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Psicomotricidad

¿Por qué es tan importante que tu hijo aprenda a hacer la voltereta?

La voltereta influye en el control del movimiento de su cuerpo, de la dimensión espacial, el dominio del equilibrio, entre otras muchos ítems relacionados con el desarrollo neurológico y motor del niño. Descubre todo sobre la importancia de que aprendan a hacer esta acrobacia desde pequeños.


23 de marzo de 2022 - 16:24 CET

¿Alguna vez te has preguntado cuáles son todos los beneficios de que tu hijo aprenda a hacer la voltereta? Seguro que aún recuerdas cuando aprendiste a hacerla tú de pequeño. Una vez que te salía, ¡era imposible parar de girar para un lado y para otro! Este ejercicio es uno de los más importantes que los niños deben aprender en su infancia por varios motivos. “La voltereta es una acción compleja resultado del dominio del equilibrio, la conciencia corporal, la orientación espacial, la integración de circuitos y otros aspectos involucrados en el desarrollo de un niño desde sus primeros meses de vida o incluso desde su desarrollo prenatal en el vientre materno”, afirma la Enfermera y Fisioterapeuta Pediátrica, Elena Lecha, miembro del equipo www.tmpi-pimt.com. “Cuando de niños somos capaces de sentir nuestros cuerpos, sentirnos anclados al mundo, regular los estímulos internos y externos adecuadamente, mantener el equilibrio también podemos movernos coordinadamente o concentrarnos para atender en clase. Es decir, solo así las demandas del entorno serán superadas con éxito gracias a nuestras habilidades y capacidades físicas y cognitivas. Desgraciadamente en nuestros días vemos muchos niños superados por las solicitudes físicas o escolares”, añade.

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La importancia un juego a simple vista tan sencillo

Hacer la voltereta puede resultar una labor de lo más fácil para algunos niños mientras que para otros puede suponer un reto complicado. A partir de los 3 o 4 años se considera que es la edad ideal en la que el cuerpo del niño está preparado para llevar a cabo esta ‘acrobacia’, lo que no significa que aprenda más tarde a hacerla no sea normal. Incluso, hoy en día, según nos cuenta la experta: “Cada vez vemos más niños que no se atreven o que son incapaces de realizar este movimiento tan lúdico y divertido. Como fisioterapeutas expertos en pediatría y desarrollo tenemos que preguntarnos la razón y hacérsela llegar a las familias porque puede tener grandes consecuencias para el futuro”.

Y es que ser capaz de realizar una voltereta es la meta final del control corporal y del espacio. “Es el resultado de haber ofrecido los estímulos adecuados durante los primeros años de vida del desarrollo de nuestros padres y cuidadores, y que los niños hayan sido capaces de integrarlo adecuadamente”, explica la especialista en desarrollo infantil. Y, ¿cuáles son estas herramientas a las que se refiere la experta?:

  • El movimiento, el tacto y contacto
  • Los estímulos visuales acordes a su edad
  • El porteo
  • El Tummy Time, es decir, jugar despierto y vigilado en posición boca abajo en el suelo sobre una superficie estable.

“Solo habiendo experimentado estos estímulos verás que entre los 4 y 6 años tu hijo es capaz de hacer una voltereta. Y de esta manera podrás estar seguro que tu hijo tiene tanto control del movimiento que podrá poner atención a otras experiencias”, asegura.

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¿Qué hacer si no se atreve o no sabe hacer la voltereta?

Los niños entre los 3 y 6 años ya son capaces de saltar, correr, dar vueltas… pero todavía están aprendiendo a controlar su equilibrio, cuyo encargado de estimularlo es el sentido vestibular. Asimismo, cuanto más se incentive el movimiento más oportunidades tendrá el niño de aprender a controlar los músculos de su cuerpo, por tanto, ¿qué debemos hacer si vemos que nuestro hijo no es capaz de hacer la voltereta? “Ir al principio de todo”, plantea la fisioterapeuta. “Proporciónale esos estímulos tan poderosos a los que quizás no les dimos, o no les estamos dando, tanta importancia como merecían o merecen. Apagad la televisión y la consola, y poneros manos a la obra. Salid al parque o al campo y anímale a moverse. Montad en columpios, balancéalo con tus brazos o anímale a hacer la croqueta por el pasillo de casa. No frenes sus ganas de explorar sus propios límites, aunque te de la sensación que va a terminar mareado. Haced un masaje por todo su cuerpo antes de dormir para aumentar su conciencia corporal. Pasad ratos en el suelo y moveros por la casa juntos desde ahí. ¡Hay miles de actividades divertidas que además os harán compartir tiempo de calidad!”, recomienda la experta.

Al igual que es importante el movimiento, también lo es que el niño aprenda a mantenerse quieto en ‘no movimiento’. Esto requiere que todos los músculos operen en conjunto y, en consecuencia, logre el llamado control postural maduro. Es decir, en ese momento será cuando el pequeño tenga un control total del equilibrio.

Como consejo final, la fisioterapeuta pediátrica recomienda, ante cualquier sospecha o duda: “Ponerse en manos de expertos en pediatría y en el desarrollo infantil que puedan realizar una adecuada valoración y guiaros en el apasionante mundo del neurodesarrollo como puede ser un fisioterapeuta TMPI (Terapia Manual Pediátrica Integrativa) para ¡ayudar y permitir sacar el máximo potencial de tu hijo!”, concluye.