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Andrea Ros es actriz. Ha participado en obras y producciones audiovisuales muy conocidas por el público, como ¿A quién te llevarías a una isla desierta?, Salvador, Amar es para siempre o Mar de plástico. También ha hecho teatro musical, con la exitosa La llamada y ha protagonizado A mil kilómetros de la Navidad. Pero, además de esta faceta profesional, desde 2017 es educadora maternal. Tras iniciarse en este ámbito, dos años más tarde, en 2019, ponía en marcha el proyecto Madremente (@madremente, en Instagram), desde donde divulga acerca de la maternidad y hace acompañamiento perinatal presencial como doula.
Acaba de publicar su primer libro, titulado Lo hago como madremente puedo (Ed. Destino), una obra en la que profundiza en todos los aspectos que hacen del hecho de tener hijos una experiencia tan transformadora. Precisamente así comienza su libro: “Maternar es un acto revolucionario”.
A través de sus páginas aborda qué es ser madre y las distintas etapas que configuran el proceso, desde la búsqueda del bebé hasta el embarazo, el parto, el puerperio y la crianza. Su objetivo es que ninguna mujer se sienta sola en este proceso y, por ello, en el libro, además de su experiencia personal, ya que ella también es madre, aporta datos e investigaciones que subrayan la importancia de vivir esta etapa acompañadas y con la máxima información posible. Hemos charlado con ella para que nos cuente cómo entiende la maternidad.
En tu libro hablas de que hay que contar la cara B de la maternidad. ¿Por qué crees que no se hace visible esa dimensión?
Básicamente porque la maternidad, al igual que la historia, la han narrado los hombres. Todos los libros de crianza y maternidad, hasta hace poco, eran escritos por hombres. De esta forma, difícilmente podíamos descubrir la experiencia materna por ese canal.
Como dices en el libro, lo que une a las distintas maternidades es que todas son profundamente transformadoras, ¿qué necesita la mujer para estar preparada para afrontar ese cambio?
Acompañamiento e información. Una mujer informada y que tiene un entorno y un acompañamiento que le permite tomar decisiones conscientes puede vivir una experiencia realmente transformadora. Sin esas dos cosas, lo que hacemos es sobrevivir.
© DestinoHablas de que “todas somos madres perfectas hasta que nos convertimos en madres de verdad”, ¿por qué las mujeres tienen esa mirada tan poco compasiva hacia las demás?
Porque no tienen ni idea de qué implica ser madre. Pensamos que es algo logístico y mecánico, pero tiene una implicación emocional alucinante.
La relación de pareja cambia tras la llegada de un hijo, las relaciones sociales y la carrera profesional, también, pero quizá uno de los más sorprendentes es el que ocurre en el cerebro de la embarazada, ¿cómo se transforma?
Se transforma por completo, generando una nueva identidad, de igual modo que sucede en la adolescencia. El cerebro suelta lo que ya no necesita mediante la poda neural, conecta mucho más con la empatía y tiene un acceso más rápido al inconsciente, por eso hay recuerdos de infancia más vivos o se sueña más.
Destacas la importancia del acompañamiento durante el embarazo y con la llegada del bebé, ¿cómo debe ser para que ayude a la mujer?
Un buen acompañamiento debe partir de la base de no juzgar, es la mujer la que decide. A partir de ahí, el mejor acompañamiento es el que la mujer necesite: emocional, logístico, etc. Estar rodeada de otras iguales, además, previene la depresión posparto.
Defiendes que las ‘malas madres no existen y que no debería pretenderse tampoco ser una madre perfecta. Hablas, en cambio, de la ‘madre suficientemente buena’, ¿qué características tiene esa madre?
Una madre suficientemente buena, como la nombra Donald Winnicott, es aquella que atiende las necesidades basicas del bebé, sostiene sus emociones y le muestra el mundo, mientras cuida de ella misma.
¿Qué es lo que no se cuenta sobre la crianza que toda madre debería saber?
Que si es tan dura es por culpa de un sistema completamente contrario a la fisiología de la crianza, así que hay que bajar la exigencia e ir día a día.
