¿Está creciendo poco para su edad? La talla baja es uno de los motivos más habituales de preocupación para los padres y la principal razón por la que un niño es remitido a consultas de Endocrinología infantil.
Sin embargo, según matiza Jesús Pozo Román, médico adjunto del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, “la mayoría de los menores que acuden por este motivo son niños sanos cuyo hipocrecimiento (es decir, el retraso en el crecimiento de origen prenatal que continúa durante el período posnatal) resultaría de la variabilidad normal de la talla y del ritmo madurativo ”.
Laura Caride López, médico especialista en pediatría y divulgadora en @mama_y_pediatra, nos informa de que la talla baja implica una curva de crecimiento por debajo del percentil 3 para la edad y sexo del niño: “Cuando hablamos de percentiles nos referimos a una medida estadística. Es como si tuviéramos 100 niños sanos de la misma edad y sexo ordenados de menor a mayor en función de la talla. Es decir, desde el más bajito al más alto. En una gráfica de tallas, el percentil 1 será el niño más bajo y el percentil 100 el más alto. Los niños que se encuentran por debajo del percentil 3 son a los que tenemos que explorar”.
¿Por qué se produce?
La experta confiesa que las causas son muy variadas, aunque es importante resaltar que la mayoría de los niños con talla baja son niños sanos y no tienen ninguna enfermedad.
“Entre las causas más frecuentes tenemos la talla baja familiar y el retraso constitucional del crecimiento, que se consideran variantes normales de talla baja”, explica. En concreto, detalla que cuando los padres tienen poca altura, es probable que los hijos se desarrollen de manera parecida, ya que el componente hereditario es determinante (es lo que se llama talla baja familiar).
“El retraso constitucional del crecimiento es un enlentecimiento en el ritmo de maduración. Estos niños inician la pubertad más tarde lo habitual pero finalmente logran una talla normal. Se trata de una situación que es más frecuente en varones y también suelen existir antecedentes familiares (es la primera regla tardía en la madre o estirón puberal tardío en el padre)”.
Existen otros factores que pueden afectar al crecimiento: problemas hormonales (hipotiroidismo, déficit de hormona de crecimiento), enfermedades crónicas (problemas renales o cardíacos, desnutrición, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal...), síndromes o enfermedades genéticas, bebés que han sido pequeños al nacer o incluso situaciones de abandono o falta de cariño. “A veces no se consigue encontrar la causa, esta situación es lo que se conoce como talla baja idiopática”, enfatiza la pediatra consultada.
¿Cuáles son sus consecuencias?
Laura López nos recuerda que la talla baja no es una enfermedad en sí misma, pero debemos investigar si hay alguna causa que lo justifique ya que puede ser la primera manifestación de que algo está pasando.
“El conocimiento del patrón normal de crecimiento de un niño y de sus factores reguladores es la base para poder detectar situaciones patológicas. No es posible valorar si el crecimiento de un niño es normal o no, si no se conocen las características normales del proceso, los principales factores que lo regulan y cómo la variabilidad normal o determinadas patologías pueden modificarlo”, apunta Pozo Román.
“Por eso es tan importante medir a los niños de forma periódica en las revisiones de niño sano y evaluar su velocidad de crecimiento... de esta forma podremos detectar algún problema de manera precoz y tomar las medidas pertinentes”, concreta la pediatra.
¿Cómo podemos hacer frente a esta situación?
La experta indica que siempre que unos padres tengan dudas o preocupación sobre el crecimiento de sus hijos deben consultar con su pediatra. “Si realmente nos encontramos con una talla baja, si la talla del niño no es acorde con la de sus padres o si la velocidad de crecimiento es menor de lo esperable, será necesario hacer un estudio completo que incluya historia clínica, exploración física completa, radiografía de la mano, analíticas de sangre...”, sostiene.
Por otro lado, asegura que es imprescindible hacer un seguimiento por parte del pediatra de atención primaria y/o endocrinólogo infantil. Por último, la experta pone el foco en el lado más psicológico y advierte: “Aunque hoy por hoy se da mucha importancia a la talla, es importante reforzar la idea a nuestros hijos de que la autoestima o el éxito no se mide en centímetros”.