El trastorno de espectro autista (TEA) se desarrolla de manera peculiar con rasgos muy concretos en cada individuo, aunque sí es cierto que suelen destacar en cierta discapacidad de comportamiento social o cognitiva.
Según apuntan los expertos, esta condición de origen neurobiológico comienza en los primeros años de la infancia y dura toda la vida. En concreto, y según datos de la Organización Mundial de la Salud, se calcula que, a nivel mundial, uno de cada 160 niños tiene TEA. Es decir, en nuestro país habría aproximadamente unas 470.000 personas identificadas con este trastorno. En otras palabras, el 1% de la población.
Otro dato curioso es que, desde los últimos cincuenta años, el número de personas identificadas con este trastorno ha experimentado un importante incremento.
La razón podría ser una actualización de los criterios de diagnóstico, una mayor precisión de los procedimientos e instrumentos de diagnóstico y una mejora en el conocimiento y la formación de los profesionales.
No existe cura para los trastornos del espectro autista
Aunque es cierto que no existe una cura para los trastornos del espectro autista, sí parece que un tratamiento intensivo y una detección temprana podría marcar una gran diferencia en la vida de muchos niños. Precisamente por este dato, la edad de diagnóstico se ha convertido en una de las mayores prioridades de este problema de salud pública de alcance mundial.
Durante los últimos dos años, las investigaciones en este sentido se han acelerado, resaltando el papel imprescindible que cobra la tecnología para la salud de la población y siendo tremendamente eficaz en el diagnóstico de enfermedades neurológicas, degenerativas o de la visión; así como el tratamiento de muchas afecciones, tanto para personas mayores como niños.
El eyetracking, herramienta crucial para rebajar la edad de detección del autismo
Son muchos ya los estudios globales que han puesto de manifiesto que el uso de tecnología de seguimiento ocular puede servirnos como herramiento de cribado en la detección precoz del autismo, mejorando considerablemente la recuperación y el desarrollo, así como un cambio en la calidad de vida de los niños con autismo y las familias.
Irisbond, compañía española pionera del eye tracking y referente en Comunicación Aumentativa y Alternativa, juega un importante papel en este escenario. En concreto, sus algoritmos de software basados en inteligencia artificial captan el movimiento de los ojos y lo traducen en movimientos precisos dentro de una pantalla, proporcionando información de los movimientos oculares de los niños cuando son expuestos a un estímulo.
Según aseguran los expertos, esta tecnología se puede aplicar para encontrar la relación entre la mirada y los déficits asociados a la afección, para la evaluación del reconocimiento emocional y del grado de desarrollo comunicativo de un niño con autismo.
“Después de haber desarrollado un dispositivo para dar voz a los que no la tienen, y permitir así su inclusión en la sociedad, desarrollar una herramienta para detectar de forma precoz del autismo, es una ambición que nos motiva a seguir empujando todos los días. Nos sigue moviendo mejorar la vida de las personas”, destaca Eduardo Jáuregui, CEO y fundador de la tecnológica española.
En concreto, garantiza que actualmente ya se está utilizando el seguimiento ocular como solución de Comunicación Aumentativa y Alternativa con niños con trastornos del espectro autista para fomentar la comunicación mediante pictogramas.
Por otro lado, hace unos meses se celebró la 1ª Jornada de Neurología, Neuropediatría y Nuevas Tecnologías: Parálisis cerebral y otros trastornos neurológicos. En la misma se debatió sobre la realidad virtual, biomarcadores comportamentales e inteligencia artificial para un diagnóstico temprano del autismo.
En esta jornada se expuso el caso de un equipo de investigadores de la Universitat Politècnica de València y los Centros de Desarrollo Cognitivo Red Cenit que desarrollaron el ensayo T-ROOM, un sistema de realidad virtual e inteligencia artificial que facilita la detección precoz del autismo y reduce los tiempos de diagnóstico a una hora. Solo en el primer ensayo de T-Room usando esta técnica (un algoritmo), se identificó si un niño tenía un diagnóstico TEA o no con un 96% de acierto.Además, en Australia se acaba de demostrar que una herramienta es capaz de detectar el autismo en niños de 12 a 24 meses; un sistema que apunta a que es la más eficaz y precisa del mundo para diagnosticar el autismo. Este informe mostró que, de los bebés de uno a dos años que la herramienta determinó que tenían una “alta probabilidad” de un diagnóstico de autismo, el 83% sí lo eran.
Tras años de estudios y reivindicaciones, parece que la enfermedad empieza a ser tomada en serio. En cualquier caso, los expertos coinciden en la importancia de un diagnóstico temprano, que mejora los resultados del desarrollo, aumenta la participación en la educación y permite que los niños comprendan sus necesidades e identidad desde una edad temprana.
“Por ello, incorporar las herramientas de detección del autismo en los controles periódicos de salud infantiles, sería un gran avance para mejorar la calidad de vida de los niños afectados y sus familias”.