta aporta tres breves recomendaciones:

  1. La desigualdad existe: Aunque parezca una obviedad, es fundamental ser conscientes de que la desigualdad es una realidad, ya que no podemos solucionar nada si no reflexionamos sobre este punto.
  2. Expresar lo que sentimos las madres de manera eficaz: Es decir, hablando desde el respeto, sin culpabilizar, pero provocando un cambio en la distribución de las tareas domésticas.
  3. Buscar soluciones de forma conjunta: Esto implica hacer a toda la familia partícipes de otras formas de repartir las tareas y la organización familiar.