En el célebre libro de Lewis Carroll Alicia en el País de las Maravillas, la protagonista vive mundos fantásticos y sensaciones increíbles que parecerían solo posibles en la imaginación. Precisamente estas vivencias son las que dan nombre a este síndrome que no es frecuente, y que se presenta con mayor asiduidad entre la población pediátrica y los adultos jóvenes.
Para hablar de él contamos con la ayuda de la Dra. Ana Camacho, presidenta de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP).
¿Qué síntomas tiene el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas?
La característica principal de este síndrome es que el afectado sufre “alteraciones de la percepción visual, del esquema corporal y de la vivencia del tiempo”, como relata la experta. Así, el niño puede percibir los objetos más grandes o más pequeños de lo que son realmente, lo que se denomina en términos médicos metamorfopsias. Esa percepción alterada no solo afecta a objetos externos, sino también al propio cuerpo, que es lo que le sucedía a la protagonista del libro de Carroll: “Alicia experimentaba cómo su cuerpo crecía o disminuía de tamaño, de ahí la denominación de este síndorme”.
Es importante señalar que cuando se percibe estas alteraciones, el afectado es consciente de que no son reales. Es decir, no son alucinaciones, como sucedería en un problema de salud mental. Pero tampoco son producto de su imaginación, sino de “una alteración funcional del sistema perceptivo”, como apunta la Dra. Camacho.
Por este motivo, si el niño refiere sensaciones de este tipo, hay que prestar atención al contexto en que las comenta, sin dar por hecho de que son únicamente producto de su mente. Así, se debería consultar con el médico en caso necesario, ya que puede estar escondiendo otras enfermedades de base o ser producto de alguna infección.
¿Por qué se produce este síndrome?
El síndrome de Alicia en el País de las Maravillas puede aparecer tras algunos problemas de salud, muy diferentes y que están poco relacionados entre sí. “Los principales son las infecciones víricas banales, especialmente la mononucleosis infecciosa por el virus de Ebstein-Barr y la migraña”, subraya la presidenta de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica.
Así, niños que pasan por una mononucleosis (popularmente conocida como la ‘enfermedad del beso’) pueden tener estos síntomas que, en principio, no parecerían derivar del virus.
En el caso de la migraña, y aunque el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas no está suficientemente diagnosticado a día de hoy, se estima que hasta un 15% de los menores con este dolor de cabeza podrían tener síntomas compatibles con la afección.
Pero también puede surgir por otras causas, aunque son mucho menos frecuentes: “Se ha vinculado a determinados medicamentos, sustancias de abuso, epilepsia y, excepcionalmente, a otros trastornos neurológicos”, detalla la neuróloga.
En todos estos casos puede aparece el síndrome sin que hasta el momento se conozca de forma exacta por qué surge.
¿Cómo se trata el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas?
Una vez que el niño presenta estos síntomas, “el diagnóstico es clínico y se basa en la historia médica, acompañada de una exploración física general y neurológica”, explica la Dra. Ana Camacho. Es decir, el facultativo valorará los síntomas y las enfermedades que padezca o haya padecido el niño para establecer una causalidad con la presentación de este síndrome.
En el caso de que se sospeche una alteación cerebral, se pueden realizar otras pruebas complementarias, como un electroencefalograma o una prueba de neuroimagen.
Aunque las manifestaciones del síndrome, como percibir que el cuerpo está diferente (es diminuto o muy grande) u otras alteraciones visuales pueden resultar angustiosas para el niño, la buena noticia es que, en la mayoría de los casos, se resuelve por sí mismo en días o en minutos. Es así cuando el síndrome es benigno y se origina por infecciones o por migraña. De hecho, “no requiere tratamiento específico en el momento agudo”, revela la experta.
En los niños en los que el síndrome acabe siendo recurrente, como en algunos pacientes con migraña o con epilepsia, el cuadro puede presentarse de nuevo en sucesivas veces. “Entonces habría que valorar un fármaco preventivo o de mantenimiento”, advierte la presidenta de la SENEP.