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ni o caminando© AdobeStock

Aprendizaje

El ‘aprendizaje vicario’ o cómo aprender a través de la imitación

El ‘aprendizaje vicario’ es algo innato y es que los bebés ya imitan los gestos de sus padres. Te contamos qué es, cuáles son sus beneficios y cuándo debemos tener cuidado.


1 de abril de 2022 - 14:57 CEST

Un dicho que todos sabemos y hemos escuchado en más de una ocasión es que ‘los niños son como esponjas’, pero ya no solo por su capacidad de aprendizaje que está en constante desarrollo y evolución durante sus primeros años de vida, si no también por su disposición a aprender de una ‘forma social’. ¿Qué quiere decir esto? Pues que son capaces de hacerlo a través de la observación o imitación de otros; esto es, lo que los expertos llaman, el ‘aprendizaje vicario’. “Este concepto fue introducido en el año 1977 por el psicólogo, recientemente fallecido, Albert Bandura, que demostró con el ‘experimento del muñeco Bobo’, que cualquier individuo expuesto a un tipo de modelo más o menos agresivo tiene mayor tendencia a actuar de la misma forma que su modelo a seguir”, nos explica la educadora, Diana Al Azem (www.adolescenciapositiva.com). “Con este tipo de aprendizaje copiamos aquellos comportamientos o experiencias de terceras personas que nos resultan útiles a la hora de crear nuestras propias habilidades en la vida”, observa.

Cómo funciona a nivel neurológico el ‘aprendizaje vicario’

Para profundizar un poco más sobre este tipo de comportamiento social debemos acudir a la neurociencia y, en concreto, al funcionamiento del cerebro del niño porque, según nos cuenta la experta, para dar una explicación científica a la teoría del ‘aprendizaje vicario’, hay que hablar de las conocidas neuronas espejo. “Estas neuronas se activan cuando detectan alguna acción, en forma de movimiento o palabras, y envían la información al cerebro para que pueda aprenderlo e imitarlo posteriormente”, indica.

Y es que si pensamos en cuál es el momento en el que los niños comienzan a llevar a cabo este tipo de aprendizaje, este tiene lugar prácticamente desde que nacemos: “Cuando sonreímos a un bebé para que nos devuelva la sonrisa o le sacamos la lengua para que imite nuestro gesto, el bebé ya está copiando nuestras mismas expresiones”, asegura la experta. Los juegos simbólicos son una buena manera de practicar esta capacidad de aprendizaje de los niños durante sus primeros años. Jugar a las cocinitas, a cuidar un bebé cambiando pañales o dándole de comer o incluso ayudar en las tareas del hogar con una escoba o un trapo son juegos de imitación indicados para estas edades.

Más adelante, ya en la adolescencia: “Este comportamiento tiene una gran implicación educativa si somos conscientes de que los jóvenes comienzan a buscar modelos a seguir fuera de casa (amistades, influencers, entrenadores, deportistas…) siguiendo su proceso de individuación correspondiente a esta etapa”, dice la educadora.

Durante esta etapa tan intensa, complicada y al mismo tiempo, reveladora, en la vida de un joven, los padres suelen pasar a un segundo plano como ejemplos a seguir, y son sus amistades las que cobran el mayor protagonismo, generalmente, de su ‘aprendizaje vicario’, época en la que, además, sostiene la experta: “Comienzan las primeras disputas en familia”.

Niños con móvil© AdobeStock

Qué rol juegan las pantallas y las redes sociales

Durante los primeros meses de vida del bebé, así como en su primera infancia más ampliamente, es fundamental que los adultos tengan el máximo cuidado tanto con sus expresiones, actos, actividades y lenguaje ya que los pequeños a esta edad son auténticos captadores de situaciones e imitan y repiten todo aquello que observan. El ‘aprendizaje vicario’ tiene un aspecto muy positivo y es que es muy beneficioso a la hora de aprender de forma muy sencilla, sin embargo, en contraposición, algunos de estos aprendizajes pueden ser dañinos para la misma persona o para quienes la rodeen. Un claro ejemplo es el uso de pantallas. Una situación que se convierte en todo un reto para los padres ya que no están recomendadas hasta niños de al menos 2 años de edad. Las horas ante el televisor, los videojuegos, la tablet, el móvil… pueden conllevar la visualización de escenas con conductas violentas, o cuestionables para su edad.

“Esto se traduce en que las escenas que vemos a través de la pantalla, con personajes más o menos afines a nuestros ideales, haciendo alusión al ‘aprendizaje vicario’, también son fuente de inspiración para niños y jóvenes. En una edad más infantil, como es lógico, también supone una fuente de aprendizaje para los peques de la casa, por eso, es imprescindible que los padres estemos atentos a lo que ven nuestros hijos a través de la televisión o Internet. Llegados a la adolescencia, esto no siempre es posible, ya que la mayoría de jóvenes manejan dispositivos digitales sin una supervisión adulta. No podremos evitar que nuestros hijos sigan en Instagram a su cantante favorito, copie el estilo de vestir de esa influencer que está de moda o imite los bailes del tiktoker que se ha hecho viral. Lo que sí podemos hacer, es sentarnos a dialogar con ellos, preguntarles qué es lo que más les gusta o interesarnos por sus preferencias para comprender qué ven en esos personajes”, aconseja la experta.

Consejos para aplicar en casa

El diálogo siempre será la mejor forma de conectar con los niños, sobre todo, durante la época de la adolescencia. Pero no para criticar, sino para darles la opción de expresar sus intereses y así abrir el camino a lanzarles preguntas, y que poco a poco vayan despertando su sentido crítico. Y es que la experta afirma que trabajar la relación personal con nuestros hijos, es la llave para poder resolver futuros problemas.

Asimismo, la educadora nos da unas recomendaciones que pueden servirnos de ayuda para aplicar en casa: “El primer consejo que siempre doy a los padres es que eviten facilitar pantallas en el interior de sus dormitorios. Televisores, ordenadores y tablets deben estar en una parte de la casa visible para todos. De esta manera evitaremos, en la medida de lo posible, que nuestros hijos entren en páginas poco recomendables para su edad como pornografía, apuestas online, violencia, etc”, indica.

Y, en segundo lugar, recuerda que: “No debemos olvidar que somos un modelo para nuestros hijos y que, por mucho que tengamos la creencia de que los adolescentes no nos escuchan, te aseguro que nos observan y copian nuestro comportamiento dentro y fuera de casa. Por lo tanto, seamos el mejor ejemplo de influencers a imitar”, concluye.

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