Afortunadamente, la colestasis intrahepática del embarazo (o colestasis obstétrica) no es un problema muy frecuente. Su incidencia máxima es de un 2% entre las gestantes. Pero sí se trata de una afección con determinados riesgos que hay que conocer para advertir al médico cuanto antes.
Para ayudarnos en esta tarea, hemos charlado con la Dra. Alexandra Henríquez Linares, adjunta especialista en Obstetricia en el Hospital Quirón Pozuelo, de Madrid (www.doctorahenriquez.com).
¿Qué es la colestasis intrahepática del embarazo?
La colestasis obstétrica es un problema del hígado que se presenta en el tercer trimestre del embarazo. Aunque no se conoce con exactitud su causa, todo parece indicar que las altas concentraciones de hormonas propias de la gestación (estrógenos y progesterona) pueden estar detrás.
Así, las hormonas favorecerían el “enlentecimiento de la bilis (segregada por el hígado para favorecer la digestión de las grasas) y se produce una acumulación dentro del hígado, todo unido a algún tipo de posible predisposición también genética”, explica la experta.
“Son factores de riesgo la edad materna, la multiparidad, la gestación múltiple, la hepatitis C y los antecedentes familiares o personales de colestasis”, detalla.
La colestasis puede reptirse en embarazos posteriores. Sucede en un 60-70 % de los casos, pero cuando ha sido una colestasis grave, “el riesgo de recurrencia puede llegar hasta el 90 % y se recomienda la realización de una ecografía del tracto biliar antes del siguiente embarazo”, advierte la Dra. Henríquez.
¿Cuáles son los síntomas de la colestasis obstétrica?
Ocho de cada diez mujeres con colestasis tienen picor. Es el síntoma principal. Un picor que comienza en las palmas de las manos y en las plantas de los pies y que va avanzando hasta generalizarse en todo el cuerpo y hacerse más intenso por la noche.
Pero, ¿cómo se puede distinguir este picor del prurito que pueden sentir otras embarazadas por el estiramiento de la piel o por otras causas dermatológicas? “La colestasis no presenta lesiones cutáneas, solo las de rascado, por ello, se diferencia del prurigo gestacional que es una dermatosis”, aclara la especialista (@dra.alexandra.henriquez, en Instagram).
Un 25% de las mujeres con colestasis pueden presentar ictericia, debido al aumento de la bilirrubina, además de náuseas y vómitos.
¿Cómo se diagnostica y se trata la colestasis en el embarazo?
Siempre que la mujer tenga un picor importante y que este comience en las palmas de las manos o en las plantas de los pies debe consultar con el especialista. El diagnóstico de colestasis intrahepática se hace en función de los síntomas que presenta la embarazada y también con pruebas de laboratorio. Así, se analizan los ácidos biliares, ”aunque valores normales no excluyen el diagnóstico”, apunta la ginecóloga, y también puede hallarse un aumento de las transaminasas, de la bilirrubina y alteración de la coagulación.
“Si las pruebas de laboratorio fueran normales, se recomienda repetirlas cada dos o tres semanas si persiste la clínica, ya que un número importante de mujeres tendrán prurito días o semanas antes de la aparición de la alteración en las pruebas hepáticas”, insiste la Dra. Henríquez.
En relación al tratamiento, puede mejorar las manifestaciones de picor, pero “no ha demostrado mejorar los resultados perinatales”, destaca. Se pueden administrar productos sobre la piel, antihistamínicos y otros fármacos. También vitamina K, cuando hay alguna alteración de las pruebas de coagulación.
¿Cómo puede afectar la colestasis a madre e hijo?
La colestasis intrahepática implica muchos más riesgos para el bebé que para la madre. “El aumento de los ácidos biliares conlleva un aumento del riesgo de morbilidad perinatal, de prematuridad, y de hipoxia fetal intraparto porque produce una vasoconstricción de los vasos placentarios (disminución del flujo), provocando una insuficiencia placentaria, un aumento de la contractilidad uterina y también se favorece la expulsión de meconio por el intestino fetal”, detalla la especialista.
Mientras, para la gestante no suele implicar ningún daño hepático, aunque sí suele ser frecuente un déficit de vitamina K, que se explica por el déficit de absorción de las vitaminas liposolubles, y que provoca una alteración de la coagulación.
En relación a la influencia de esta afección sobre el parto, “en general existe un porcentaje mayor de partos pretérmino porque los ácidos biliares aumentan la contractilidad uterina, y por el aumento de la hipoxia perinatal puede existir un aumento de cesáreas con respecto a la vía vaginal”.
Por todo ello, a pesar de que el picor en las zonas indicadas pueda parecer un síntoma sin más, siempre que se presente hay que comunicarlo al médico para que haga una valoración del cuadro y el seguimiento adecuado a la embarazada.