Ser madre es el mayor trabajo de todos y, sin embargo, no requiere título ni entrevista previa para pasar el filtro. Decidir criar a un bebé no es una decisión que se pueda tomar a la ligera; requiere deseo, responsabilidad y compromiso. Pero, ¿cómo saber cuando ha llegado el momento?
En ocasiones, el reloj biológico o la presión social a la que nos sometemos puede decidir inconscientemente por nosotras. El escenario es el siguiente: la mujer entra en la treintena e inevitablemente comienza a cuestionarse la idea de ser madre. Lo cierto es que hay mujeres que desde siempre han tenido claro que querían serlo, pero hay otras que no. Por eso, pueden aflorar emociones y sentimientos encontrados que nos agobien, nos generen malestar y nos paralicen. Lo importante, en cualquier caso, es decidir desde la sinceridad y la tranquilidad: ¿realmente estoy preparada para ser madre?
El apego, la parte emocional
Syra Balanzat, psicóloga del centro El Prado Psicólogos, expone que ser madre conlleva un vínculo con el bebé que, dependiendo de cómo se haya producido, generará un estilo de apego determinado. “Hasta hace poco no se había puesto énfasis en cómo la parte emocional influye en el cambio a la maternidad y en las consecuencia al apego con los hijos”, recoge.
En este sentido, nos cuentan que la preparación emocional en la maternidad es indispensable para conseguir un equilibrio entre el autocuidado y la dedicación a los hijos: “Existen sentimientos de culpa por el nivel de exigencia para llegar a todo y esto conlleva muchas renuncias personales que, si no se identifican a tiempo, pueden producir patologías posteriores”.
Una perspectiva realista
Si nos fijamos, en la preparación al parto, por ejemplo, se incide en los cuidados físicos y alimenticios, pero poco en los cambios y repercusiones emocionales durante el embarazo y en el puerperio o posparto. “Por no decir la descripción que se hace del estado ideal en el que una mujer se va a encontrar con su bebé. Con esto, quiero puntualizar que la maternidad es un acontecimiento que conlleva momentos bonitos, pero no todo es satisfactorio”, advierte Syra Balanzat.
Por tanto, la experta considera que la decisión de ser madre debería estar documentada desde un punto de vista más realista acerca de las consecuencias emocionales, que van a estar presentes desde el embarazo hasta que los hijos hayan adquirido una madurez e independencia del hogar familiar, en concreto durante los primeros años de vida. Por tanto, la invitación es a reflexionar y meditar desde un punto de vista más maduro y realista.
La maternidad del siglo XXI: culpa y autocrítica
Si nos referimos a la maternidad desde el punto de vista generacional, se pueden confirmar cambios en el estilo de apego y de crianza. “En concreto, la maternidad entra ahora dentro del contexto de la incorporación de la mujer al ámbito laboral y el exceso de información del que disponemosn ahora con respecto a las consecuencias de un vínculo y apego mal establecido”, explica la psicóloga. En consecuencia, asegura que ahora existe menos tiempo para dedicar a la crianza y más sentimientos de culpa.
“La culpa suele ser una emoción presente en la maternidad debido a las exigencias externas e internas. Parece que reducir el nivel de actividad profesional para poder compatibilizarlo con la maternidad puede producir consecuencias negativas en las mujeres, pudiendo llegar a estados de indefensión. Es decir, a frases tipo ‘haga lo que haga no será suficiente’. Por eso, reajustar este nivel de autocrítica será clave para tomar decisiones libremente”.
La presión social: ¿nos forzamos a ser madres?
Syra Balanzat incide en la idea de que la sociedad, la cultura e incluso nuestra propia familia, puede llegar a generar una presión sobre la necesidad de ser madre. Esto ocurre sobre todo cuando se llega a cierta edad y no dejan de preguntar cuándo llegará un bebé, sobre todo si la mujer tiene pareja estable.
“Sin duda, esta presión puede repercutir a la hora de tomar decisiones, llegando algunas madres a renunciar a su propio bienestar o necesidad con tal de no sentirse excluidas o criticadas”, explica.
Por eso, la experta recuerda que es importante aprender a decir más veces “no”, en general, pero, en particular, con la decisión de querer ser madre o no, es más importante aún ya que conlleva repercusiones en el nivel de frustración, dedicación y afecto hacia nosotras y hacia los hijos, siendo una decisión que es para toda la vida. Como conclusión, la clave está en asumir y liberarte de tus miedos para elegir libremente lo que realmente quieres.