La infección por citomegalovirus es la infección congénita más frecuente en los países desarrollados. La transmite la madre al feto cuando ella misma ha resultado contagiada. Afortunadamente, en la mayoría de los casos no tiene trascendencia, pero hay otros en los que sí puede tener consecuencias graves, por lo que conviene saber el modo de prevenirla.
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De todo ello nos habla la Dra. María Fernanda Paz y Miño Ruales, ginecóloga del Instituto Gómez Roig y miembro de Top Doctors.
Contagiarse de citomegalovirus en el embarazo
La mitad de las mujeres embarazadas ya han pasado el citomegalovirus anteriormente a la gestación, lo que las protege de volver a contagiarse, aunque no es así en todas las ocasiones y hay algunas que lo contraen de nuevo.
La gestante se contagia principalmente “a través de la saliva y la orina de los niños menores de tres años, que generalmente se infectan en la guardería o al estar en contacto con otros niños”, destaca la Dra. Paz y Miño Ruales. Además, hay otras vías y es mediante las relaciones sexuales ( ”la fuente de contagio de la embarazada puede ser la propia pareja infectada a partir del hijo mayor” ) o a través de fluidos de alguna persona infectada, como heces, sangre o lágrimas.
Cuando la embarazada se contagia puede pasar al feto la infección a través de la placenta, aunque también podría ser en el momento del parto o incluso durante la lactancia materna, lo que, de forma general, no contraindica ni el parto vaginal ni dar el pecho.
¿Qué síntomas ofrece el citomegalovirus?
Los adultos que se contagian con el citomegalovirus lo pasan sin síntomas, a no ser que tengan algún problema en el sistema inmunitario. No obstante, hay veces que cursa de manera parecida a un cuadro catarral. Por este motivo, es difícil de detectar. El periodo de incubación del citomegalovirus es de entre tres y cuatro semanas, tal como apunta la ginecóloga de Top Doctors.
No obstante, ante síntomas compatibles, como fiebre, malestar general, dolor muscular y de articulaciones, la embarazada siempre debe informar a su médico, que podría detectar la infección a través de una analítica.
Conviene saber si la madre se ha infectado para examinar al bebé de forma más exhaustiva nada más nacer y llevar a cabo el seguimiento adecuado.
¿Es más peligroso en algún trimestre?
“Existe un mayor riesgo de transmisión en el tercer trimestre (70%), en relación al primer trimestre (20%)”, señala la especialista. No obstante, los primeros tres meses, al igual que ocurre en otras circunstancias relacionadas con la gestación, son los más peligrosos.
“Cuando la infección se produce durante el primer trimestre existe mayor riesgo de enfermedad con afectación neurológica grave y otras secuelas”, indica. Lo más tranquilizador es que cuando la infección se produce más allá de las 14 semanas, hay muy poco riesgo de secuelas en el recién nacido.
¿Cómo afecta el citomegalovirus al recién nacido?
Ya sabemos que no todos los hijos de embarazadas infectadas con citomegalovirus van a pasarlo también. Pero entre los contagiados, “solo un 10-15% son sintomáticos al nacimiento y 85-90% son asintomáticos”, tranquiliza la experta.
El problema es que entre los que sí presentan síntomas las secuelas pueden ser importantes, especialmente en el terreno neurológico. Además, hay que tener en cuenta que en un 10-15% de los bebés que nacen asintomáticos puede desarrollar los problemas (sobre todo, auditivos) un tiempo más tarde.
En general, las complicaciones que lleva asociado el citomegalovirus en el bebé contagiado son pérdida auditiva, disminución de la visión, inflamación en el colon, alteraciones en el sistema nervioso y en el cerebro y discapacidad intelectual.
¿Cómo evitar el contagio del citomegalovirus?
No hay ninguna vacuna ni ningún fármaco que permita evitar por completo el contagio de citomegalovirus. La única opción es “tomar medidas higiénicas que reduzcan las posibilidades de contagio durante el embarazo”, subraya la Dra. Paz y Miño Ruales.
Así, una de las más importantes es el lavado de manos con agua y jabón, especialmente tras cambiar de pañal a un bebé o limpiarle otro tipo de secreciones. La mujer no debe llevarse las manos a la cara hasta que no se haya lavado a conciencia. Además, se aconseja no besar en los labios ni en las mejillas a menores de seis años y evitar compartir con ellos objetos que estén en contacto con saliva como cubiertos o la misma comida.