factores legales y psicol gicos para ser familia de acogida© AdobeStock

Guerra en Ucrania

No todo vale para acoger niños de Ucrania: requisitos legales y psicológicos que hay que tener en cuenta

Acoger es una muestra de solidaridad maravillosa de la que, sin embargo, tenemos poca información. Un viaje emocional que requiere un compromiso total y un proceso exigente. Los expertos nos guían en saber cómo funciona, si estamos preparados para ello y nos ofrecen diferentes formas de apoyo o colaboración alternativas para poder ayudar en cualquier escenario


1 de abril de 2022 - 14:15 CEST

La guerra en Ucrania parece haber generado una avalancha de solidaridad que ha provocado que muchos españoles se planteen ser familia de acogida. Nos encontramos con niños en situación de desamparo o familias de refugiados que buscan desesperadamente una vía de escape ante un escenario, propiciado por el ser humano en su peor versión, que se podía haber evitado.

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El conflicto bélico nos deja una catástrofe humanitaria en Europa y, desde España, hemos de ser conscientes de lo que supone ser familia de acogida; de la exposición a meter historias de mucho dolor en nuestras casas.

Vienen niños con heridas traumáticas y familias separadas que llegan en unas condiciones a las que resulta difícil dar respuesta: ¿Qué componentes legales se requieren? ¿Y psicológicos? ¿Estamos preparados para la acogida? ¿Qué otras formas existen de ayudar? Miembros de la red APEGA y expertos en trauma infantil, apoyo a familias de servicios sociales y acogimiento familiar nos sacan de dudas.

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Ninguna familia debe traer niños de Ucrania sin contar con las administraciones

Existe una preocupación de todos los que trabajamos con la infancia porque ahora hay un movimiento de solidaridad muy grande en el que pueden entrar personas que tengan un objetivo dañino para los niños. Sabemos también que los depredadores pueden estar a la espera. Por eso, es muy arriesgado traer a niños directamente desde Ucrania y repartirlos a cualquier persona o familia”, enuncia Cristina Herce, responsable del Centro Lauka encargado del Servicio Técnico al Acogimiento Familiar de la Diputación Foral de Gipuzkoa y miembro de la red APEGA.

La experta hace un llamamiento a que cualquier persona que traiga a un niño, sin sus familiares directos o tutores, con estas características, debe ponerse en contacto con la administración de su comunidad e informar del hecho para que los organismos procedan a hacer una valoración. De esta manera, podrán ser registrados por las administraciones competentes (diputaciones, juntas, etc, dependiendo de cada autonomía).


¿Cómo funciona el proceso de acogida?

La ley española recoge que para tener a un niño en acogimiento familiar hay que pasar por un proceso de valoración que concluya con una acreditación de familia adecuada para el acogimiento familiar. Eso sí, matiza que, si bien estas circunstancias son excepcionales y los procedimientos se tienen que acelerar, no se van a eliminar, en ningún caso, estos requisitos.

En concreto, los niños que vengan sin sus familiares directos o tutores se declararán en situación de desamparo y las administraciones adoptarán su tutela. Después, se buscará una alternativa de vida familiar con un proceso de valoración.

El proceso de aprobación suele ser de tres meses, pero con esta situación de emergencia se agilizarán. “Lo importante es que desde las administraciones encontremos un equilibrio para que no se eliminen requisitos mínimos que garanticen la seguridad de estos niños”. Además, los profesionales velarán por ellos durante toda la duración del acogimiento.

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Procesos muy exigentes

Ahora parece que aflora la parte más solidaria de las personas, pero la experiencia les dice que muchas veces no es suficiente: “Las familias de acogida suelen tener expectativas irrealistas respecto a edad, comportamiento, lo que pueden recibir o no en esa relación… Precisamente en ese procedimiento de valoración se estudia la capacidad de la familia para poder adaptarse o hacer frente a las dificultades”.

En familias que lleguen completas (madre con niños) la situación se aborda desde los ayuntamientos, son familias en situación de refugiados y se beneficiarán de ayudas sociales.

Sin embargo, los servicios especializados se encargarán de los niños en desamparo. “En la ley del menor se hablan de los tipos de acogimiento pero las condiciones o requisitos para la valoración de las familias está más desarrollado en leyes autonómicas”, detalla la experta. “En nuestro país está muy regulado el tema de la adecuación para el acogimiento familiar y es bastante riguroso”.

Asegura que también se pide, por supuesto, que no existan antecedentes penales ni se figure en el registro de abusadores sexuales (no solo el padre o la madre, también los hijos u otras personas de más de 14 años que vivan en el domicilio). Además, si tienen algún tipo de incapacidad tendrán que acreditar que pueden tener un funcionamiento autónomo y acorde a las necesidades. También se garantizarán ingresos económicos mínimos…

Otro escenario imprescindible son las capacidades personales, como la capacidad para vincularse con los niños, flexibilidad, motivación… “Es decir, entender qué es lo que les lleva a acoger a un niño. Normalmente vamos a los domicilios de las familias, es habitual analizar dónde van a vivir los niños”, reitera la experta.

Para llevar a cabo todo este procedimiento, Iciar García Varona, traumaterapeuta infantil doctoranda en psicología en el área de trauma y adversidad infantil, miembro del apoyo a familias y servicios sociales y de la Red Sos Refugiados Europa, confiesa que no todas las comunidades disponen de los mismos recursos y esto lleva inherente un riesgo: que estos procesos no se realicen con la exhaustividad que requiere.

“Es de vital importancia que se hagan seguimientos y una atención psicológica y educativa sólida y de calidad para las familias que van a acoger a estos niños”, sostiene.

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La situación de Ucrania, ¿un impulso para acoger a niños de otros países en el futuro?

García Varona advierte que los derechos y las necesidades de los niños son universales. ¿Por qué Ucrania sí, pero otros conflictos bélicos no, cuando las necesidades de partida son las mismas?

“Existe una incoherencia por parte de los Estados, están dispuestos a facilitar el acogimiento de refugiados ucranianos y en la frontera sur devolvemos en caliente niños de manera sistemática”, reivindican desde Red Sos Refugiados Europa.

“Ojalá sea un impulso para otras motivaciones de este estilo, ya que una capacidad parental que tenga este componente terapéutico formalizará el acogimiento, independientemente del origen del niño”, puntualiza García Varona.

La familia de acogida debe ser capaz de entender el drama por el que están pasando los niños


José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo clínico y coordinador del posgrado de traumaterapia sistémico infanto-juvenil, autor del blog  Buenos tratos , advierte que este dolor que van a incorporar las familias en sus casas puede cambiar el sistema de arriba abajo. “Desde los hijos, hasta los padres, abuelos, tíos… Es un dolor que, a veces, hay que aprender a leer bien. Por eso, se busca su capacidad para ser muy relacionales, entender sus intenciones, sus sentimientos o pensamientos. En definitiva, entender que, a veces, las conductas son expresiones del dolor”.

Además, reitera que la familia de acogida no debe plantearse esta aventura como una cuestión de superación para sí mismos. “Los niños vienen de ver atrocidades porque la guerra es tremendamente cruel y vienen muy impactados por las imágenes sobrecogedoras que retienen en su mente y generan el trauma, algo que cuesta mucho superar y requiere de una gran red de apoyo”, añade. “Por eso, los psicólogos tenemos que ser terapéuticos, relacionales. Al igual que los padres, profesores, vecinos, la comunidad, etc. Sólo con una gran red solidaria y afectiva estos niños podrán superar y sanar o cicatrizar esas heridas”.

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¿Estoy preparado para acoger?

Los expertos indican que cuando lo que nos mueve es una motivación basada en un romanticismo o idealidad que no se corresponde con lo que luego nos encontramos, se puede terminar haciendo más daño que bien. “Además, en un proceso de valoración bien hecho dirá no a familias con situaciones vitales importantes donde quizá no haya sitio para un niño con tantas necesidades”, matiza Cristina Herce.

“No es tan sencillo como meter a un niño en casa y ya. Nadie sabe lo que va a durar la guerra ni lo que va a pasar. Quizá las familias al mes empiecen a cansarse porque el niño necesita mucho o no responde a su expectativa previa… Tiene que haber solidaridad pero también un compromiso emocional potente”, concluyen.

Por eso, el momento vital de la familia es fundamental para concluir si se puede asumir en este momento o no. “Quizá tienes que repararte tú a ti primero en caso de que estés a nivel familiar en un proceso complicado”, añade Iciar García Varona.

Se les hace entender a las familias que puede que no sea el momento y eso no tiene nada que ver con si se es buena persona o no, al igual que tampoco es bueno mantener esos mitos como que el amor lo puede todo. “No vamos a buscar familias maravillosas ni perfectas, lo importante es que estén en condiciones de poder cubrir las necesidades de ese niño.”

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Otras formas de ayudar

Estos niños requieren un acompañamiento de toda la sociedad y por eso hay que ser muy conscientes de este papel que jugamos todos. García Varona sostiene que, ante la incertidumbre, hay muchas formas de ayudar: “Somos parte de comunidades donde estos niños van a estar. Podemos ayudar desde donde podamos y nos sintamos seguros de que vamos a poder tener un papel efectivo y real para acoger a estos niños, no solo en un primer núcleo, sino a nivel comunitario”.

Que se sientan integrados es crucial para construir su identidad. Esta es una muy buena forma de ayudar para quienes a lo mejor no es el momento ni están preparados para ello”, apunta José Luis Gonzalo Marrodán.

“Hay mucho espacio para ayudar, como ser tolerantes con la presencia de los refugiados. A veces la solidaridad tiene un recorrido corto. ¿Qué va a pasar cuando la guerra afecte a la economía más directa de los españoles? Ahí es donde se va a poner a prueba nuestra capacidad como país”, se cuestiona Cristina Herce.

En cualquier caso, las familias que quieran iniciar esta aventura, que las necesitamos, tienen que ser muy conscientes de que emocionalmente se van a tener que comprometer. “Es decir, van a tener que hacer un viaje emocional que no habían pensado ni de lejos, y que tienen que estar dispuestos realmente a dar mucho como personas y como familia”, concluyen.