Las alarmas suelen saltar cuando los niños comienzan su etapa escolar. Se ve entonces, especialmente durante los años de Primaria, que muestran claras dificultades para concentrarse. Por eso, hay que prestar atención a este aspecto ya antes, desde sus primeros años de vida.
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Carles Sánchez Torres es pedagogo y miembro de la Red de Expertos del Colegio Oficial de Pedagogía de Cataluña (COPEC). A él le hemos preguntado cómo ayudar a los menores a fomentar su concentración.
¿Qué factores influyen en la concentración?
“La concentración es una capacidad que se aprende igual que aprendemos a caminar y a dormir”, explica el experto. “Los niños necesitan un proceso de aprendizaje para poder adquirirla”, insiste.
Así, la neurociencia ha destacado en los últimos años cómo hay ciertos factores que pueden afectar a la concentración infantil. Hay algunos positivos y otros que influyen en negativo.
Factores positivos para la concentración infantil
En el lado beneficioso, como elementos que ayudan a que el niño adquiera esa facultad para concentrarse están:
- Hábitos de vida saludables, teniendo en cuenta una alimentación sana y equilibrada, disfrutar de unas horas suficientes de descanso y hacer ejercicio físico.
- Gestión sostenible de las emociones.
- Creación de entornos educativos agradables y protegidos.
- Uso de la música y de la meditación o mindfulness.
- Aprendizaje significativo, “que parta de los intereses de los niños, que les provoque retos y el gusto por conocer saberes nuevos, que llame su curiosidad, la novedad y la sorpresa”, destaca el pedagogo.
Factores negativos para la concentración infantil
En el lado contrario, hay una serie de circunstancias que juegan en contra de que el niño puede centrarse en las cosas. Son, entre otros, los siguientes, tal como detalla el especialista:
- Falta de hábitos saludables.
- Horarios familiares desiguales.
- Sobreestimulación.
- Abuso de pantallas.
- Poca regulación de las emociones.
- Métodos didácticos poco significativos para los niños.
- Estados de estrés y ansiedad.
- Problemas familiares
¿Qué otras áreas se ven afectadas por la falta de concentración?
Tendemos a asimilar la falta de concentración con el ámbito escolar, con los problemas que esta puede ocasionar para que el niño atienda en clase, asimile los contenidos y memorice y estudie en casa las tareas. Pero va mucho más allá.
Como la concentación es un aprendizaje, tal como ha destacado el experto del COPEC, este aprendizaje que no se produce de la manera deseada también afecta a otras áreas. Así, se ven comprometidas “las relaciones con uno mismo y con los otros”, especialmente en el terreno de la salud mental y emocional.
“Un niño que no sabe o no puede concentrarse fácilmente tendrá estrés, agotamiento y autoestima muy baja y esto hará que aflore el sentimiento de culpabilidad”, advierte Carles Sánchez Torres.
Con respecto a las repercusiones en sí mismo también hay que citar que la falta de concentración impacta en el sentido crítico y en el análisis de lo que ocurre en el entorno, como, por ejemplo, en la sensibilidad contra las desigualdades, la denuncia de las injusticias o la posible disposición para una colaboración con entidades o personas necesitadas.
¿Qué hacer para fomentar la concentración infantil?
La concentración infantil no se debe empezar a trabajar cuando el niño muestra problemas, sino desde mucho antes. Y todo ello en el día a día, tanto en el ámbito escolar como desde la familia.
Así, el pedagogo recomienda “la creación de espacios agradables y no sobreestimulados, la combinación de momentos de diálogo y trabajo individual, la música y el movimiento como estimulación cerebral, educar en la gestión sostenible de las emociones, promover hábitos saludables, inciar en la meditación o el mindfulness, promover el reto y el juego como elemento de aprendizaje...”. Todas estas acciones deberían estar presentes durante toda la escolarización del alumno para ayudarlo a concentrarse en cada una de ellas.
¿Qué pueden hacer los padres?
Pero las habilidades de concentración también se adquieren desde casa, desde la familia. “Yo les propongo que establezcan un ambiente agradable y protegido, que promuevan unas rutinas flexibles de vida familiar, que ayuden a sus hijos a controlar el uso y el tiempo de dispositivos digitales...”.
Además, el experto destaca la importancia de realizar actividades conjuntas al aire libre, permitir que se aburran para promover su creatividad, y, especialmente, que los pades sean ejemplo. “Esta es, sin duda, la más poderosa”, subraya.