luc a mi pediatra con la vida va de esto© Greg Sebastian

Maternidad

Lucía, mi pediatra: “Para cuidar de nuestros hijos, tenemos que cuidar de nosotros también”

Lucía Galán publica ‘La vida va de esto’, un libro donde sigue compartiendo historias de su maternidad y de su día a día con un tono muy cercano. Hemos charlado con ella sobre algunos de los aspectos que relata en esta nueva obra.


21 de febrero de 2022 - 12:52 CET

Lucía Galán Bertrand (Oviedo, 1978) es una autora de grandes éxitos editoriales en el mundo de la maternidad y los cuentos infantiles, pero, sobre todo, es una pediatra en la que los padres confían. Con más de un millón de seguidores en las redes sociales, donde es conocida como Lucía, mi pediatra, su labor divulgativa concita mucho interés y reconocimiento, lo que le ha valido numerosos premios.

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Acaba de publicar su último libro,  La vida va de esto   (Ed. Planeta), en el que, a través de 15 historias muy inspiradoras, repasa distintos aspectos de su día a día con sus dos hijos, ya adolescentes, sin olvidarse de otras etapas y circunstancias de la crianza, como el posparto. Hemos hablado con ella.

‘La vida va de esto’, según el título de tu libro. Pero ¿de qué va la maternidad?

La maternidad va de llenar nuestras mochilas y la de nuestros hijos de momentos bonitos. Va de soledad, de estrés, de miedo, de intensidad, pero también de valiosísimos aprendizajes de vida, de momentos felices y va de verdad. Hay que intentar vivir la maternidad en base a tu verdad, a tus principios, ser fiel al camino que has decidido vivir y emprender junto a los tuyos. Y va de intentar dejar un legado bonito cuando ya no estemos aquí.

Muchas madres recientes se sienten perdidas por la falta de una red de apoyo que las acompañe en el proceso, ¿qué pueden hacer las mujeres que afrontan la maternidad en solitario desde el punto de vista emocional?

Somos seres sociales y hay que buscar esa red de apoyo. Por muy fuertes que nos creamos, nadie es invencible. La maternidad en general, pero especialmente  el posparto, es una época tan vulnerable para la mujer que pasarlo en soledad es tremendamente difícil.  Si no tienen el apoyo de su madre, deben buscar una red, una tribu que ejerza como tal, como cuidadores que hagan el camino más fácil, porque en compañía todo es mucho más sencillo y los momentos difíciles se afrontan de otra manera. No debemos creernos invencibles. Estamos aquí para compartir y para pedir ayuda cuando nos vemos desbordadas.

© Greg Sebastian

A los pediatras os toca a veces hacer de psicólogos cuando las madres llegan a la consulta con su recién nacido en brazos...

Yo siempre digo que para el recién nacido sobran las manos y faltan para la recién mamá. Deberíamos ir un poco más allá y animar a las madres y a los padres a educar a los hijos en eso: ‘Cariño, cuando tú seas madre, es normal que en esas primeras semanas estés triste, dolorida y no te reconozcas frente al espejo. Pide ayuda”, y a nuestros hijos varones explicarles la realidad y la crudeza de esas primeras semanas, la necesidad de apoyar a sus parejas incondicionalmente, que sepan que lo importante en esos primeros días es el bienestar de la mamá, porque  los bebés casi siempre están bien, y la que más cuidados necesita es la mamá.  Hay talleres de cuidados del recién nacido y debería haber también de la recién mamá. Si la madre no está bien, todo lo que está bajo sus pies, cae. Empoderemos a las recién mamás y cuidemos de ellas.

Insistes mucho en la importancia de la salud mental, ¿cómo se cuida la salud mental de los hijos cuando los padres no están bien?

Para cuidar de nuestros hijos tenemos que cuidar de nosotros mismos también. Cuando no somos capaces de cuidar de nosotros mismos, ¿cómo vamos a cuidar de la salud mental de nuestros hijos? Hay que normalizar pedir ayuda. Porque no solamente será bueno para nosotros sino que estaremos cuidando de nuestros hijos también. Yo quiero que mis hijos tengan una madre equilibrada, serena, tranquila, feliz y emocionalmente estable porque sé que eso es estabilidad y bienestar emocional para ellos. Si en algún momento me veo desbordada, mi responsabilidad como madre es buscar los recursos necesarios para estar bien, porque si yo no estoy bien, ellos no lo van a estar.

En el caso de maternidades diferentes, como es el caso de madres de hijos con discapacidad, que no encuentran el tiempo para cuidarse, ¿qué pueden hacer?

Debería haber muchas más ayudas y recursos de los que hay, porque  si ya es complicado con un hijo sin dificultades, si el hijo las tiene, mucho más.  Nuestro sistema debería dar el ‘do de pecho’ y cubrir todas esas necesidades de estas familias. En eso consiste el Estado del Bienestar, en ayudar al que más lo necesita. Y precisamente estas familias son las que menos se quejan y pasan desapercibidas. En muchas ocasiones quien más lo necesita no es quien más ayuda recibe.

Comentas en el libro que hay que asumir que muchas metas, incluso habiéndolas peleado, no se llegan a alcanzar. Sin embargo, a los niños se les presiona con la idea de que pueden conseguir lo que se propongan.

Es un mensaje muy peligroso para un niño, que se lo cree todo. Realmente no conseguimos todo lo que deseamos. Querer no siempre es poder. Por lanzar un deseo al universo el universo no nos lo va a devolver. Esos mensajes son idealizados y de una realidad inexistente y pueden llevar a una frustración continua porque nuestros deseos no se vean cumplidos. El mensaje más real y esperanzador hacia nuestros hijos es que  querer no siempre es poder, pero para conseguirlo hay que poner todo lo que está en nuestra mano y tenemos que lucharlo y pelearlo.  Probablemente nos tengamos que caer varias veces, pero hay que volver a levantarse y no desistir. Hay que mirar atrás y aprender de esos errores. Hay que ver el camino no como una meta sino como un viaje, en el que conseguirás muchas cosas y otras no las conseguirás. Pero de esto va la vida: de conseguir, de dejar marchar, de celebrar, de aprender a soltar…

© Greg Sebastian

Dentro de las etapas de crianza de un hijo, una de las más temidas es la adolescencia. Tú hablas de cómo aprovechar las ‘ventanas de oportunidad’ para acercarse a hijos en estas edades.

Las ventanas de oportunidad surgen cuando, dentro de este aislamiento que sufre y necesita el adolescente, esa separación que necesitan para formar su personalidad en todos los ámbitos, de repente tu hijo te pregunta algo o te pide algo. Ese momento no lo podemos dejar escapar. Ahí  tenemos que poner atención plena y cumplir sus expectativas.  Si pide opinión, dársela. Si nos está contando algo, escuchar sin juzgar, sin que se sienta atacado, sin lecciones magistrales, sin que le solucionemos la vida… Simplemente escuchar y recoger lo que nos dicen, dándoles una visión empática que es la que necesitan. Los adolescentes están ensimismados la mayor parte del tiempo, en su mundo, con sus amigos y con su realidad y de vez en cuando sacan la cabecita para buscarnos, y ahí es donde debemos estar.

Confiesas que no llegas a todo. Y muchas mujeres se sienten culpables por ello. ¿Cómo se puede eliminar esa culpa que parece ir implícita en la maternidad?

A mí me ha costado muchos años liberarme de la culpa y aun así, de vez en cuando, me dan ‘ramalazos’. Somos humanos y esa sensación de no llegar a todo a lo que se supone que deberíamos llegar, o a lo que los demás esperan que lleguemos, aparece. Al final todo pasa por ir repitiéndonos los mantras de ‘no llego a todo, y no pasa nada’, ‘llego a lo que llego y así está bien’, ‘eres una madre maravillosa, a pesar de todos los errores que cometes’,  ‘tu hijo no necesita una madre perfecta, necesita una madre feliz, tranquila y serena’.  Yo prefiero llegar a menos cosas, pero bien, que intentar llegar a todo tarde, mal y nunca.

El mundo de las redes, en el que están los menores, es un escaparate idealizado. En este libro vuelves a reivindicar la importancia de las caídas en la vida. ¿Cómo se le puede hacer entender a niños expuestos a mundos virtuales perfectos?

Hay que decirles que eso es como ver una película de ficción. Hay que explicarles que muchos de los perfiles que ellos siguen tienen que asumirlos como el que ve una película. Y animarles y acompañarles en el proceso de seguir perfiles que sí les pueden aportar contenidos de valor. Hay contenidos en la Red aptos para todas las edades y que merecen mucho la pena por su calidad. Debemos preocuparnos por los contenidos que consumen nuestros hijos y ofrecerles las herramientas para acudir a fuentes fiables.

Finalizas el libro comentando que el legado más importante es el amor. ¿Son tus libros un legado de amor para tus hijos?

Sí. Cada vez que escribo un libro tengo unos sentimientos muy bonitos en este sentido. Aunque los escribo para los lectores, que los tengo muy presentes, una parte de mí escribe continuamente para mis hijos y los está viendo en el futuro, como personas adultas, cogiendo el libro de la estantería y leyendo a su madre. Es un pensamiento que me reconforta muchísimo y que me ayuda a centrar los temas que quiero ir abordando para dejar esa biblioteca de legados a mis hijos para cuando sean mayores.