A todos los niños les cuesta innovar en las comidas y no es de extrañar que cuando les das a probar algún alimento nuevo, lo rechacen. Pero, ¿qué pasa cuando esto se repite una y otra vez? La neofobia alimentaria es un trastorno alimenticio en el cual existe una aversión o negación a comer alimentos nuevos por diversas causas: el sabor, el olor, las texturas, la apariencia… relacionando esta comida con una experiencia negativa.
Para conocer un poco más este problema alimentario, la nutricionista Cristina Crespo (@cristinacresponutrición), nos aclara que: “Es lógico que ocurra ya que, de alguna manera, les protege de intoxicarse. Es una mezcla entre asco y miedo a lo desconocido, totalmente lógica. Es también una forma de aumentar su poder de decisión y seguir desarrollando su personalidad, así que se considera normal en el desarrollo de los peques. Sobre todo, se da en niños de alrededor de 2-3 años”, explica.
Consejos para padres: cómo gestionar la neofobia a los alimentos en los niños
Por tanto, la neofobia alimentaria es un comportamiento habitual y totalmente normal en los niños pequeños pero que, si no se gestiona bien, puede crear problemas futuros al niño . Lo cierto es que los papás pueden terminar cansados de tanta negativa de sus hijos a las nuevas comidas. Y es que la misma estampa se repite en muchas casas: el papá o la mamá prepara la comida con cariño, dedicándole tiempo y esfuerzo para que al peque le guste y lo coma, pero, ¡otra vez te dice que no quiere probarlo!
Según nos cuenta la experta hay algunas formas para poder abordar esta situación de forma positiva: “Lo primero de todo es crear un ambiente agradable y relajado alrededor de la mesa. Y si es posible incluso que vean a la familia al completo consumir esos alimentos que se rechazan. Aprovecha otros alimentos que sí tolere y puedes añadir otros nuevos, alguna salsa, por empezar solamente con el sabor y familiarizarse con ello. Que vaya desarrollando olor, tacto y notar la textura del alimento con las manitas e incluso que te lo quiera ofrecer a ti (muy habitual) ya es un triunfo. Cuánto más contacto vaya teniendo con el alimento, más común y menos raro será, por tanto, menos fobia tendrá”.
Aunque a veces la paciencia se acaba y la situación se vuelve complicada es importante no perderla ni desesperarse. No les obligues a comer aquello que no quieran ya que de esta forma solo se agrava el problema. La presión que supondrá para el pequeño generará una experiencia negativa para él y, por tanto, no querrá repetirla y se producirá un mayor rechazo. Será la pescadilla que se muerda la cola. Cristina nos propone una serie de pautas que pueden servirte de mucha ayuda a la hora de gestionar la situación con tus hijos:
- Seguir ofreciendo alimentos en casa de forma saludable
- Ser un buen ejemplo
- Reforzar aquellos alimentos que sí pruebe o toque
- Retos pequeñitos alcanzables, serán un gran éxito
- Dejar que exprese su rechazo y respetarlo. Seguramente a vosotros tampoco os gustan otros alimentos y no pasa nada.
- Ofrecer, el alimento visible en la mesa y no forzar
- Los comentarios de “qué malo está esto” “qué aburrido” o cualquier otra queja que puedan escuchar, dejan huella. Precaución con esto.
- Hacer de la comida un momento relajado y divertido
No recurras al chantaje, ¡nunca!
Este es otro punto clave. No entrar nunca en las típicas frases de: ‘Si te lo comes te compro tal cosa’ u ofrecer otros alimentos como: ‘Si te lo comes, de postre te doy un helado’ ya que, con esto, solo se conseguirá seguir creando experiencias negativas en torno al alimento nuevo. Y, por supuesto, tampoco ofrecer alimentos que no les gustan como un castigo porque con estos comportamientos seguiremos creando aversión a los alimentos.
Puedes crear experiencias positivas alrededor de la comida haciéndoles partícipes de todo el proceso como, por ejemplo, ¡llévales a hacer la compra! Que vean en el supermercado las verduras, el pescado, la carne… Otra forma de implicarles en conocer alimentos nuevos es en el momento de la elaboración. Una cocinita de juguete con platos, ollas, frutas… también será una forma de acercamiento. Que te ayuden a hacer la comida en casa. Ponles un delantal y un gorro de chef, ¡que se crean grandes cocineros! Exponerles a tener una buena relación con la comida desde edades tempranas será una inversión de futuro a largo plazo ya que, con ello, estarás cultivando las bases de una alimentación saludable y variada en su edad adulta.
Pero, ¿qué hacer si lo intentas todo y no hay forma de mejorar la situación? “Si ha pasado esta etapa y continúa la neofobia, con un rechazo muy marcado a una larga lista de alimentos, sería recomendable consultar con una dietista nutricionista especializada en alimentación pediátrica y familiar. Hay que valorar muchos aspectos en el entorno y en el comportamiento. La especialista también puede valorar derivar a otros profesionales”, aconseja la experta.