Convertirse en padres conlleva un sinfín de preocupaciones que vienen implícitas con el ‘nuevo cargo’. Existe una lista infinita, pero hemos querido sintetizarla en tres de los puntos más recurrentes en los que suelen coincidir la mayoría de ellos.
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“Los niños, como individuos en crecimiento, tienen necesidades especiales relacionadas con el crecimiento y el desarrollo, tanto físico como mental”, reivindica la doctora Cristina Royo Bolea, pediatra neonatóloga en la Clínica Royo y el Hospital la Fe de Valencia.
Los pediatras son la principal fuente técnica de consejo para los padres sobre el desarrollo infantil. Charlamos con varios de ellos para que nos cuenten las dudas y soluciones más frecuentes en consulta:
1. ‘Mi hijo no come’
Una alimentación equilibrada es imprescindible en el desarrollo de los más pequeños. Una vez superada la lactancia exclusiva, la introducción de la alimentación complementaria puede suponer un verdadero quebradero de cabeza para los padres, especialmente si son primerizos.
“Durante los primeros años de vida de un niño es necesaria una correcta nutrición, no sólo para garantizar su buen crecimiento físico, sino también para su desarrollo intelectual. De ella depende su habilidad para aprender, pensar, comunicarse con los demás y adaptarse al ambiente. Por lo tanto, una buena alimentación es esencial para que el niño crezca sano y fuerte y puede influir de manera directa en el futuro”, determina Cristina Royo Bolea (www.cristinaroyopediatra.es), experta en alimentación infantil.
Belén Alonso, nutricionista de Nutribén, afirma que “una dieta sana evitará problemas de salud presentes y futuros, como la obesidad, y recordamos que resulta de gran utilidad para controlar el estrés de los más pequeños y los cambios de humor e, incluso, conseguir un patrón de descanso apropiado a la edad de cada uno”.
Por eso, la experta indica que “es muy importante que vayamos combinando todos los alimentos posibles, ofreciéndoles un abanico amplio que incluya los nutrientes necesarios para garantizar un desarrollo y crecimiento óptimos”.
2. ‘Mi hijo no crece’
El desarrollo físico del bebé es otro de los puntos que más preocupan y está muy relacionado con el punto anterior. En concreto, la estatura está directamente asociada con la salud y el bienestar de las personas.
Para medir el crecimiento, hemos de fijarnos en el ‘percentil’, la gráfica que valora el crecimiento en función de la longitud y el peso del bebé. Felicidad Sanantonio, pediatra en la Clínica Ateneat de Valencia (@clinica_atenea), nos recuerda que la talla depende de varios factores: “Unos son los genéticos, como el sexo o la talla de los padres, y otros, los ambientales, dependen de una correcta nutrición”.
La experta destaca que el niño no crece a la misma velocidad durante toda la infancia. “Crece más rápido en los 2 primeros años (25 cm y 12 cm respectivamente) y no es un mito la idea de que se crezca más en verano. Esto se debe gracias a la luz, que sintetiza más vitamina D y, por otro lado, por dormir más horas en vacaciones o hacer más ejercicio físico, factores que incrementan la producción de hormona de crecimiento”, explica.
Indica además que el intervalo mínimo para valorar el crecimiento es de 6 meses, pero preferiblemente un año, “ya que se puede crecer a una velocidad bastante irregular a lo largo de un año”.
En cualquier caso, la experta advierte que también tiene que ver con el ritmo de maduración de cada niño. Por eso, lo importante es tener claro que la velocidad de crecimiento en los niños es dinámica y depende de la etapa de la vida en la que se encuentren.
3. ‘Mi hijo no duerme’
Los trastornos del sueño en la infancia es la tercera causa de preocupación. El doctor García-Borreguero, director del Instituto del Sueño en Madrid (@institutosuenomadrid), estima que entre el 25-30% de las visitas al pediatra están relacionadas con algún problema ligado al sueño: “Los padres pueden hacer mucho para ayudar a sus hijos a tener el sueño profundo y reparador que necesitan para crecer, vivir sanos y mantenerse bien despiertos durante el día”.
Cuando nace un bebé, los ciclos del sueño suele ser cortitos y por eso hemos de intentar adaptarnos para no alterar sus ritmos. No sólo por el propio niño, sino porque esta falta de sueño genera indirectamente un impacto en la vida familiar, generando unos niveles de ansiedad considerables en los padres.
El experto nos indica cuándo debemos sospechar un problema de sueño en un niño: “Las necesidades de sueño varían considerablemente. No hay un patrón de sueño homogéneo y lo que necesita un niño no tiene que ser aplicable a otro”.
Sin embargo, matiza que si le cuesta regularmente conciliar el sueño o mantenerlo a lo largo de la noche, o bien si se encuentra cansado y soñoliento durante el día, debemos sospechar la existencia de un problema de sueño o de los hábitos que conducen a éste.