En primer lugar, hay que calmar a los papás, ya que la escarlatina es una enfermedad considerada benigna y autolimitada. Pero, ¿qué tiene de peculiar? Se trata de una patología que había quedado relegada al pasado, y eso puede asustar a los padres, pero nada más lejos de la realidad. Según nos cuenta el pediatra, Ignacio Domingo Triadó (@nachopediatra) de Clínica Nacho Pediatra: “La escarlatina es una enfermedad infecciosa típica de la etapa infantil causada por una bacteria llamada estreptococo. Afecta normalmente a niños entre 5 y 15 años. El periodo de incubación (desde que se entra en contacto con la bacteria hasta que inicia síntomas) es de 2 a 4 días. Aunque pensemos que es una enfermedad del pasado no es así ya que ha estado presente siempre y en ningún momento ha desaparecido”, asegura.
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Cuáles son los síntomas por los que se identifica
Normalmente, el niño presenta una fiebre alta, un cuadro de faringoamigdalitis aguda y unas manchas, llamadas exantemas, que son el síntoma más característico de la escarlatina: “Se trata de una erupción en la piel que tiene un tacto como el ‘papel de lija’. Está erupción característica es causada por una toxina que libera la bacteria. La piel está rasposa y enrojecida, excepto en la zona de alrededor de la boca (algo muy típico y que nos ayuda a diferenciarla de otras erupciones). Además, asocia fiebre y dolor de garganta ya que la bacteria causante se aloja en las amígdalas”, nos cuenta el pediatra. Otros de los síntomas más frecuentes de esta patología son el enrojecimiento de la lengua, cefaleas y náuseas o vómitos.
“El diagnóstico de la enfermedad lo realizará el pediatra por la clínica que se presenta y de forma complementaria con test de diagnóstico rápido (test de antígeno de estreptococo) disponibles en la mayoría de las consultas de pediatría”, nos explica el doctor.
El periodo estacional más frecuente de la aparición de la escarlatina es el final del invierno y comienzo de la primavera, y se asocia a una mayor incidencia entre niños de 4 años aproximadamente. En el caso de los bebés, por ejemplo, es casi inexistente debido a que todavía están inmunizados gracias a los anticuerpos de la madre transmitidos por la placenta en el embarazo.
Cómo es su tratamiento
“El tratamiento de la infección se hace con antibiótico (penicilina o amoxicilina) al tratarse de una infección bacteriana. Con el tratamiento se acortan los días de síntomas y, además, se reduce el riesgo de desarrollar complicaciones. Además, dado que hay fiebre y puede haber dolor de garganta se pueden tomar antitérmicos (paracetamol) o antiinflamatorios (ibuprofeno) para mejorar el estado del niño”, recomienda el pediatra.
No obstante, es conveniente controlar al pequeño si en los días consecuentes al inicio de la toma del medicamento persisten alguno de estos síntomas: fiebre después de 48h con antibiótico, si vomita repetidamente, no puede tragar, no respira bien o si aparecen ampollas o heridas en alguna de las zonas con erupciones; y llevarle al pediatra para su valoración. Uno de los grandes logros para esta enfermedad es diagnosticarla a tiempo, o de forma precoz, ya que cuanto antes se ponga en tratamiento el pequeño, antes se evitarán posibles complicaciones de esta patología, y que según nos cuenta el Dr. Domingo, podrían ser:
- Complicaciones precoces: “Las complicaciones precoces hacen referencia a afectación de órganos cercanos a las amígdalas como puede ser el oído (otitis), ganglios linfáticos de la zona (adenitis), afectación del hueso del cráneo (mastoiditis) o abscesos (acumulación de pus) en la faringe”.
- Complicaciones tardías: “Las complicaciones tardías consisten fundamentalmente en la afectación del riñón (glomerulonefritis) o del corazón (fiebre reumática). Como hemos comentado, gracias al tratamiento antibiótico conseguimos disminuir la frecuencia de estas complicaciones por lo que hoy en día ya no son tan habituales”, aclara.
¿Cómo podemos ayudar al niño a sobrellevar mejor el dolor? El dolor de garganta es característico de la escarlatina, así que una dieta blanda, comidas frías o templadas como las sopas, cremas o batidos serán la mejor opción. Incluso puedes hacerle polos de frutas, granizados caseros y, sobre todo, que beba mucho líquido. En cuanto a la erupción de la piel, suele ser molesta por los picores así que lo que los expertos aconsejan es que el niño tenga las uñas cortas para que no pueda hacerse heridas al rascarse, y consultar al pediatra si se le puede administrar algún tipo de medicamento o crema que le calme el ardor y picor.
Se puede prevenir el contagio de escarlatina
“La infección se transmite persona a persona a través de gotas que son expulsadas por la persona infectada al toser o estornudar. Por tanto, si hay sospecha de infección la mejor manera de reducir la transmisión es minimizar el contacto con las personas enfermas mientras tengan síntomas. Además, las personas enfermas deben aumentar la higiene de manos, cubrirse la boca al toser o estornudar y no compartir utensilios de alimentación. No existe una vacuna que prevenga la enfermedad”, indica el doctor.
Hay que añadir que al contactarse por vía área, a las 24h de iniciar el tratamiento antibiótico, la escarlatina ya no tiene riesgo de contagio, por lo que el niño podrá ir al colegio siempre y cuando se encuentre mejor, con ánimo y energía, sin riesgo de contagiar a sus compañeros.