Puede que esta escena se haya repetido en tu casa unas cuantas veces. Dejas a tu hijo al cuidado del papá, u otro familiar, y cuando llegas a casa el niño se pone a llorar, a llamar la atención para que le hagas caso, a tirar juguetes contra el suelo o a hacer una pataleta por cualquier motivo. Lo siguiente que ocurre es que alguien diga: “Se estaba portando fenomenal hasta que has llegado tú”. ¡No te preocupes! Esto no quiere decir que le estés educando mal, que el niño esté consentido o que tengas la culpa de su mal comportamiento. “No es infrecuente que los padres observen que hay bebés que se portan peor cuando están con su madre, que cuando están con su padre. Partiendo de la base de que no hay un bebé igual a otro, cada uno con un mundo emocional individual, existen muchas razones para ello”, nos explica el doctor Francisco Recio, pediatra del Centro de Salud Mar Báltico de Madrid y divulgador pediátrico en @frpediatria.
Según nos cuenta el experto, una de las causas más comunes es que la mamá suele ser el espejo con el que el bebé se mira a sí mismo. El pequeño ve el mundo con sus ojos, pero es la madre la que le muestra al bebé qué reacción provocan sus actos a través de la mirada y los gestos maternos. “Esta situación genera una confianza que puede provocar comportamientos reactivos en los que el niño ponga a prueba los límites de la relación madre-hijo”, dice el pediatra. Y añade: “No siempre se trata de una actitud de querer “molestar” a la madre si no que, los niños muestran su verdadera forma de ser frente a las personas con las que sienten más apego y tranquilidad. Esto hace que se vivan comportamientos inadecuados en el domicilio, que el niño no mostraría en un ambiente público, con personas desconocidas o incluso con su padre. Esta predilección por la madre puede surgir incluso desde que son muy pequeños”.
Los expertos también achacan estos comportamientos al modelo de cuidado de los países occidentales, es decir, bajas maternas más largas que las paternales (aunque esto cambiará en los próximos años) lo que produce un vínculo más intenso con la madre. “En definitiva cada niño es un mundo único y no todos ellos tendrán este comportamiento selectivo hacia un progenitor”, comenta el experto.
¿Un apego seguro en la infancia es una garantía saludable en la edad adulta?
El apego seguro se considera una garantía de una infancia sana y los expertos en psicología determinan que, según sea el vínculo afectivo que establece un bebé con sus cuidadores, esto se reflejará en sus posteriores relaciones en la edad adulta. Estar cerca de su mamá o papá, buscar el contacto físico, sentirse más seguro cuando una de esas figuras está cerca y vivir angustia al separarse de ellos son algunas de las características más comunes del apego seguro.
“El apego seguro es un término complicado de definir porque abarca muchas modalidades de crianza, varía según las culturas y evoluciona con el paso de los años. Si bien, algo que es seguro es que la escucha activa e interesada del niño por parte de ambos padres, la evolución dinámica del comportamiento de ambos en relación con las etapas que vive el niño, así como la dedicación total de los progenitores a su cuidado en los primeros años y, posteriormente, el distanciamiento progresivo de los mismos para que el niño adquiera independencia, son términos que deberían incluirse en toda definición de apego seguro”, explica el pediatra. Además, matiza: “Como pediatra, trato con muchos tipos distintos de familias y me parece importante poder aportar una visión ajena al núcleo familiar. Algunos aspectos de las dificultades de relación entre padres e hijos surgen en la consulta y es recomendable apoyar a ambos en estas situaciones, hablar con las partes implicadas y recomendar la ayuda de otros profesionales si fueran necesarios”, aconseja.
Cómo sobrellevar la llamada, ‘ansiedad por separación’
Una de los momentos más intensos generados por el apego entre el bebé y sus progenitores es la época de la ‘ansiedad por separación’. Se trata de una etapa que comienza alrededor de los 8 meses, coincidiendo en muchos casos con la incorporación al trabajo de ambos padres. Algo que puede generar mucho estrés para ambos: “No es para menos porque llevan cuidando de un bebé recién nacido durante meses, sus primeros meses de vida, y además, no consideran, de forma inconsciente, que esté preparado para poder separarse de ellos”, explica el pediatra. Se trata de un proceso evolutivo, que en el caso de convertirse en inseguro o angustiante de forma constante, el experto recomienda consultar con un profesional.
Una posible solución para estos momentos más estresantes a causa de la ‘ansiedad por separación’, puede ser dejar al niño al cuidado de una figura sustituta que sea fija y pueda proporcionar un afecto y un apego continuados como demandan las necesidades del niño a esta edad. “En el caso de que esa figura no exista, la transición a la guardería debe hacerse de forma progresiva para que el niño se vaya adaptando a un nuevo medio distinto a su hogar. Llevarle una o dos horas durante las primeras semanas, así como intentar que el grupo de niños sea lo más reducido posible, facilitará que el niño se acostumbre y que haya una persona con tiempo y disponibilidad para atender sus necesidades de bebé”, añade.
Consejos para calmar situaciones críticas con tu bebé
La edad en la que finalizarán estas crisis evolutivas del bebé no tiene una fecha exacta sino que depende de la personalidad de cada niño. Lo que sí que es cierto, es que los expertos aseguran que el comportamiento del pequeño experimenta un importante cambio a partir de los 3 o 4 años. El pediatra nos comenta que puede darse: “Una segunda etapa de comportamientos irregulares con la madre durante el periodo de adolescencia. Pero lo más importante es acompañar y comprender los comportamientos de los hijos en estas etapas porque marcarán el rumbo de sus futuras relaciones personales”.
“El mejor consejo es conocer a tu bebé”, asegura el experto, porque: “Cada bebé es único y es tarea de toda una vida conocer su mundo interior y cómo él analiza el mundo. Para empezar, podemos observarle atentamente, reflexionar sobre sus actitudes, escucharle, imaginar qué siente... Esto se conoce como preocupación maternal primaria. Los niños tienen muchas etapas de desarrollo comportamental y es muy importante entenderles y apoyarles en todas ellas, tanto en aquellas que son fáciles y como en las más difíciles. Sólo así podremos saber anticiparnos a sus necesidades para que disfruten de la vida y nosotros cumplamos nuestro deseo definitivo que siempre será cuidar bien de ellos”, concluye.