Sí, ¡han llegado los temidos 2 añitos! Y todo lo que eso conlleva… Tu pequeño ha pasado de ser un bebé a convertirse en un niño con su propio carácter, personalidad y que empieza a entender qué son las emociones. Tendrás que armarte de paciencia porque es una temporada intensa en la que tu hijo te retará constantemente y será capaz de ponerte el límite. Pero al mismo tiempo, son unos meses en los que vivirás una etapa maravillosa junto a él, porque justo es ahora cuándo más se sorprenden por todo, aprenden, se divierten y muestran una mayor audacia y energía. Para poder entender este gran cambio: “En primer lugar, hemos de comprender cuál es el desarrollo emocional que se produce y tener en cuenta que los niños a esta edad pegan o muerden cuando se sienten frustrados y no pueden conseguir aquello que quieren, no tienen intención de manipular a los padres, ni hacer daño, es su manera de expresar su emoción y a medida que vaya madurando estos comportamientos desaparecerán”, afirma Cristina Cruz, Psicóloga perinatal especializada en Crianza Respetuosa, Psicopedagoga, Trabajadora social y creadora del proyecto www.mamanoestassola.com.
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Qué cambios experimenta el niño a los 2 años
Es a partir de esta edad cuando se empiezan a sentir más independientes que nunca de los padres. Querrán hacer todo solos, desde vestirse hasta comer o ponerse los zapatos. Y, cuidado si tienes prisa y no le dejas hacerlo porque, ¡te montará la escena, seguro! Esto es debido a que se sienten mucho más liberados gracias a la mejoría de sus habilidades a través del desarrollo motor grueso como saltar, correr, bailar… así como de la evolución de su psicomotricidad fina que les ayuda a saber vestirse solitos, beber, pintar…
Pero al mismo tiempo, estamos ante una edad en la que también demandan mucha atención, necesidad y contacto. “A partir de los 2 años es muy común que los niños se sientan a menudo frustrados porque no pueden conseguir lo que desean y lo expresen a través del enfado, pegando, mordiendo, gritando y tirándose al suelo. Es importante comprender que estos comportamientos son del todo normales y que necesitan acompañamiento por parte del adulto desde la calma. El niño se expresa así porque no sabe hacerlo de otra forma, a medida que le vayamos ofreciendo herramientas y vaya madurando su manera de gestionar su frustración será totalmente diferente”, sostiene la psicóloga.
Cómo lidiar con una rabieta (sin gritos)
La psicóloga infantil nos da una serie de consejos que serán de ayuda a la hora de afrontar las temidas rabietas de los 2 años:
- Pon nombre a sus emociones: es importante no dejarnos llevar por la emoción del niño y mantener la calma. Nombrando lo que le sucede aprenderá a identificar su malestar.
- Servir de modelos para la expresión adecuada de las emociones: los niños aprenden a través de lo que ven y no tanto de lo que escuchan. No podemos pedirles que no griten si nosotros les estamos gritando.
- Hacer uso del juego simbólico para enseñarles formas correctas de comunicación: el juego simbólico es su manera de aprender el funcionamiento del mundo.
- Las normas han de ser claras y concisas: hemos de tener en cuenta que un exceso de normas generará malestar en el niño.
- Acunar, hablar, abrazar... generar calma en momentos de intensidad emocional.
Pero no solo son terribles, ¡los 2 años también son maravillosos!
Hay que tener en cuenta que la empatía que conocemos los adultos no aparece en los niños hasta los 7 años, según nos cuenta la experta: “Martin Hoffman, autor que más ha desarrollado su investigación en base a la empatía en la infancia, establece que a los 2 años tenemos una empatía egocéntrica en la que el niño tendrá conciencia de lo que le pasa al otro, pero siempre relacionándolo con su propia experiencia. De este modo, no puede separarse de su emoción para comprender qué le sucede al otro”, nos explica.
Estamos de acuerdo en que es una etapa muy dura no solo para los padres, sino que para los niños también, debido a la intensidad con la que viven. Pero del mismo modo que transmiten sus frustraciones, también lo hacen con sus risas y mejores momentos. “A esta edad se inicia el juego simbólico y los niños empiezan a ser más conscientes de su entorno. Es un momento increíble para potenciar su imaginación y para desarrollar multitud de juegos con ellos. A esta edad disfrutan muchísimo tocando, experimentando y a través del movimiento experimentan multitud de aprendizajes. Es una de las etapas más bonitas del desarrollo por su capacidad de maravillarse con el mundo y por las ganas que tienen de aprender y de jugar en todo momento”, asegura la experta.
Consejos que te servirán para ‘sobrellevar’ esta etapa
Depende del desarrollo madurativo del niño, esta etapa durará más o menos tiempo y tendrá mucho que ver con la adquisición del lenguaje y el carácter del pequeño. “A los 3 años ya se nota un cambio respecto a los 2 años, y a los 4 podemos ver claras diferencias conductuales con la etapa anterior”, indica la psicóloga.
La adquisición del lenguaje favorece que el niño pueda comunicar sus emociones y, en consecuencia, expresarse de una forma más adecuada a sus necesidades. “Pero que tengan un buen dominio del lenguaje no quiere decir que sean lo suficientemente maduros para gestionar sus emociones. Debemos tener mucho cuidado y no tratar al niño como si tuviera más madurez de la que realmente tiene”, advierte. Lo mejor de todo es que esta etapa pasará y, además, no durará mucho así que la experta aconseja no quedarnos atrapados en la conducta del niño. “Es importante crear un clima de amor y respeto mutuo, a través de verbalizar cómo nos sentimos, sin críticas, ni etiquetas… y ¡cuidado con el ‘eres malo’! Estimular la expresión de las emociones, sin reprimirlas, nos ayudará a acompañar esta etapa desde la calma, con límites claros y coherentes a su nivel de desarrollo cognitivo y emocional”.