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aseo facial del beb © AdobeStock

Salud

Ojos, nariz, orejas... ¿sabes cómo limpiar la carita de tu bebé?

El aseo facial del bebé tiene unas particularidades que hay que conocer, porque todo es nuevo al principio. Se trata de que el bebé esté limpito, pero cuidando su piel, que es muy delicada los primeros meses.


11 de abril de 2022 - 12:31 CEST

Muchos pediatras desaconsejan el baño diario del bebé, pues el exceso de agua y de jabón puede perjudicar a la barrera cutánea. Sin embargo, el aseo del rostro sí debe hacerse cada día, pues es una zona muy expuesta a distintas secreciones, como mocos y babas, y que se puede ensuciar con facilidad. De hecho, es la única que va siempre descubierta.

Para que nos aclare cómo debe ser la higiene del rostro hemos consultado con la Dra. Ximena Carzolio Bonelli, pediatra de Atención Primaria y responsable del equipo MySalus (www.mysalus.es), que asiste a familias a domicilio con los primeros cuidados del bebé.

¿Cómo lavar los ojos del bebé?

Los ojos del bebé deben lavarse diariamente, aunque no se perciban legañas. La técnica correcta, tal como explica la experta, es usando una gasa limpia distinta para cada ojo. La gasa se empapará en suero fisiológico y se llevará desde el lagrimal hacia el exterior del ojo y hacia abajo.

Las legañas son muy comunes en los niños antes de cumplir el año. A estas edades no indican conjuntivitis en todos los casos. “El lagrimal del ojo está conectado por un conducto estrecho (conducto lacrimonasal). Y en muchos bebés este conducto es tan estrecho que la lágrima que naturalmente genera el ojo para estar hidratado, en lugar de eliminarse hacia la nariz, se acumula en el lagrimal, generando legañas”, detalla la Dra. Ximena Carzolio.

Esta situación suele resolverse de modo espontáneo hacia los 12 meses, pero antes se puede dar un suave masaje circular con la yema del dedo índice justo debajo del lagrimal.

Para que haya conjuntivitis, además de legañas (que serían más espesas, verdosas o blanquecinas), el ojo estaría rojo, habría inflamación y las secreciones volverían a aparecer enseguida, como destaca la pediatra.  Siempre que haya conjuntivitis, hay que extremar la higiene,  pues es muy contagiosa, y acudir al pediatra para que prescriba el tratamiento correcto.

¿Cómo hacer el lavado nasal del bebé?

A diferencia de los ojitos, que sí conviene lavar a diario, no es así con el interior de la nariz.  “La frecuencia e intensidad de los lavados nasales dependerá de la dificultad que manifieste el bebé para respirar adecuadamente.  Si la respiración del bebé es silenciosa y sin dificultad, no es necesario hacer lavados”, comenta la especialista de www.mysalus.es.

El objetivo de los lavados nasales es arrastrar la mucosidad hacia la garganta, para liberar la nariz. ¿Cómo se hace? Instilando suero fisiológico en cada uno de los orificios nasales. Se puede usar para ello una jeringuilla, pero “el sacamocos o aspirador es un elemento totalmente desaconsejado”, advierte.

Dependiendo de lo seco que sea el clima se pueden necesitar más o menos lavados diarios. Se comienza por un milímetro de suero en cada orificio y esa cantidad va subiendo progresivamente hasta los cinco mililitros por orificio a los dos años de vida. Hasta ese momento, o más adelante en muchos casos, el niño no aprenderá a sonarse por sí mismo.

Rutina de limpieza facial del bebé© AdobeStock

¿Hay que lavar el interior de la boca del bebé?

Aunque hace un tiempo se aconsejaba limpiar la boca del bebé con una gasa o con un cepillo en forma de dedal o capuchón, las pautas han cambiado. “Las últimas evidencias recomiendan justo lo contrario: no lavar la boca del bebé. Se ha visto que el residuo de leche contiene proteínas que confieren inmunidad de mucosas”, alerta la pediatra.

No obstante, esto no significa que no haya que lavar los dientes.  Desde el primer diente de leche, hay que lavarlos siempre y a diario.  Lo ideal es hacerlo dos veces al día con un cepillo infantil de cerdas suaves y un dentífrico con flúor (1.000 a 1.450 ppm de flúor hasta los tres años). “Es importante utilizar poca cantidad de pasta (como un granito de arroz) para no tener que enjuagar la boca, ya que el flúor actúa por contacto y si enjuagamos excesivamente desechamos el flúor que acabamos de aplicar”, resalta.

¿Por qué no se deben usar bastoncillos en los oídos?

En el aseo a los bebés se deben lavar las orejas, pero no los oídos. La mejor forma de hacerlo es después del baño, con una toalla seca, con la que retirar la humedad de los pliegues, tanto de la parte delantera como trasera de las orejas. Con esa rutina es suficiente, como aconseja la responsable de MySalus (@mysalus en Instagram).

El interior del oído no se debe manipular y está contraindicado totalmente usar bastoncillos. La razón es que la cera es un protector. Si se retira, el oído genera más aún. Además, al introducir el bastoncillo en el conducto auditivo, “sin darnos cuenta arrastramos hacia adentro el cerumen depositado en las paredes del conducto, aumentando la probabilidad de generar un tapón profundo”, subraya la Dra. Carzolio.

¿Cómo se hidrata bien el rostro del bebé?

La piel de la cara del bebé es fina y delicada y necesita de unos cuidados específicos diarios. “Repasamos la cara con una toalla humedecida en agua tibia, secamos dando suaves toques sin arrastrar y extendemos una o dos gotitas de aceite natural sin perfume por la cara”, explica la experta. El aceite protege más que la crema, por lo que la pediatra recomienda utilizarlo en el primer mes, “luego podemos utilizar una crema hidratante suave, sin perfume y con pH neutro”.

 Si al bebé le salen granitos, lo más probable es que se trate de una afección sin importancia, pero conviene consultarlo con el pediatra  “especialmente si parece incomodarle, aumenta de intensidad tras tres-cinco días de observación o se asocia a fiebre o decaimiento”.

“La mayoría de las veces estaremos hablando de manifestaciones leves y transitorias de la piel como eritema tóxico, dermatitis seborréica, milia, acné neontal o eccema, pero incluso en esos casos considero importante un diagnóstico y seguimiento”, concluye la Dra. Ximena Carzolio.