Cada sistema educativo fija la edad para comenzar el aprendizaje de la lectoescritura. En algunos países se inicia a los cuatro o cinco años y en otros se espera mucho más, hasta los siete. La realidad es que, al margen de las pautas generales, todos los niños no están preparados para leer y escribir a la misma edad.
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Laia Pinilla es pedagoga y miembro de la red de expertas del Colegio Oficial de Pedagogía de Cataluña (COPEC). A ella le hemos preguntado sobre este aspecto para que nos aclare cómo saber si el niño ya puede iniciarse en la lectura o aún es pronto.
La lectura, una habilidad compleja
Hasta hace poco, la lectura se solía iniciar al final de la etapa escolar de Infantil, pero cada vez la tendencia es a llevarla a los primeros años de Primaria, cuando el niño tiene seis o siete años. Se hace así en países como Finlandia, con excelentes resultados.
“Sí que se pueden hacer ejercicios de prelectura en Infantil, de modo que el niño vaya familiarizándose con el código escrito, pero siempre partiendo de situaciones naturales que aprovechen su curiosidad innata y los lleve a generar interés por sí mismos”, explica la experta.
Hay niños que a los cuatro o cinco años no están lo suficientemente maduros para afrontar este proceso. Al igual que el lenguaje, se trata de funciones más elevadas que necesitan de una maduración cerebral adecuada, porque, dicho de forma coloquial, el niño no lee con los ojos, sino con el cerebro.
Así, con el hemisferio izquierdo decodifica las sílabas y con el hemisferio derecho cerebral hace una interpretación. Si no hay buena conexión entre ambos hemisferios, es decir, si el niño neurológicamente no está maduro, le resultará muy dífícil.
Pedirle que lea cuando no está preparado es motivo de frustración y de sensación de fracaso, por eso hay que estar seguros de que es el momento indicado.
Los requisitos previos de la lectura y la escritura
Para que el niño aprenda a leer y a escribir necesita antes haber cubierto una serie de aprendizajes. “En la etapa de Infantil hay mucho movimiento y experimentación de todo lo que les rodea, y todo eso tiene mucho que ver con la lectoescritura. Cuando se avanza en el plano motriz, hay progresos en la lectoescritura”, destaca la pedagoga.
Así, para leer, el niño tiene que gozar de cierta coordinación, de modo que tenga la psicomotricidad adecuada (por ejemplo, para coger bien el lápiz) y también se ubique bien espacialmente. Tener una buena destreza con el lenguaje, ejercitar la memoria y tener una percepción visual acorde con la edad facilitan el aprendizaje de la lectoescritura.
¿En qué hay que fijarse para saber si puede leer ya?
Cada niño es diferente y los profesionales educativos van adaptando las enseñanzas a sus necesidades y a su desarrollo. “Es contraproducente forzar y obligar a repetir como se hacía antaño”, advierte la especialista del COPEC. Al contrario, hay que buscar la motivación y el interés del niño, “pues son uno de los condicionantes del aprendizaje”.
Se pueden establecer unos requisitos básicos que deberían estar presentes en el momento en que el niño se inicie en la lectoescritura:
- Tiene conciencia fonológica (sabe discriminar los distintos sonidos).
- Su lenguaje oral está bien desarrollado.
- Tiene conciencia corporal.
- Tiene capacidad de representación.
- Su motricidad es adecuada.
- Puede atender y focalizar la atención.
- Posee función simbólica.
Todo esto está consolidado, en la mayoría de las ocasiones, hacia los seis o siete años. Pero en niños con dificultades en el aprendizaje puede tardar algo más.
¿Cómo promover desde pequeños la lectura?
La lectura aporta muchísimos beneficios al desarollo infantil, más ahora en que hay ‘sobredosis’ de pantallas. El problema de estas últimas es que, aunque el niño les presta atención, no activan todas las áreas cerebrales que sí consigue fomentar la lectura. Cuando el niño lee desarrolla su imaginación, su memoria y su pensamiento.
Sabiendo que la lectura es tan importante para el niño, ¿cómo se puede fomentar desde casa? “El mejor refuerzo que puede hacer la familia es leerles desde que son bebés. Cualquier momento del día es bueno. Así los niños van generando curiosidad y tienen un buen modelo de lectura en sus padres. Esos momentos compartidos en relación a la lectura son muy positivos”, aconseja Laia Pinilla.
Cuando el niño está rodeado de libros se fomenta su interés por aprender el nombre de la letras, tiene acceso a los mismo a cualquier momento y suele tener más entusiasmo a la hora de adquirir conocimientos. Es una forma muy efectiva de que adquiera la lectoescritura con más facilidad y de estimularlo.