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integraci n sensorial en ni os© AdobeStock

Aprendizaje

¿Cómo saber si tu hijo tiene problemas de integración sensorial?

Algunos niños tienen dificultades para procesar la información o para cumplir los hitos de su desarrollo, o se muestran inconsolables en determinados momentos. Tras estos síntomas puede haber una alteración de la integración sensorial.


8 de marzo de 2022 - 13:01 CET

La integración sensorial es la que permite al sistema nervioso central incorporar estímulos internos y externos para procesar la información que recibe y dar una respuesta adaptativa. Por ejemplo, saber moverse por un espacio, tener habilidades para quitarse una prenda de vestir (cuando corresponde por edad), tolerar estímulos como la luz o el sonido... Pero  hay niños que presentan dificultades desde muy pronto.  

De todo ello y de cómo intervenir nos habla Laura Fajardo, directora de Proyecto Pasitos, terapeuta ocupacional y experta en neurodesarrollo. Además, junto con Tamara Estrella, educadora infantil y madre de un niño especial, es la autora del libro El mundo sensorial de Telmo, de Pasitos Lectores (www.proyectopasitos.es/pasitos-lectores).

¿Cómo influye la integración sensorial?

La integración sensorial comienza a gestarse desde que el bebé está en el útero materno y se prolonga durante los primeros años de vida. Además, el entorno en el que está el niño es fundamental. Cuando hay un  parón en su estimulación, como ha sucedido en la pandemia, por la falta de contacto social y el aislamiento,  “muchos niños han empezado a mostrar dificultades en el habla, en la coordinación de movimientos, en la atención, en el nivel de alerta...”, detalla Laura Fajardo. Todo ello tiene que ver también con la integración sensorial.

“Los niños tienen que volver a entornos de exploración, en lugar de estar rodeados de pantallas. Han de estar en el parque, en el campo, en la calle...  El ser humano necesita desarrollarse en entornos naturales donde pueda saltar, correr, ensuciarse, estar en el suelo. ..”, comenta.

Todo lo que tiene que ver con lo sensorial y lo motor está en una fase más temprana de desarrollo. “El aprendizaje, el comportamiento y el lenguaje están en un nivel superior, por lo que si falla la integración sensorial va a ser más difícil llegar a procesos más complejos”, destaca.

Algunas alteraciones genéticas, como el síndrome de Down, o determinadas condiciones como el autismo, pueden estar ligadas a estos problemas de integración sensorial. Pero en otros casos, no hay más particularidades añadidas.

Los siete sistemas sensoriales y su importancia

Hay siete sistemas sensoriales. Además de los ya conocidos (gusto, vista, olfato, tacto y audición), hay dos que son especialmente importantes en la integración sensorial. Se trata del sistema propioceptivo y del sistema vestibular.

“El sistema propioceptivo nos habla del ‘cómo’: cómo se pone una camiseta, cómo se abre una botella... Nos da señales de dónde estoy. Los niños con un tono muscular bajo pueden tener problemas para integrarlo”, explica la experta.

Por su parte, el sistema vestibular tiene su base en el oído interno, que es el que permite situar al cuerpo en el espacio: mantener el equilibrio, saber lo que está arriba, abajo, adelante, atrás...

Libro El mundo sensorial de Telmo© Proyecto Pasitos

¿Cuáles son las señales de las alteraciones de integración sensorial?

Los niños con problemas de integración sensorial pueden manifestarlo desde muy pronto, aunque a veces no hay conciencia de que se trata de un problema de este tipo. Así, los síntomas pueden variar, dependiendo de la edad del pequeño, tal como detalla la directora de Proyecto Pasitos (www.proyectopasitos.es).

Síntomas de problemas de integración sensorial en bebés

Hay distintas señales y no tienen que presentarse todas (ni siempre obedecen a este problema):

  •  Bebés muy irritables, que no se calman fácilmente. 
  • Muy nerviosos.
  •  Lloran mucho. 
  • Son poco activos (no gatean, ni se mueven, no les interesa el entorno).
  • No saben explorar los juguetes.
  • Muestran muchos problemas al cambiar de alimentación (por ejemplo, al pasar a los alimentos sólidos).
  • Son muy selectivos con la comida.
  • Tienen un mal equilibrio (se caen y tropiezan con mucha frecuencia).
  • Empiezan a caminar más tarde de lo normal.

Síntomas de alteraciones de integración sensorial en niños

Los problemas de integración sensorial se descubren o salen a la luz, en muchas ocasiones, cuando el niño comienza su etapa escolar.  “Son niños que se sobrepasan fácilmente con los procesos de aprendizaje”,  advierte la terapeuta ocupacional.

Así, pueden mostrar, entre otros, estos síntomas:

  • Falta de habilidades en la preescritura: no saben coger el lápiz, su prensión es floja, el trazo es desorganizado, garabetean sin saber qué pintar y se cansan rápido...
  •  Tienen un bajo nivel de atención. 
  • Rechazan las diferentes texturas, como la plastilina o la pintura de dedos.
  • Hay una pobre organización viso-espacial: les cuesta mucho hacer puzles o torres y no se orientan bien.
  • Reaccionan mucho, incluso huyendo, ante ruidos fuertes, globos que explotan, fuegos artificiales...

Cuando el niño crece con estas dificultades  suele tener poca tolerancia hacia la frustración, baja autoestima  y la percepción de que algo va mal.

¿Cómo se trabaja la integración sensorial?

La intervención para trabajar las alteraciones de integración sensorial corre a cargo de terapeutas ocupacionales, en muchos casos con la participación multidisciplinar de otros profesionales, como logopedas o fisioterapeutas.

Puede hacerse desde muy temprano, cuando se detecta en los bebés, y durante la infancia. “Los terapeutas ocupacionales trabajamos con la plasticidad cerebral.  Hasta los nueve o diez años, el cerebro es muy moldeable. A más estímulos, más capacidad de aprendizaje”,  comenta. Por eso, su consejo es abordar este problema cuanto antes y con una frecuencia adecuada (las sesiones pueden prolongarse, de media, uno o dos años). El trabajo de la terapia ocupacional es que el niño alcance su máxima autonomía y participe en todas las actividades de la vida diaria.

La terapia se lleva a cabo a través del juego, siempre con la premisa de no sobreestimular y de no abordar de forma directa las dificultades, sino de forma lúdica para que el pequeño vaya aprendiendo a dar respuestas adaptativas. “Los niños mejoran porque el cerebro consigue establecer otras redes que le ayudan a adaptarse al medio y porque su entorno los entiende”, destaca.

En este sentido, Laura Fajardo apuesta por ofrecer una mirada más respeutosa hacia los niños: “No debemos etiquetar su conducta. Los niños no son llorones o quejicas porque sí; algo está pasando y la parte sensorial puede estar inluyendo”.