Cualquier adicción está considerada un trastorno de salud mental, sin embargo, en edad pediátrica es más difícil llegar a un diagnóstico de este tipo, por lo que suele hablarse de consumo problemático, que es la antesala de la adicción.
Actualmente, hay dos categorías que centran, en adolescentes, estos consumos problemáticos y/o adicciones: las nuevas tecnologías (teléfono, ordenador...) y la marihuana. Así lo explica Neus Ortiz, psicóloga sanitaria especializada en drogodependencia y profesional del centro Conciencia2s para el tratamiento de adicciones en Valencia (www.conciencia2s.es).
El gran riesgo del consumo abusivo de tecnología
La tecnología forma parte de nuestra vida y todo parece indicar que seguirá siendo así. Los niños crecen con ella y no pueden vivir al margen de esta realidad, pero sí es necesario regular su consumo.
“Yo recomiendo mucho hacer un contrato donde se establezcan las normas de consumo digital en familia: a qué horas se puede usar el teléfono, qué pasa si suspenden, en qué momento hay que dejar de utilizar los móviles, si estos pueden entrar o no en el dormitorio de los niños a la hora de dormir...”, explica la especialista de Conciencia2s.
Al margen de otras consideraciones, el problema fundamental, y el riesgo más peligroso, es que se ha visto que “el consumo excesivo de tecnología es la puerta de entrada para un consumo excesivo de otras sustancias”, advierte.
Además, a través del móvil o del ordenador, los menores suelen acceder también a otro ámbito: el de las apuestas o juegos como el poker online. En este sentido, la especialista aconseja vigilar el uso de la tarjeta de crédito de los padres.
Marihuana y trastornos mentales en menores
La marihuana, con la que se hacen los denominados ‘porros’, es la sustancia más consumida actualmente entre los adolescentes. Por delante del alcohol. La razón es que “hay una falsa sensación de inocuidad sobre la marihuana, como si fuese algo natural y no peligroso”, destaca la psicóloga.
Sin embargo, la realidad es bien distinta: “Estamos viendo a chavales muy jóvenes, de 17 años, ingresados por brotes psicóticos u otros trastornos mentales”. Así, la marihuana actúa como detonante de la enfermedad mental en personas predispuestas. Y no hace falta un consumo exagerado. “Si hay una predisposición a tener un trastorno mental, el adolescente que consume marihuana puede desarrollarlo con el primer ‘porro’. Es como si comprara todos los boletos de la lotería”, alerta.
La especialista también destaca los grandes riesgos de la marihuana sintética, que se ha puesto de moda para burlar los controles médicos, pues no se detecta en orina. Resulta mucho más adictiva y peligrosa y provoca un síndrome de abstinencia de los más duros.
Las señales de alarma de la adicción en menores
En general, todas las adicciones tienen los mismos síntomas y señales de alarma, tal como detalla Neus Ortiz:
- El niño se pasa mucho tiempo realizando esa conducta adictiva.
- Se enfada mucho cuando no puede acceder a ella.
- Evita otras situaciones para poder centrarse en la adicción.
- Hay un cambio de amistades.
- Si necesita dinero para llevarla a cabo, comienza a robar (desaparecen cosas de casa, las tarjetas de crédito tienen movimientos inexplicados...).
- La comunicación con la familia se resiente.
- En algunos casos, hay absentismo escolar.
“Las adicciones provocan trastornos de conducta. Llega un momento en que los padres confiesan: ‘Este no es mi hijo, no lo reconozco’, hay un cambio claro en el menor”, alerta la experta.
Qué hacer si los padres descubren una adicción en su hijo
Las adicciones necesitan de un abordaje especializado. Cuando los padres la descubren, llega el momento del ‘amor duro’, como lo describe la psicóloga de Conciencia2s: “El amor duro es el que te dice que no puedes formar parte de un barco que se está hundiendo. Los padres deben decir ‘se acabó’ de forma drástica para controlar ese consumo abusivo que puede ser la puerta de entrada a otros consumos”.
Cuando al menor se le priva de la tecnología o de la sustancia a la que es adicto, la respuesta por su parte será la agresividad, que “forma parte del síndrome de abstinencia”, revela.
Pero, ¿qué pasa con estos menores?, ¿logran curarse de la adicción? “La adicción es un trastorno mental que no se cura, se es adicto siempre”, revela Neus Ortiz. “Pero hay diferencia si hablamos de conductas o de sustancias. Si es una conducta adictiva, se puede reeducar a la persona para que consuma de forma adecuada, por ejemplo, para que utilice el móvil de otra manera. Pero si el menor es adicto a una sustancia, no podrá consumir, ni esa ni ninguna, durante toda su vida”, subraya.
Los factores protectores frente a la adicción
“Las adicciones se previenen desde el nacimiento de la criatura”, afirma la psicóloga. La base, para ella, está en educar en valores al hijo desde sus primeros meses de vida. “Debe ser una educación con límites, empatía, asertividad, autoestima...”, destaca.
Cuando el menor no tiene tolerancia hacia la frustración, es muy impulsivo y tiene baja autoestima se entra en un terreno de mayor riesgo. “Los niños necesitan valores, límites y aprender a escuchar un ‘no’”, aconseja.
Al margen de eso, el ejemplo familiar es clave frente a las adicciones. Si los hijos tienen un buen espejo en sus padres en cuanto a consumos y en cuanto a uso de la tecnología, por ejemplo, hay un gran camino recorrido en la prevención.