Los tiempos han cambiado. Y los roles también. Celebramos el Día del Padre rindiendo homenaje a una nueva generación de hombres que están, y son, más presentes.
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Padres más flexibles, que tienen en cuenta las necesidades afectivas de sus hijos; que ponen límites, pero deshaciéndose de aquellas reglas tan estrictas que les marcaron los padres de la anterior generación. Hoy recogemos algunos testimonios de hombres que asumen, de verdad, la paternidad:
Adiós a la figura del padre autoritario y castigador
Si algo tenemos claro es que, a pesar de todo, los padres de antaño lo hicieron lo mejor que pudieron. “Es complicado ver el pasado con los ojos de ahora. Sus padres y abuelos vivieron la guerra y recibieron una educación muy dura; eran personas con unas necesidades vitales muy mermadas”, reconoce Eduardo, 35 años, padre de Ana y Lucas, de 5 y 2 años respectivamente.
“Cuando yo era niño sabía a lo que mi padre se dedicaba, sabía que podía contar con él, pero no sabía quién era. Existía una frontera muy grande entre el mundo de los adultos y el de los niños. Y había una noción del respeto muy distinta que impedía conectar esos dos mundos”, reflexiona Guillermo Reparaz, periodista de 40 años y padre de dos niños, de 11 y 9.
“Muchos de los padres de hoy hemos hecho terapias que nos han permitido identificar carencias, lenguajes, códigos y maneras de expresarnos que hacen que la relación con nuestros hijos sea completamente diferente. Desaparece esa figura paterna inviolable, rígida y estricta, que se encontraba siempre en un nivel superior. Ahora educamos y ponemos los límites, claro, pero siempre desde la certeza de que somos parte de su equipo, de igual a igual”, recoge Fernando, padre de dos hijos. Y asegura que para él es fundamental ser un actor activo en la vida emocional de sus hijos.
“Si llorabas, molestabas. Tenías que llevar un perfil muy bajo para no generar problemas”, recoge Guillermo Reparaz. De esta manera, descubrimos que es un placer escucharles, saber lo que piensan y cómo se sienten.
“Creo que al tener una carencia de amor y cercanía muy grande por parte, sobre todo, de la figura paterna, lo que hacemos ahora es volcarnos más con nuestros hijos”, añade Fernando.
Una educación más consciente
“Mi mujer y yo intentamos hablar mucho con nuestros hijos porque somos conscientes de lo importante que es la inteligencia emocional para ellos. En concreto, con mi hija de cinco años lo hemos hecho desde que era muy pequeña. Nos dirijíamos a ella como si fuese adulta, o al menos como si fuese una niña, pero nunca un bebé. Los niños no son tontos, entienden perfectamente el tono y es fundamental para su cerebro que les tratemos así”, explica Eduardo.
Por eso, nos cuenta que intenta razonar con ellos hasta donde se puede, “pero siempre hay un punto en el que tenemos que poner límites”. “Al final es un proyecto de vida, tienes que dar ejemplo. Es decir, que te vean haciendo deporte, sin utilizar todo el día el móvil, leyendo... hay que enseñarles para que tengan las herramientas y que, cuando tú no estés, puedan desenvolverse”.
Otro de los aspectos más interesantes de estas nuevas relaciones de tú a tú es que vemos que la noción de respeto cambia, que los límites llegan naturalmente, y que los niños los entienden y son capaces de establecer los suyos, dando lugar a relaciones reales entre padres e hijos.
¿Con más tiempo para jugar con nuestros hijos?
“La sociedad ha cambiado y, en consecuencia, todos hemos tenido la posibilidad de cambiar en cada uno de los roles que desempeñamos todos los días”, opina Guillermo. Los hombres ya no tienen exclusivamente toda la carga laboral y el peso familiar que eso supone; por tanto, estamos más liberados, con tiempo y espacio para jugar y cuidar a nuestros hijos.
Sin embargo, Eduardo considera que es un error relacionar el tiempo de juego con el tiempo libre que tiene un adulto. “Todo depende de la intención, tengo amigos que salen pronto de trabajar pero se van directos al gimnasio para prepararse una maratón y pagan una interna. Yo me preparé una maratón a las seis de la mañana porque por las tardes quería estar con ellos”.
Asegura que también depende de las necesidades o ambiciones de cada uno. “Hay gente que piensa solo en el dinero, quizá no tanto por necesidad, sino por la ambición de poder, para que en tu currículum ponga Project Manager en vez de ‘Analista’ o tonterías así. Se trata de hacer cuentas, puedes matarte a trabajar para que tu hijo vaya al mejor colegio y no verle apenas; pero también puedes llevarle a un colegio público, que es igual de bueno, y pasar tiempo con ellos. Es verdad que hablo desde una perspectiva en la que me considero un afortunado. Pero, en general, hay gente muy concienciada con sus hijos. El tiempo pasa y hay que aprovechar”, concluye Eduardo.
En cualquier caso, Eduardo asegura que para que todo funcione influye mucho cómo estés y cómo veas el mundo con tu pareja. “Si estáis en desacuerdo es imposible, porque trabajos complicados y gente que gana muy poco sigue habiendo. También está el hecho de cómo uno se quiera informar y aprender para ser buen padre o madre. En el fondo, somos unos afortunados porque tenemos tiempo y herramientas intelectuales”.
La sociedad también ha cambiado
“Ahora vivimos una etapa complicada porque la mujer ha vuelto al mundo laboral y organizarse no es fácil. Hay que buscar extraescolares, que implican más dinero, gente que te cubra, favores, vecinos… la red de apoyo de amigos con niños es fundamental. Es la familia que te vas creando y te echa un cable cuando tú no puedes”, asegura.
“Ahora la mujer cocina, pero los hombres también. Yo limpio, plancho, saco al perro, voy a la compra… No paramos y estamos buscando nuestro lugar porque, es verdad que las mujeres se autoexigen mucho. Probablemente porque ellas han recibido, históricamente, una carga mayor sobre el cuidado de los niños. Es verdad que cada vez compartimos más, pero siguen siendo la primera cuidadora”, dice Eduardo.
“Todo ha cambiado mucho y, es verdad que se nos da un papel más protagonista que luego, sin embargo, se nos quita en mil cosas. Por ejemplo, en el pediatra o ginecólogo miran a la mujer para hablar del bebé. En cosas de los niños preguntan a la madre, aún por machismo, herencia histórica o lo que sea. Yo sé cuidar a mi hijo igual que mi mujer y todavía cuando vas por la calle y ves a un padre con un carrito piensas: mira qué bien lo hace. Al revés es impensable. El padre ve menos reconocimiento, incluso en la gente más cercana. Muchas veces somos los padres los que nos damos la palmadita en el parque”, añade Eduardo.
Padres que cuidan y conocen a sus hijos
“Con un padre más presente, los niños aprenden la masculinidad directamente de ellos, y no a través de lo que les cuenta su madre. No se normaliza el hecho de que el padre llegue siempre tarde y sea el que regañe y castigue. Ahora existen padres que tienen tiempo para ti, te cuidan y te conocen; con los que creas una complicidad, algo que quizá también les influya en el tipo de pareja que, en el caso de las niñas, busquen en el futuro”.
Si algo nos queda claro es que la nueva definición del padre ideal se describe como un ser cercano a sus hijos. “Conocer a tu hijo y disfrutar de él se encuentra entre las cosas que debes hacer para ser feliz”, sentencia Guillermo. Así sea.