En la recta final de un embarazo puede darse la situación de que la mamá o el bebé presenten algún riesgo y el parto deba ser provocado. Esto ocurre cuando el embarazo está más avanzado de la semana 37 de gestación y las causas pueden ser diversas.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
La doctora Vanesa Ruiz, con especialidad en ginecología, obstetricia y medicina de la mujer (@ginehealthy) nos explica qué es un parto inducido: “Es el procedimiento médico que pretende iniciar el trabajo de parto antes de su inicio espontáneo”, y añade que: “La inducción del parto está indicada cuando se considera que es más beneficioso para la salud del feto o la madre finalizar el embarazo que continuarlo. Algunos motivos serían la rotura prematura de membranas, el embarazo cronológicamente prolongado , infecciones uterinas, restricción del crecimiento fetal o complicaciones hipertensivas del embarazo ”, nos cuenta.
Inducción al parto o ¿partos programados?
Pero también hay situaciones en las que los partos ‘se programan’ y por tanto, se inducen para que el bebé nazca en el día deseado. La controversia respecto a este tema es muy común en el mundo de la maternidad, ya que se pone en duda la seguridad y bienestar, tanto del bebé como de la madre. “Hace unos años se publicó el estudio ARRIVE, según el cual, la inducción de parto electiva en embarazos de bajo riesgo, a las 39 semanas de gestación, disminuye la tasa de cesáreas frente a aquellas gestaciones inducidas en la semana 41. La metodología de este estudio ha sido muy criticada poniendo en duda sus resultados. Además, adelantar la edad gestacional a la que se inducen los partos disminuiría la probabilidad de que una mujer se ponga espontáneamente de parto, y la inducción no está exenta de riesgos para la madre y para el bebé ”, nos informa la ginecóloga.
¿Cómo se realiza la inducción al parto?
Hay mujeres que sienten miedo y desconfianza cuando su ginecólogo les plantea la situación de que el parto debe ser provocado. Por eso, preguntamos a la ginecóloga cómo se lleva a cabo este proceso obstétrico: “Hay diferentes métodos, la elección de uno u otro va a depender de las condiciones del cuello del útero (dilatación, borramiento…), del estado materno y del estado fetal. Se pueden utilizar métodos mecánicos, como la maniobra de Hamilton (despegamiento de las membranas del útero mediante un tacto vaginal), la rotura de la bolsa de las aguas o la colocación de un pequeño balón en el cuello del útero. También se pueden utilizar fármacos, como las prostaglandinas o la oxitocina. En ocasiones, se usan distintos métodos de forma secuencial”, nos detalla la doctora Ruiz.
Otra de las dudas más frecuentes entre las mamás es si un parto inducido es más doloroso que un parto natural, y según nos cuenta la experta, “las contracciones generadas en un parto inducido pueden ser más intensas y regulares que en un parto de inicio espontáneo, por lo que pueden llegar a ser percibidas como más dolorosas”, advierte.
¿Aumentan las posibilidades de cesárea?
Un parto inducido, tanto si se realiza por vía farmacológica o mecánica, suele durar unas 12 horas (lo que se denomina preparto) y el parto suele acontecer a las 24 horas. Durante estas 12 horas la madre puede comer, dormir, ducharse… realizar cualquier actividad como haría en casa, si se estuviera poniendo de parto de forma natural. Sin embargo, en el hospital, para poder controlar el bienestar fetal, se realizan controles intermitentes, además de a la madre.
En el caso de que la dilatación sea más lenta o surja alguna complicación, la especialista es muy clara: “Si la dilatación no avanza a pesar de poner todos los medios necesarios para favorecerlo, y transcurrido un tiempo determinado, debe realizarse una cesárea. La inducción de parto es un procedimiento seguro, pero en general, hace que la duración de este sea mayor y, por ello, aumente el riesgo de hemorragia postparto, de que el parto finalice mediante cesárea o parto instrumental y de un mayor uso de epidural, que en los partos de inicio espontáneo”, añade.
Finalmente, ante la posibilidad de evitar una inducción al parto, la doctora Vanesa Ruiz es contundente: “No existe una receta mágica para desencadenar de forma espontánea un parto. Siempre se ha dicho que caminar, subir y bajar escaleras, tomar determinados alimentos o mantener relaciones sexuales puede favorecerlo, pero la realidad es que ninguno de estos trucos es infalible”, afirma la experta.
Con las posibilidades de hoy en día y los métodos actuales es posible realizar un parto inducido con una mínima intervención y con unos resultados similares a los de un parto no inducido. Aunque cada caso es único y el profesional siempre deberá compartir en todo momento las decisiones con los padres.